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Estaba sola. No tenía a nadie.
Todo el mundo creía que estaba muerta. Ya no había más Mark, ni Jude, ni Xavier... No había más Celia ni Silvia, tampoco había más Erik ni Scotty... Odiaba esto, lo odiaba. Me odiaba.
No pude hacer nada. ¿Por qué tuve que tener un accidente justo en estos momentos? Nada podía salir peor.
Y lo mejor es que huí. Huí por miedo, por ser rechazada, por no volver a encajar, por el qué dirán.
Pero huí de la mejor forma. Huí con todo, con mi fútbol, mi apariencia, sin engaños y sin líos. Si volvía a ver a alguno, sé que no les mentiré, que les enfrentaré, enfrentaré todo lo que me digan. Porque así es Laia Arai.
Me siento perdida, vacía, rota. Pero ese chico, Paolo.

***

Estaba tumbada en mi cama mirando el techo. Las lágrimas no paraban de salir de mis ojos, y no tenía fuerzas para tomarme ninguna pastilla. Tocaba sacarlo todo.

No había tocado el plato de Paolo. No podía.
Sabía que iba a subir y que me iba a regañar como todos, pero simplemente ahora no podía.

No pasó  mucho hasta que oí la puerta sonar del otro lado.

-¿Laia? ¿Puedo pasar?- era Paolo.

No respondí, no tenía fuerzas para hacerlo. Dejé que entrara sin permiso.
En cuanto me vió vino corriendo a abrazarme, y yo no pude hacer más que seguir llorando mientras él me consolaba.

Pasados unos minutos me calmé, me senté y Paolo puso mi cabeza en su regazo para poder tranquilizarme acariciándome el pelo.
Todo era silencio. El no quería preguntar y yo todavía estaba asimilando todo. Estuvimos así un tiempo, tiempo en el que casi me quedo dormida, pero seguí sin hablar,
al menos hasta que me tranquilicé del todo.
Sabía que tenía que decirle algo, y sabía que tenía que ir con la verdad delante de él. O no mentía muy bien, o el me pillaba todas.

-Tuve un accidente...- dije algo más calmada pero con la voz temblorosa.
Paolo estaba atento a todo lo que decía.

-Yo... Yo era jugadora. Defensa y delantera del Inazuma Eleven, el equipo de mi instituto, y me llamaron para formar parte del Inazuma Japón para venir al FFI, pero todo salió al revés de como tenía pensado...- dije intentando no llorar otra vez. Paolo seguía intentando calmarme con caricias. -un día más tarde de que me avisaran, antes del partido para decidir quienes vendrían, tuve un accidente de tren.
No vivía tan cerca como parecía del instituto y ese era mi vehículo de transporte. - hice una pausa, recordando todo. - Dolía. - dije terminando de romper a llorar. Paolo seguía escuchando atentamente, mientras me daba calor en los brazos y jugaba con mis mechones de pelo lacio. -Me desperté días después en el hospital. Nada más verme, los médicos se sorprendieron. Decían que era difícil que hubiera sobrevivido, y que llevaba en coma dos semanas más o menos. Los médicos me dijeron que ya habían avisado a todos de mi situación - por culpa de las lágrimas ya no era capaz de ver nada, y de nada servía hecharse atrás ahora mismo.
-Todos pensaban que estaba muerta.

Paolo me miró asombrado. Creo que se esperaba de todo menos eso.

-Los médicos me dijeron que no podría volver a jugar al fútbol en mi estado. Sí lo hacía había posibilidades de que directamente perdiera la posibilidad de andar para siempre.
Como ya no tenía nada que hacer...- suspiré intentando retener alguna lágrima que seguía saliendo - Decidí contactar con vuestro entrenador. Me aceptó como gerente y aquí estoy... Después del accidente he estado en reabilitación psicológica. Desde que salí no he comido mucho y los médicos me diagnosticaron tca. Mi psicólogo también me diagnosticó depresión y un shock post-traumatico...

Paolo no decía nada, pero seguía acariciándome.
De un momento a otro paró. Estuvimos unos minutos en silencio, nadie decía nada y nadie movía nada.
Hasta que Paolo me quitó de su regazo y me abrazó.
Era un abrazo cálido, donde decía que no estaba sola. Que le tenía a él para lo que sea.

Me quedé con Paolo toda la noche, y gracias a él, por muy duro que fuera para mí, conseguí comer algo.
Nos tumbamos en la cama mirando el techo, yo aún abrazada a él.

-Gracias...- dije antes de quedarme dormida en su pecho.

no dejes de amarme  (Paolo Bianchi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora