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Estaba ya en el avión de camino a la isla de Liocott. Hacía unos días me habían respondido a la carta que mandé para ser gerente del equipo italiano en el Fútbol Frontier Internacional (FFI)

~Unos días antes~

Había salido del hospital y estaba de camino a casa.
Había estado al parecer dos semanas y media en coma, perdiéndome por completo los partidos para saber que país representaría a Asia en el FFI, y lo que más me molestaba, no pude jugarlos. Todos creían que había muerto, no porque yo lo quisiera, si no porque los médicos veían raro que despertara.

En cuanto llegué a mi casa me fui al cuarto. Tampoco tenía a nadie a quien saludar ya que vivía sola.

No tenía muy claro que estaba a punto de hacer, pero ya no había vuelta atrás. Aquí ya no podía hacer nada.

Me senté en la silla del secreter y empecé a escribir la carta que mandaría a la isla de Liocott, más exactamente al área italiana:

𝑄𝑢𝑒𝑟𝑖𝑑𝑜 𝑒𝑞𝑢𝑖𝑝𝑜 𝑂𝑟𝑓𝑒𝑜:
𝑆𝑜𝑦 𝐿𝑎𝑖𝑎 𝐴𝑟𝑎𝑖, 𝑎𝑛𝑡𝑖𝑔𝑢𝑎 𝑑𝑒𝑙𝑎𝑛𝑡𝑒𝑟𝑎 𝑦 𝑑𝑒𝑓𝑒𝑛𝑠𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝐼𝑛𝑎𝑧𝑢𝑚𝑎 𝐽𝑎𝑝𝑜́𝑛. 𝑃𝑜𝑟 𝑡𝑒𝑚𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑏𝑜 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑖́𝑠, 𝑦 𝑚𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑠𝑖 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑔𝑒𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑒𝑞𝑢𝑖𝑝𝑜. 𝑇𝑒𝑛𝑔𝑜 𝑒𝑥𝑝𝑒𝑟𝑖𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑎𝑠𝑖𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑠𝑒𝑟𝑒́ 𝑢𝑛𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑔𝑎. 𝐸𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑎𝑛𝑠𝑖𝑎𝑠.

𝐿𝑎𝑖𝑎𝐴𝑟𝑎𝑖.

Estuve esperando la carta con la respuesta desde que la envié, pero solo pasó un día y ya estaba en mi casa.

Habían aceptado tener una gerente, y eso me alegraba mucho.
El sobre también traía el billete de ida a la isla.

~Actualidad~

Quedaba poco para que el avión llegara a la isla, y estaba emocionada.
No sabía cómo iban a recibirme, pero el entrenador (fue el que mandó la carta) parecía majo.

Unos diez minutos después ya había llegado a la isla y el avión había aterrizado.
Cogí mi maleta azul cielo y salí del aeropuerto para llegar al autobús de Italia.

El señor del bus, (besolini o algo así...)
Me dijo que estuviera tranquila, que todos eran muy amables y que si quería algo un tal Paolo me ayudaría encantado.

Me pasé el viaje mirando por la ventanilla del bus, fijándome en las diferentes áreas de la isla.

Cuando llegó la hora de bajarme, el señor me ayudó con la maleta y se fue diciendo que tenía unos asuntos con el bus que había que solucionar.

Me encontraba en frente de un edificio enorme con un cartel que decía albergue, decidiendo si entrar o no, hasta que salieron disparados unos diez chicos.

Supuse que eran parte del equipo, pero ninguno se fijó en mí.
Supongo que pensarían que soy una turista más.
Con la puerta abierta decidí entrar, y en el recibidor había un pequeño chico rubio con un aro en la cabeza atandose los cordones.

Me miró y dió un pequeño grito, yéndose escaleras arriba.

-vaya, menuda bienvenida...- murmuré con los ánimos un poco por los suelos.

Unos minutos después llegó con otros cuatro chicos. Uno tenía el pelo entre castaño y rojo, otro tenía el pelo azul estirado hacia arriba, otro tenía el pelo castaño largo con otro aro en la cabeza, y el último tenía el pelo castaño, con el flequillo echado a un lado y unos ojos de un azul inmenso. Juraría haber visto el mismo mar en ellos.

Todos me miraron desconcertados, y cada vez me ponía más nerviosa al tener tantos ojos encima.

-Es ella, ha entrado y lleva ahí un buen rato- dijo el que tenía apariencia de ángel.

No sabía que decir. ¿Nadie sabía de mi llegada? Ahora todo tenía más sentido.

El chico de pelo castaño y ojos azules habló - lo siento, pero no puedes estar aquí. Esto es solo para los jugadores del equipo italiano.

-creo que ha habido un fallo o algo...- respondí -no puedo irme- todos me miraron desconcertados. Estaba claro que no sabían nada. -Soy vuestra nueva gerente. Laia Arai.

no dejes de amarme  (Paolo Bianchi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora