Capítulo 10

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PV Kongpob.

Llegué a casa pensando en lo que acababa de suceder. ¿Realmente me había besado con Arthit? ¿Con mi doctor? Me llevé por enésima vez mis dedos a mis labios y cuando los acaricié, estos, volvieron a cosquillear como si acabara de besarme de nuevo.

Era jodidamente extraño, pero me había gustado ese beso, realmente me había gustado y mis labios cosquilleaban por más.

Entre en el baño, y decidí ponerme las gotas. Cuando me las acabé de poner, tiré el frasco a la basura, ya se habían acabado. Salí del baño y me desnudé, solamente usando el bóxer, me tiré en la cama.

No sé a qué hora me dormí o qué hora llegó Ohm. Solo sé, que el sol está en lo alto del cielo y me hizo despertar. Un gemido y un ruido, me hicieron saber que Ohm estaba también despierto.

- Buenos días – dijo moviéndose hasta ponerse encima de mí. – ¿Dónde te metiste anoche? Te estuve buscando durante media hora. Hasta tuve que preguntar a los doctores y ninguno de ellos me supo responder.

- Me encontré un poco mal y me vine para casa. Realmente me escocían mucho los ojos y bueno, no pude enviarte ningún mensaje, me dejé el móvil y...

- No te preocupes, saber que estás bien y a salvo es todo lo que me importa. Por cierto, me encanta cuando solo duermes con ropa interior. Mmmm... ¿puedo desayunar... te?

Le miré y vi que empezaba a bajar su cabeza hasta ponerse en mis pezones. Gemí cuando sus dientes empezaron a mordisquear uno. Siguió hacia abajo y cuando llegó a la punta de mi pene, lo engulló con ansia. Se movía con ritmo y mi pene se endurecía muy despacio.

Cerré los ojos y traté de concentrarme, pero a mi mente solamente venían imágenes de unos labios seductores, una lengua juguetona, unos ojos que leyeron exactamente lo que quería y un cuerpo que deseaba abrazar.

- Para por favor – mi voz salió en un susurro.

- ¿Qué te pasa? ¿Sigues sin encontrarte bien?

- No, no es eso. Solo que hoy no tengo ganas. Estoy un poco cansado y quiero dormir un poco más.

- Está bien, - se bajó – duerme un rato más. Voy a hacer algo de comer me muero de hambre. ¿Quieres algo?

Pero me hice el dormido, no quería hablar con él ahora. Mi mente no paraba de ver a Arthit mirándome con esos ojos. Me gusta cuando usa delineador. Está más sexy. ¿Pero qué diantres estoy pensando?

Miré hacia abajo y vi que mi bóxer había empezado a crecer. Lentamente, llevé mi mano a mi entrepierna, que gustosa no protestó al darle atención. Sin hacer ruido y aprovechando que Ohm había cerrado la puerta de la habitación, alargué mi otra mano y la llevé a la mesita para coger un pañuelo de papel.

Empecé a masturbarme mientras imágenes de los labios de Arthit pasaban por mi mente. Llegué al orgasmo recordando como su lengua jugaba con la mía y como sus labios sabían tan jodidamente bien, tan jodidamente perfectos.

Gracias al pañuelo, limpié el desastre y me relajé quedándome, por fin, dormido.

*

Era entrada la tarde, cuando abrí los ojos de nuevo, vi que Ohm, que estaba sentado a mi lado en la cama, me miraba preocupado.

- ¿De verdad te encuentras bien? Es raro en ti que te despiertes tan tarde.

- No te preocupes, anoche apenas coincilié el sueño por culpa del escozor que me producían los ojos y cuando logré dormir, ya había amanecido.

- ¿Te traigo algo para comer? – me dijo sonriendo.

- No gracias – contesté. – Ahora voy al comedor, tengo que comentarte una cosa.

Salí de la cama y me puse una camiseta holgada. Me dirigí hacia el escritorio de la habitación, tiré el pañuelo y cogí un sobre. Ohm me esperaba con la mesa puesta y una enorme sonrisa en su rostro. Me cogió de la mano y me llevó hasta la silla delante de la comida.

- ¿Qué es eso? – preguntó señalando el sobre.

- Es lo que te quiero comentar. Pero primero déjame comer un poco. Me muero de hambre – Mi estómago rugió dándome la razón.

-

Acabé de comer y llevé el plato a la cocina. Cuando volví, cogí el sobre y lo abrí. Le pasé los papeles que había en el interior y con voz firme hablé.

- Ohm, quiero proponerte algo. Quiero recuperar mi independencia económica. He ido al banco y me he estado informando para recuperarla. Hace días que quería hablarlo contigo y...

- ¿Qué? – su cara se contrajo un poco.

- Bueno, ya estoy bien y puedo ver. He estado reflexionando y creo que ya va siendo hora de que recupere un poco mi vida.

- ¿Lo dices en serio? ¿Acaso no he cuidado bien de ti? ¿De tu dinero? ¿De todos tus bienes?

- ¡Claro! Pero no quiero depender siempre de alguien, además el director del banco me dijo que solo tengo que llevar ese papel con mi firma y la tuya. Realmente es muy fácil de hacer, solo me falta tu firma – expliqué calmado.

- Vaya, veo que lo tienes demasiado decidido – me miró frunciendo el ceño.

- No es que lo tengo todo decidido, es que quiero mi vida. Quiero ser un poco más independiente. Siento que me he estado aprovechando de ti todo este tiempo, pero ahora ya... – dije sonriendo.

- ¡Cállate! No quiero oírlo.

- Pero Ohm...

- ¡BASTA! No quiero escucharte más, ¿qué será lo próximo que tendré que oír, que quieres dejarme? ¿Qué me cambias por otro? ¿Por el doctor? ¿Tiene esto que ver con él, verdad?

- Nooo, no tiene que ver con él. Tiene que ver solo conmigo. – Vi cómo se levantaba y empujando con furia la silla le vi girarse y encaminarse hacia el baño. – Ohm... Espera...

Me levanté y le seguí, le cogí de la muñeca y le detuve, me dio un manotazo para soltarse y se encerró en el baño. Me senté en el salón pensando en lo que había hecho mal. ¿Tan mal estaba que quisiera recuperar mis cuentas? No sabía qué me iba a costar tanto.

-

Esa noche me dejó durmiendo en el sofá. Por más que quise entrar a mi habitación para cambiarme de ropa interior, no pude hacerlo. Ohm se había encerrado en ella, y cuando se enfadaba, era mejor dejar pasar la tormenta.

Al menos tenía la nevera y la televisión. Y junto a ellas, una firme determinación, no iba a ceder ante su petición. Esta vez no. 

La luz de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora