Capítulo 14.2

153 35 14
                                    


PV Arthit.

Cuando le separé un poco de mí, él me agarró con fuerza. ¿De dónde sacaba esa fuerza sobrehumana?

Le susurré que su mamá se había ido llorando. No se movió hasta pasados unos minutos. Sus ojos estaban muy hinchados, solo hacía que llorar. Llorar tanto, no le iba a hacer bien, podía afectar a su operación, pero en tal situación, ¿quién no lloraría?

Le miré y empezó a gritar mientras pataleaba en la silla. Me quedé de piedra al escuchar que su mamá salió corriendo al enterarse que era gay, no me lo podía creer.

Vi contraerse la cara de Nin, sabía que iba a explotar, no le gustaban las injusticias. No pude decir nada al oír la explicación de Nin. Nada de lo que decían tenía sentido, pero faltaba un trozo de historia por escuchar.

Vi que Kong se levantaba furioso de la silla y empezaba a gritar a pleno pulmón. La puerta se abrió una vez más y la mujer de antes entró seguida de un hombre. Cada palabra que decía iba encajando en mi cabeza, pero ver a Kong llorando, frotándose los ojos para secarse las lágrimas sin hallar consuelo, realmente fue horrible. Mis ojos se llenaron de lágrimas, al ver lo solo que se había encontrado todos esos años, sin padres, sin amigos, sin pareja... No podía creer lo que acababa de escuchar.

El hombre caminó sin que Kong se enterara y sin más le abrazó. Empezó a acariciarle el cabello suavemente y poco a poco Kong se tranquilizó. Nin a mi lado, se había quedado sin habla. Se giró y me miró.

- ¿Quién es realmente ese chico? – me preguntó Nin.

- Yo le llamaba imbécil, pero creo que me equivoqué de mote – dije secándome las lágrimas. Le ofrecí un pañuelo a Nin, que lo cogió agradecida.

Miramos a la familia que se abrazaba amorosa después de muchos años.

Alguien llamó a la puerta reclamando a Nin y dejándonos un momento a solas, ella se fue.

En un murmullo bajito, Kong me presentó a sus padres y después dijo algo que no pude entender. Después se dirigió a mí y me los presentó.

Rápidamente se acercaron arrastrando a Kong con ellos para que les contara como fue la operación. Antes de acabar ambos me abrazaron.

Un grito desesperado me desgarró el corazón.

- ¡Arthiiiiiiiiiiiiiiiit!

Me acerqué hasta él. No estaba tranquilo, estaba demasiado nervioso, no lograba explicarme que le pasaba.

- Art... no... ero... no... otra... no...

Le llevé hasta la silla de Nin y allí me senté en la silla. Le hice sentar en mi regazo y empecé a acariciarle el pelo.

- Tranquilízate Kong, estás a salvo, no puede hacerte daño. Shhhh... - susurré mientras me balanceaba.

- ¿Qué le pasa Arthit? – la voz de su padre me hizo recordar que estaban todos allí mirando.

- Tiene una crisis de ansiedad, por lo que le ha subido la tensión en los ojos. ¿Les importaría esperar fuera?

- No claro, ¿quieres que busque algo de agua o alguna medicina?

- Algo de agua fría está bien, gracias – sonreí a su padre. Ya sé porque Kong era tan amable.

Sus padres salieron del despacho y seguí acariciando el pelo de Kong. De vez en cuando le dejaba algún beso en la frente pero Kong solo hipaba. Su padre entró dejando el vaso en la mesa. Me sonrió al salir.

- Kong, ¿puedes cerrar los ojos? Hay que bajar el calor – me miró sin ver y cerró los ojos.

Mojé dos pañuelos de papel y se los puse en ojos. Tardó algo más de media hora en bajar un poco la hinchazón. No sabía que consecuencias iba a tener, pero nada buenas seguro.

Kong había llorado bastante. Piensa Arthit... Kong se movió intentándose quitar los pañuelos.

- No Kong, no te los quites... Llevas mucho tiempo llorando y frotándote los ojos. Eso no es bueno. Esta mañana te he visto un par de veces hacerlo y ahora has llorado mucho. La presión de tus ojos debe de estar por las nubes. Mañana iremos a la consulta, voy a hacerte una revisión.

- ¿Puedo quedarme en tu casa unos días? – me preguntó. No sabía si había entendido lo que le acabada de decir.

- Kong, ¿has entendido lo que te he dicho? – Asintió.

- Que tengo que bajar la hinchazón o sino perderé visión.

- Ese es mi chico. – Me incliné y le dejé un suave beso en los labios. – Puedes quedarte en mi casa el tiempo que necesites, solo acuérdate que algunas veces viene Pha y tendrás que estar con él.

- Está bien, me gusta Pha.

- ¿He de tener celos? – pregunté con tono juguetón.

- No, - le vi sonreír, - soy todo tuyo.

Ya estaba más tranquilo, por lo que le hice levantar y le volví a sentar. Mojé de nuevo los pañuelos y se los puse de nuevo en los ojos. Salí de la habitación a informar. Les miré preocupado. No les quería engañar.

- Esto no pinta bien. Kong ha llorado mucho estos últimos días y se ha frotado mucho los ojos. La mayor parte del tiempo, ha tenido los ojos hinchados y como llorar produce sueño, la hinchazón tarda más en irse. Mañana me lo llevaré a la consulta por la mañana para hacerle pruebas. Llamaré a mi compañero para ver si tenemos la misma opinión. Hoy no he podido hacer mucho. Lo siento.

- Eso no es cierto. Hoy nos has devuelto a Kong. Me da igual que pueda ver o no. Lo quiero porque es mi hijo, y solo quiero verlo feliz.

- Arthit – hablaba su padre – solo tengo que decirte una cosa. Gracias. Gracias por cuidarle, gracias por operarle y gracias por hacerle ver. Gracias por hacerle ver que ese chico no era quien decía ser.

- Bueno... yo no hice nada, él solo se descubrió. Aunque sí que tengo que pedirles algo más. Kong me ha pedido si puede quedarse en mi casa algún tiempo, no he podido decirle que no. Espero que no les importe.

- Claro que no – su madre me abrazó.

- ¿Podremos ir a visitarle? – su padre me miró con duda y miedo.

- Mi casa es suya, venid cuando queráis.

La luz de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora