Capítulo 8.2

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PV Arthit.

Pha me miraba con una sonrisa que no supe cómo interpretar. Así que cogí el libro que había dejado en la estantería cuando había entrado Kong y volví a hojearlo de nuevo.

- ¿Qué diantres ha sido eso? – dijo Pha mientras sonreía más que antes.

- ¿Qué ha sido qué?

- No te hagas el tonto conmigo. Hasta el imbécil de Ohm ha notado vuestra atracción. Seguro que cuando llegue a casa, tendrán bronca seguro. Alégrate, a lo mejor le deja y entonces puedes cortejarle.

- Pha...

- Venga Arthit, hasta Kong se ha tenido que dar cuenta. Sino ¿por qué se iba a levantar y abrazarte con el tipejo delante? Y, ¿Por qué abrazarte solo a ti? En resumidas cuentas yo soy su doctor y fui el que le incluyó en la listas de trasplantes.

- Pero los dos sabemos porque te rompiste la pierna y te fracturaste los dos dedos...

Mis pensamientos vagaron solos, se dejaron llevar hasta el momento en que me abrazó. ¿Así se sentía su cuerpo? Creo que voy a desmayarme...

- ¿Tan bien se sentía que por eso tienes esa cara de idiota?

- Realmente, no se sentía bien, se sentía fenomenal – sonreí de oreja a oreja.

- Picarón... Seguro que te lo imaginas desnudo y sudado...

- Pha...

- Será que no es verdad. Pero dime, ¿entre la leche rosa y Kong a quién prefieres?

- ¿Por qué tengo que escoger a uno cuando, en mi mente, puedo tenerlos a los dos? Me gustaría tener a Kong sosteniendo un enorme vaso de leche rosa.

- Ya, tú lo que quieres es que se la eche por encima cuando esté desnudo y así lo puedas lamer.

Solamente pude sonreír con un poco de vergüenza, pues no podía quitarle parte de razón.

- Oye... ¿Qué te parece si salimos este fin de semana? Así celebramos que Kong ya no estará con el imbécil y puedes empezar a cortejarle.

- Está bien. Que sea el sábado quiero dormir antes de salir.

*

Cuando plegué, salí de la consulta y me dirigí a casa pasando antes por la tienda de fideos para conseguir algo de cenar.

Al llegar a casa, me metí en la ducha, dejando que el agua recorriera mi cuerpo. Sonreía como un tonto cuando resonaban las palabras de Pha en mi mente. Y volví a sonreír cuando repasé cada una las acciones de Kong esa tarde.

¿Puede ser posible que Kong empiece a sentirse atraído por mí? Mis manos recordaban su tacto, mis brazos recordaban su espalda y mis oídos cada una de las palabras que me dijo.

*

Me senté en el suelo mirando la cantidad de papeles de Pha aún por corregir y mientras contemplaba el primero con lástima, empecé a comer mis fideos.

Cuando tenía varios textos corregidos, mi teléfono sonó.

- Diga – acabé de tragar los fideos.

- ¿Arthit? – sonreí al escuchar la voz al otro lado de la línea.

- ¡Nin! ¡Qué agradable sorpresa! ¿Qué te cuentas? ¿Ya te has casado? – Escuché una risa al otro lado de la línea.

- Sí, me casé hace tres meses pero te llamo porque tengo que pedirte un favor.

La mujer que me llamaba era Nin, tiene cincuenta y cinco años y, según sé, esta era la tercera vez que se casaba. Nin, es la directora del Bangkok School for the Blind. Esta era la escuela para ciegos donde ayudaba dando charlas a los adolescentes y adultos que se encontraban allí.

- Necesito que vengas a verme.

- ¿A ti? ¿Tanto me echas de menos? – reí.

- Tonto, pero sabes que sí. Tenemos algún que otro adolescente conflictivo y no podemos calmarlos. Creo que tú es la persona indicada para que les des una charla de las tuyas. Eres positivo y alegre y no discriminas a nadie.

- Nin, no hace falta que me alabes y me hagas tanto la pelota, sabes que lo haré encantado. Me encanta ir a verte.

Después de quedar con ella para ir a dar una charla un sábado por la tarde, colgué y me volví a centrar en los papeles.

Acabé de revisarlos cerca de la una de la madrugada. Agotado, me levanté y me dirigí a la cocina para beber un vaso de leche. Aclaré el vaso y me fui directo a la cama. Cuando toqué el colchón, me dormí soñando con el hombre que poco a poco me estaba volviendo loco. 

La luz de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora