Blood Crown +21

Capítulo 11

⚜️ Lealtades ⚜️

El sol brilla en todo su esplendor en lo alto del cielo, a diferencia de otros días hoy había retomado su protagonismo, ahuyentando a cualquier intruso, ni siquiera las nubes que día a día usurpan su lugar hoy se atrevían a aparecer, el calor y la brisa corrían por todo Mdlame inundando a los habitantes de cierta alegría.

Alegría que no llegó a la villa, pues el aire tenso aún perdura entre los presentes, Alexandro no había abierto la boca desde que su demás familia con el príncipe abandonaron el lugar. Por otro lado, Astarté y Argos se habían ido afuera dispuestos a no hablar, podía escucharla entrenar, pero ni siquiera quería ir a verla, la última vez había dejado inconscientes a cinco de los guardaespaldas que estaban con ella.

Estando aquí no sabía si su decisión de volver era correcta, estaba claro que los De'Ath querían reconciliarse con su hermana, pero no con él, no importaba lo mucho que él hubiera logrado jamás sería digno del reconocimiento y orgullo de su familia, algo que deseaba profundamente, lo sabía, pero no podía hacer nada. Nunca fue, es o sería digno de ser uno de ellos, a su propia melliza la había lastimado tanto al partir en busca de su pequeña hermana que aun se lo reprochaba, pero la pequeña Elli no entendía que debía cuidar de ambas hermanas, cosa que ninguno de ellos había hecho y menos él. Recordaba como su rubia melliza lo perseguía por todos lados cuando eran pequeños, lloró y le suplicó que no se fuera, pero él se sentía en deuda con la pequeña zanahoria que finalmente partió en su búsqueda. A partir de ese día Ellie lo odio como a ninguna otra persona, no, aquello no era cierto, sobre él odia a la pequeña Astarté, e incluso la culpa de robarle el amor de su mellizo, a ella la repudia, la asquea, e incluso podría decir que no soporta verla, tristemente sus ojos reflejan todo aquello cuando mira a su hermana.

Con la cabeza hecha un lio se asomo por los ventanales de la casa, a unos metros del lago estaba en pantaloncillos con una vaga playera si se le podía llamar así a la tela que cubría pechos y el largo cabello trenzado, se movía con agilidad combatiendo al hombre numero nueve que trataba de seguirle el paso, no es difícil deducir cuántos han tenido su turno ya, pues son los que se encuentran tirados en el pasto tratando de recuperar el aliento, Argos en cambio degusta un gran pedazo de carne observando a su ama. A sus ojos Astra está sufriendo por lo sucedido y no duda de su conclusión, la conoce, sabe que por muy fuerte que trate de ser aquello le está carcomiendo, la tristeza nuevamente hace de las suyas en su mente y de verdad que en estos momento quisiera poder hacer algo que la ayude.

*

A las 3:30 pm exactamente el carruaje de lady Astarté sale de la villa en compañía de su hermano y Argos. A medida que el carruaje avanza y los árboles pasan por la ventanilla quedándose atrás para darle la bienvenida al pueblo su mente piensa satisfecha en lo sucedido, tristemente para algunos esto solo es el comienzo de algo tan grande como nunca se ha visto, como es de esperarse ella va a brillar tan inocentemente poderosa como ningún otro, ni el sol podrá opacarla, que todos se alisten, recen y se encomienden, el juego apenas está por iniciar.

El viaje a casa del señor Meldier toma alrededor de 20 minutos, su casa se encuentra situada perfectamente en una de las mejores colonias como es de esperarse, a unos metros de ellos debería encontrarse la mansión De'Ath, igual de grande, lujosa y hermosa como todas las demás. Pero raramente ahora que la ven después de tanto tiempo ya no parece aquella casa imponente que solía ser, más bien se ve un poco desgastada y vieja, aún luce bien, pero ha perdido aquello que imponía miedo.

El carruaje se detiene frente a la mansión de color blanco y azul, con un increíble jardín lleno de flores coloridas, una entrada elegante en combinación con todo el lugar. La reja se abre para Lady Astarté y sus acompañantes, quienes una vez dentro bajaron del carruaje encontrándose con el matrimonio Meldier.