Capítulo 5

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Por un momento se detuvo, reprendiéndose mentalmente al irrumpir de ese modo en la habitación de su señor. Deslizando la puerta sin siquiera detenerse a tocar y mucho menos a anunciarse y preguntar si deseaba verlo o podía pasar. Aunque en los días anteriores hubiese estado entrando y saliendo sin cuidar los protocolos, porque era evidente que JaeBeom no iba a responder, ahora debía volver a tener en cuenta su posición.

Arrepintiéndose de su impertinencia, JiaShuai dejó que BamBam cerrara la puerta, acercándose a paso sutil hasta arrodillarse al lado del pelinegro.

Echó un primer vistazo a su cuerpo, notando su respiración acompasada, indicativo de que ya no dormía y su postura tranquila. Habló suave.

— Mi señor... ¿está despierto? Siento molestarlo.

Secretamente temió ver esos ojos naranja rojizos de nuevo, pero en cuanto él los abrió, eran los mismos café oscuro de siempre y sin ser consciente, dejó escapar un casi imperceptible suspiro de alivio.

BamBam permanecía atento, pero callado, un poco más alejado. JiaShuai no comentó con nadie aquel incidente, pero sabía que para BamBam, el ambiente se sentía diferente.

JaeBeom le devolvía la mirada desde su lecho, como si sus ojos no terminaran de acostumbrarse a la iluminación. Ni sus oídos a la ausencia del silencio.

— ¿Se encuentra bien? ¿Cómo se siente?

— ¿Cuánto...? —Escuchó su propia voz, sonaba un poco ajena y pastosa.

— Siete días, desde que regresamos. Fueron días angustiantes para todos nosotros. Usted realmente lo pasó mal. Presentó un cuadro fébril bastante elevado y no estaba reaccionando a las medicinas, ni a la magia. Bam hizo todo lo posible, pero era como si se resistiera, como si peleara. Daba la impresión de que entraba y salía de la inconsciencia. Estuvo removiéndose. Pero, de verdad, ¿se encuentra bien? Permítame revisarlo.

Mientras intentaba asimilar la información, le tendió una de sus muñecas al contrario, conocía la rutina de revisión que llevaba a cabo JiaShuai cuando su salud era delicada. Lo dejó contabilizar sus latidos.

Le permitió que escuchara sus pulmones, luego de sentarse y que las sábanas se deslizaran hasta quedar a la altura de sus caderas, que revisara sus pupilas.

— ¿No recuerda nada?

— ¿De...? —Jia se reprendió un poco. Su curiosidad lo había traicionado y preguntó aquello sin pensar en que no estaban a solas.

— De esos días. ¿Soñó algo? ¿Recuerda algún momento en que fuera consciente? ¿Qué es lo último que recuerda?

JaeBeom empezaba a pensar que tantas preguntas juntas le estaban provocando dolor de cabeza. Negó. No recordaba en lo más mínimo haber despertado en algún momento, y aunque sí había soñado, sus memorias se habían ido diluyendo con el transcurrir de los minutos, así que era lo mismo a no haber soñado nada. Lo último que recordaba, era ese cielo azul violáceo, la suave voz de Jackson, la sensación de su piel. Como si él mismo tuviera magia y esta reconociera la del demonio, enredándose. Pero eso último se lo guardó para sí y ante su silencio, JiaShuai volvió a hablar.

— Debe comer algo. Luego podrá descansar. —Conocía tan bien a JaeBeom como para saber que lo primero que este deseaba era estar a solas para poder descansar, y lo último, encargarse de sí mismo. Por eso sugirió, o más bien, impuso lo primero.

Sin esperar una respuesta, se levantó y lo dejó volver a recostarse mientras él salía con BamBam y cerraba tras de sí. Los años de servicio y aún más, sus años de amistad, le concedían ciertas libertades. Encargó una comida ligera y apetecible, acompañada del té preferido de JaeBeom. Les confió, también, la tarea de vigilar que comiera, él tenía asuntos que atender.

Diábulus • JackBeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora