일곱 (ilgob)

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—Es que no lo entiendo, Nuna —. Soobin se sacudió el cabello frustrado, ella le sonrió de lado y se sentó junto a él en la mesita de la librería.

—Dijiste que querías algo que te hiciera pensar —.

—Pero ¿Que le voy a pensar a esto? ¡Son siete palabras! —. Anabella sabía que probablemente había exagerado un poco al dejarle el micro relato de Augusto Monterroso "el dinosaurio". Sin embrago, Soobin era un lector voraz, aunque desorganizado, así que de seguro le serviría para darse tiempo de procesar las lecturas.

La campanilla de la tienda sonó cuando alguien entró, Anabella se quedó pasmada en su lugar al ver al castaño cruzar el local hasta pararse frente a ella. Él se veía inseguro, un poco turbado, una mezcla de arrepentimiento y vergüenza se arremolinaba en sus ojos. La chica estaba igual, sin embrago ella no le daría el gusto de verla perturbada y sin siquiera planearlo adoptó una postura defensiva y arisca. Trató de recordar el consejo de su amiga y respirar.

Soobin seguía hablando, aunque ella había dejado de escucharlo en el mismo momento en que Taehyung cruzó las puertas. El pequeño azabache miró extrañado al joven que acababa de pararse junto a él. —Hola... ¿Podemos hablar? —. Su voz fue un susurro, ella se puso en pie para estar a su altura, hasta ahora no le había molestado el tener que inclinar ligeramente la cabeza para verlo a los ojos. Maldito metro setenta y cuatro.

—No sé... Depende de con quién voy a hablar ¿Taehyung o el señor Kim del grupo Jegug? —. Él frunció el ceño frustrado.

—Entiendo que estés molesta, Ann —. Ella le dio la espalda y se encaminó hacia la caja donde estaba Jennie con la señora Tzuyu, tía de Soobin y dueña de la tienda. Taehyung la siguió y la sujetó de la muñeca antes que cruzara al otro lado del mostrador donde él no podría seguirla. —Por favor... Sólo un minuto —.

Ella tomó aire, tratando de controlarse. —Estoy trabajando —. Él insistió, antes que ella pudiese decir nada Jennie se metió en la conversación.

—¡Debería ir, Unni! Yo la cubriré mientras no está, a Tzuyu unni-nim no le molestará... ¿Verdad ajumma? —. Tzuyu intercambió una mirada cómplice con la muchachita rubia y se dio la tarea de ir por la mochila de Anabella mientras Jennie le sacaba el delantal.

—Está bien, linda. Ni siquiera hay tanta gente hoy, ve con este joven guapo a comer algo y ya nos contarás mañana —. Anabella tomó el bolso sin mucha convicción, trató de negarse, pero no había mucho que hacer ante ambas féminas amantes del romance que la empujaban a irse. Ambos se despidieron, Taehyung les agradeció a ambas y le abrió la puerta a la castaña para que saliera primero.

La chica lo tomó de la manga de la sudadera verde oscuro que Taehyung traía y lo arrastró a un callejón junto a la tienda. —¿Qué demonios crees que haces, Taehyung? —.

Ella estaba molesta. —Solo quiero que hablemos como dos adultos —. Kim resopló frustrado. Las cejas de la joven estaban fruncidas en una mueca de disgusto.

—Bien, señor adulto. Dame una sola razón para no mandarte al infierno en este instante —.

Él suspiró mientras cerraba los ojos, tratando de encontrar las palabras precisas para explicarse. — La persona que soy ahí adentro, contigo... No puedo ser esa persona afuera, en el mundo. Soy el heredero de una gran corporación. No puedo darme el lujo de ser el chiquillo sentimental que lee a Jane Austen y hace manualidades con papel aquí afuera... ¿Puedes entender eso? ¿Es demasiado pesado para ti? —. Su mirada era abrasadora, ella no supo en qué momento la distancia entre sus cuerpos se había acortado, pero era capaz de sentir el calor que irradiaba el cuerpo del hombre junto a ella.

You so kiutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora