El pecho agitado, las sábanas revueltas y el sudor perlándole la piel. Respiración convulsa, mejillas sonrojadas, el cuerpo hipersensible, su garganta desgastada y las caderas molidas.
El cálido cuerpo de Raquel tendido junto al suyo entre las sábanas manchadas.
Su inconsciente había acabado con él con todas esas sensaciones y visiones por completo imaginadas.
Jungkook despertó con la mente nublada por el orgasmo; confundido, tratando de ubicarse después de salir del estupor del sueño y del éxtasis de su pasión. Gimió frustrado enterrando la cabeza en la almohada al saberse agitado y con la ropa interior húmeda.
Menuda manera de empezar el día.
Estaba llegando tarde al hospital; se había demorado en la ducha limpiándose, su mente perdida en los recuerdos del encuentro que había tenido con su vecina mientras dormía, luego limpiándose otra vez. Su mal humor era evidente, incluso Park Jinyoung, quien disfrutaba molestándolo, había decidido mantener su distancia del azabache gruñón con quién hacía las guardias esa semana.
Urgencias estaba inusualmente vacía, lo que les traía cierta paz, por lo que Jungkook no tuvo problema en acompañar a la doctora Manoban a revisar unos archivos en su oficina.
—Gracias por darme una mano con esto, Jungkook. No sabes lo mucho que necesito tu... ayuda —. Ella le habló mientras abría la puerta del despacho y lo dejaba entrar.
Las persianas estaban abajo, tanto en las ventanas como en la media pared de vidrio. Fue lo único que Jeon pudo advertir antes que Lalisa lo estampara contra la puerta y le robara el aliento en un beso feroz.
Jungkook no era tonto, sabía a la perfección lo que Lisa quería desde el momento en que ella le sonrió coqueta mientras lo devoraba con la mirada al conocerse. Él la había visto contraer los muslos aquella vez que tuvo que quitarse la camisa del uniforme en la sala de descanso, revelando su torso firme y tatuado ante ella, una enfermera y tres compañeros más. Había sentido esa misma tensión que emanaba de la cirujana en un centenar de mujeres desde que tenía 17 años y había dejado atrás su aniñado rostro. Él sabía perfectamente lo que ella quería.
Así que la tomó por la nuca, estrujando le el cabello mientras le devolvía el beso con violencia.
Ella metió las manos debajo de su ropa, tocando su torso y espalda. Él pudo tomarla ahí y en ese momento; sacar el preservativo que tenía dentro de la cartera, en la bolsa trasera del pantalón, y empotrarla contra el escritorio o tenderla sobre la alfombra gris.
Abrió los ojos y la encontró ahí, con los ojos negros dilatados, sus delgados labios enrojecidos por la ferocidad de los besos compartidos; su cabello, también negro, corto y tan liso que se le escurría entre los dedos con facilidad. Lisa era alta y estilizada, con busto pequeño y caderas estrechas.
Pudo, pudo satisfacerse con ella y anexarla a la gran lista de "mujeres que habían tenido sexo con Jeon Jungkook". Él podía y nada serviría para impedírselo.
Un buen polvo para deshacerse de toda la tensión que tenía acumulada, la dopamina y serotonina friéndole el cerebro para olvidarse de los fantasmas en su cabeza.
Claro que podía. Pero no quiso.
Porque al abrir los ojos, toda llama de deseo en su interior se apagó de golpe. Porque su cabello no era rubio, rizado y largo. Porque sus labios no eran como los de ella y su cuerpo era larguirucho y plano en comparación con sus suaves curvas y su tamaño de maní. Esa piel pálida no le provocó ni el más mínimo ápice de provocación sexual.
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You so kiut
FanfictionLa noche fue un testigo involuntario del avanzar de ambos corazones. El bajo rumor del aire acondicionado en una habitación oscura; la lluvia cubriendo la ciudad, en la familiaridad de la nebulosa soledad. ¿Cuándo será el momento en que la niebla s...