𝖳𝗁𝖾 𝗉𝖾𝗋𝖿𝖾𝖼𝗍 𝗐𝖾𝖽𝖽𝗂𝗇𝗀 | 𝗧𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻

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Dinner and fight

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El día comenzaba a terminar luego de un ajetreado día buscando la pastelería ideal para encontrar algunos pasteles que estuvieran perfectos en los estándares de su mejor amigo y al final no encontraron nada porque, según Taeyong, el menor con nada parecía estar conforme.

El cielo oscureciendo notoriamente, las estrellas que a lo lejos se podían observar con claridad, la brisa fría y las miles de luces que hacen brillar a la ciudad, haciendo mágica la ciudad surcoreana. Ten extrañaba ese paisaje tan monótono para algunos, pero para él, lo ponían nostálgico y de vez en cuando, alguna traviesa sonrisa que aparecía.

Aún recordaba los fines de semana tan divertidos que le daban mucha nostalgia recordarlos. Las salidas que se pasaban tan rápido gracias al buen ambiente que tenían sus amigos, en donde pasaban conversando cosas triviales, haciendo bromas y divirtiéndose con la compañía de los otros.

Era tan lindo sus tiempos de juventud, pero los tiempos cambian, unas personas se van de tu vida y otras aparecen, y al final todo se quedará impregnados en recuerdos que vagan en su mente como una película.

Ten sintió la brisa fría pasar por sus cabellos, por sus mejillas y por su rostro, recorriendo todo su cuerpo, haciéndole sentir escalofríos.

Taeyong al notarlo decidió sacarse la chaqueta de sus hombros tímidamente y colocarla delicadamente sobre los hombros de otro chico, lo hizo tan despacio para no alarmar al más bajo, quien solo lo miró con desaprobación antes de acurrucarse más en la chaqueta del mayor.

ㅡgraciasㅡ dijo Ten en voz baja un poco apenado por la situación. ㅡpero ¿tu no tienes frío?

ㅡno, no tengo frío, tranquilo, y si me da no importa ya casi llegaremos a casaㅡ respondió Lee mirando a los ojos al bajito quien solo asintió antes de quitar la mirada del mayor y adelantarse.

ㅡdeberíamos ir a cenar, tengo mucha hambre ¿te parece?

ㅡsi, me parece bienㅡ Ten solo asintió antes de seguir caminando.

Ambos caminaron hasta un pequeño local de comida tradicional del país. Un fuerte aroma a especias y pasta inundó las fosas nasales de Taeyong al pisar el lugar haciendo que su estómago rugiera por comida.

Cuando ya ordenaron sus comidas y eligieron una mesa apartada de las demás, un silencio se instaló en medio de ellos, no era incómodo pero si fastidioso. Ten por su lado, siempre hablaba más de la cuenta ya fuera con sus amigos y conocidos, pero en cambio Taeyong, era más tímido y entablar una conversación con alguien se le dificultaba y más si era con aquella persona que era tan importante para Doyoung.

ㅡ¿estás feliz por tu boda?ㅡ preguntó Ten mientras revolvía su tazón con los palillos.

ㅡsi, estoy feliz por que al fin ya estaré para siempre con la persona que más amoㅡ respondió mientras sus ojos se iluminaban y sus mejillas tomaban color al pensar en aquel chico quien le pertenece su corazón.

ㅡnunca digas para siempre, nunca se sabe que puede pasar en un futuroㅡ respondió fríamente Ten con su típico tono cargado de honestidad. ㅡademás, si te soy honesto, puedo ver en tus ojos que no estás tan feliz como dices.

ㅡ¡¿pero que estás diciendo?!ㅡ exclamó Taeyong al ver la mirada incrédula que le daba el menor. -claro que estoy feliz.

ㅡLa primera vez que nos conocimos no te dije algo pero creo que es el momento oportuno ¿no lo crees?ㅡ dijo Ten mientras llevaba un poco de Kimchi a su boca. ㅡsi le haces daño a Dodo, despídete de tu lindo rostro porque lo desfiguraré con mis puñosㅡ advirtió el menor apuntando amenazadoramente con los palillos al mayor.

ㅡYo jamás dañaría a la persona que más amoㅡ defendió Lee, para luego terminar con el poco de comida que quedaba en su tazón.

ㅡcambiemos de tema, creo que ya entendiste bien a lo que quiero llegarㅡ dijo el rubio mientras limpiaba sus labios con la servilleta de papel.

ㅡ¿puedo preguntarte algo?ㅡ Ten asintió ante la petición del mayor ㅡsi eres el mejor organizador de bodas de todo el lugar ¿por que aún no te has casado todavía?

Taeyong había abierto una herida en el corazón de Ten. El rubio solo tomó otra copa de su cerveza antes de responder.

ㅡpor que a mi me gusta estar soltero y mejor deja de entrometerte en mi vidaㅡ respondió enfadado ㅡmejor ocúpate de tus asuntos y me dejas con los míos.

ㅡcon esa personalidad ¿quién te toleraría?ㅡ dijo incrédulo Taeyong que logró que hasta ahí llegara la paciencia de Ten.

Siempre supo que el peli negro siempre fue una molestia desde que lo conoció pero ahora se daba cuenta que era peor de lo que pensaba.

Así que sacó algunos billetes de su bolsillo y los tiro en la mesa, al mismo tiempo se sacó la chaqueta del mayor de sus hombros y se la estampó en se rostro. Y luego dejó el local entre grandes y fuertes pisadas mientras maldecía hacia la parada de taxis de la ciudad.

ㅡ¡Perdón, Ten!ㅡ gritaba Taeyong, quien corría tras el nombrado.

ㅡvete antes de que te golpeeㅡ amenazó el menor apretando sus puños.

ㅡPerdóname, no era mi intención ofenderte.

Ten iba a retomar su camino pero Taeyong lo tomó de su muñeca y lo volteó. Ambos se miraban a sus ojos en la oscuridad de la noche.

ㅡ¿qué haces?ㅡ preguntó Ten tratando de soltar su muñeca pero fue misión imposible, el mayor era más fuerte.

ㅡno te dejaré ir hasta que me perdonesㅡ dijo el mayor con un tono demandante y una expresión de culpabilidad, que según Ten, parecía un perrito con aquellos ojos brillantes y su pequeño puchero que hizo en sus labios.

ㅡno te lo voy a decir dos veces, así que escuchaㅡ Ten aprovechó que él mayor suavizó su agarre y soltó su muñeca y en un movimiento rápido, tomó de la oreja a Taeyong, quien no paraba quejarse. ㅡte perdono pero te acabas de ganar al peor enemigo que podrás conocer en tu vida.

ㅡcuando te enojas me das mucha ternuraㅡ bromeó el mayor, ganándose que Ten jale de su oreja, haciéndolo quejarse de nuevo.

ㅡvámonos ya a casaㅡ dijo Ten soltándolo para que comenzaran a caminar. ㅡy pobre de ti si dices algo en todo el camino.

Taeyong solo asintió al ver al menor con su fuerte mirada y sus pisadas llenas de enojo. Claro que le daba muy temor aquel rubio, cada vez que veía a Ten enfadado , se sentía como un pequeño ratón indefenso, a punto de ser comido por un depredador.

Y así siguieron hasta llegar al departamento del mayor, aunque ninguno habló ni una sola palabra en el camino, se podía sentir una tensión entre los dos.