19. Perdido

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Advertencia de violencia e intento de abuso.

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Pocos días pasaron. Y el aviso de tener cerca el fin del año escolar hacía que los adolescentes aprovecharan su tiempo libre.

Libre relativamente.

Pues mientras algunos empleaban la falta de tareas para concentrarse en estudiar para sus exámenes finales; otros se la pasaban divirtiéndose mientras aún les quedaba tiempo para seguir viéndose las caras. Y exactamente ese era el caso de Bakugou.

Salió del baño de aquella casa, la casa de un tal Keigo que no conocía de nada, pero que se enteraron que ofrecía su casa libre de padres para dar lugar a una fiesta de esas repletas de adolescentes hormonales e impulsivos. Donde había chicos y chicas de su escuela y de otras secundarias, de diversos años, tanto menores y algunos que recién cumplieron la mayoría de edad, aunque no faltaban aquellos que les llevaban más años. 

La música retumbaba en cada esquina donde se agrupaban adolescentes con botellas de distintas formas y distintas marcas en el piso, algunas aún llenas de alcohol barato de colores, y otras ya vacías, peligroso para quienes se tambaleaban perdidos por las paredes.

Bakugou encendió un nuevo cigarrillo mientras caminaba y se hacía espacio entre el pasillo atiborrado de personas.

Fue así que por fin encontró al grupillo que siempre andaba pegado a él. Invadieron todo el centro de aquella sala ocupando el juego completo de sofás y la delicada mesita de centro de vidrio, perfecta para que Shigaraki hiciera perfectas líneas de polvo blanco sobre ella.

No es que el rubio haya retomado su lugar como amo y señor de aquel grupo de idiotas, sino que, quizá estaba encontró una manera de hacer la viva imagen de Deku más borrosa, sólo si lograba que su mente volara por otra parte que no fueran sus pecas y sus rizos verdes.

La hierba envuelta en un pitillo había dejado de serle útil; también el alcohol, aunque la bebida guardada en su habitación jamás faltaba. Y para cuando quería verse normal y ocultar al ermitaño ser en el que se había convertido, cuando quería evitar las incómodas preguntas de su pérdida de peso y la baja de su energía; cuando tenía que estar fingiendo en lugares como este: el speed, sustancia a la que tanto apego le había tomado este último mes de escuela.

Pero no había probado nada de eso hoy. Ese mismo grupo lo había previsto, hoy probarían algo distinto y acordaron estar limpios para eso.

Se estrelló contra el sofá de tres personas, en donde de izquierda a derecha se acomodaron Denki, Eijiro y él, atribuyendo su letargo al efecto del alcohol en su sangre y a la nicotina. Tampoco es que alguien ahí vaya a reprochárselo.

—Que feo que Mina haya delatado a Yaoyorozu. Eso no se hace, hermano.

—Cierra la boca, Denki.

—Eso debías decirle a tu noviecita. Y no a mí ¡Ah! Pero Kirishima es una mariposa cuando se trata de ella.

—O dejas de hablar de ella o yo en este momento grito por quién tú eres una mariposa —amenazó el pelirrojo en voz baja, cerca de su oído para que solo lo escuchara su amigo, aprovechando para estirar el brazo por detrás la espalda de Denki y alcanzar a estrellar la colilla de su cigarro en el cenicero que aguardaba en el brazo del sofá.

—¡Hey! ¿Ahora me amenazas? ¿Por Mina? Ya no eres divertido, hombre —sonrió pícaro y decidido a retarlo, antes de que un grito los silenciase a ambos.

—¡Cállense! —espetó la dichosa morena. Se hallaba en el extremo del sillón contiguo al de los chicos, cruzó las piernas y pasó el vaso de alcohol que tenía hacia su compañera, Kyouka—. Nos suspendieron. Punto. Todo por culpa de esa sapa y el estúpido de Midoriya. El idiota me gritó incluso.

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⏰ Última actualización: Aug 02, 2021 ⏰

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Sonreír por ti (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora