16. Olvido.

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Habían pasado dos días desde el incidente con la sorpresiva tormenta en el bosque Kamui.

Los mismos chicos se vieron obligados a tomarse la pesada tarea de remediar todo el desastre ocasionado por la naturaleza; no podían dejar el bosque con carpas deshechas, basura y restos de alimentos por todas partes.

Así también, los maestros pidieron la disculpa correspondiente a cada estudiante alegando que fue un descuido suyo el no verificar las condiciones del clima y que por una gran suerte, no ocurrió nada de qué lamentarse.

Por este mismo hecho fue que se puso en duda el turno de las señoritas.

Los maestros discutieron acerca de si sería lo prudente enviarlas a la intemperie, aunque ahora se hayan informado bien del clima en esa región no podían sentirse totalmente seguros luego de lo ocurrido.

Al final se optó por dejarlas ir, no pudieron negarse a la insistencia de la multitud femenina. Se siguió el mismo procedimiento que para los chicos y se formaron los equipos según el criterio de los mayores.

Esa mañana de viernes, al tener todo listo desde muy temprano, Izuku, Iida y Todoroki salieron para despedirse de sus amigas.

—Diviértete Uraraka —dijo el de ojos verdes con una tímida, pero sincera sonrisa.

—Tenlo por seguro —afirmó la castaña levantando el dedo pulgar con determinación mientras que con la otra sostenía un bolso con sus pertenencias—, aunque... —de pronto su seguridad se redujo— espero entenderme con Yaoyorozu.

La nombrada de cabellos oscuros se hallaba unos metros más distante conversando con algunos chicos y su inseparable amiga, Jirou. El pequeño grupo de amigos tan solo las observaba de reojo.

—Tranquila, no creo que sea mala persona —la animó Iida apoyando una mano en el hombro de Uraraka.

—No importa de todas formas, ¡Haré lo mejor para que podamos llevarnos bien! —sonrió jugando con uno de sus mechones cafés—. Tsuyu tuvo más suerte, estará con una chica llamada...

—Tooru —completó la de ojos saltones.

—Ella.

—¡Señoritas, no sigan tardando por favor! —anunció con la ayuda de un megáfono el profesor Yamada—. Todas ya pueden partir con sus respectivas parejas, no se separen y recuerden que ante cualquier emergencia deben volver aquí de inmediato.

El tiempo en el que ellas estarían fuera sería el mismo que el que fue para los varones; regresarían el domingo por la mañana. Lo diferente ahora fueron las ubicaciones, los equipos fueron situados casi cerca a otro y no muy lejos del refugio principal. Todo por seguridad.

—Momo, Jirou... no nos fallen —fue la despedida de un pelirrojo de sonrisa pícara que recibió la afirmación segura de parte de las chicas recién nombradas.

—¿Y... y si mi compañera sospecha que no estoy? —dudó la de cabello corto.

—No importa, le dices que no diga nada y ya —dijo Denki despreocupado y sentado sobre un tronco partido—. No creo que nos delaten. Y sino... La traes también.


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La partida de las chicas no generó un gran cambio dentro de la rutina de los muchachos. Al menos no aún.

Luego del almuerzo, el grupo entero de chicos revoltosos se reunió en la habitación de Kaminari aprovechando que los ajenos no se encontraban ahí.

A la hora del medio día el calor siempre se hacía más sofocante. El sol se hallaba en su punto más alto y sus rayos traspasaban las ventanas, calentando con más intensidad aquel mediano ambiente cerrado de cuatro paredes.

Sonreír por ti (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora