11. No.

9.6K 840 975
                                    

Toda la clase se la pasó con una mueca de odio total hacia el universo. La mandíbula le dolía de tanto apretar los dientes. Lo único que lo mantenía despierto era hacer ese tic con sus dedos sobre su cabeza.

Lo admitía estaba nervioso.

Después de tener esa conversación con Deku, se había sentido estúpidamente ansioso. No estaba siendo coherente. No podía sentirse tan feliz por tener una simple conversación con un chico que se supone que le temía a muerte y hasta odiaba.

Pero no lo odiaba.

Estar a sus espaldas toda una clase era recordar y percibir en carne viva el repentino abrazo antes del almuerzo. Sus delgados brazos y pequeño cuerpo contra él, una sensación que le provocaba un escalofrío desde la columna cuando trataba de memorizar el sencillo toque de su frente posándose sobre su espalda.

Mierda ¿Qué es esto?"

Sacudió la cabeza tratando de alejar esos pensamientos, algo no iba bien. El corazón no podía acelerarse por algo tan mundano como querer repetir a toda costa esa sensación de querer y poder tocarlo.

La tortura era esa. Lo tenía tan cerca literalmente, a centímetros de alcanzarlo con la punta de sus dedos y de fundirse en el aroma a lavanda de su ropa bien planchada. Y a pesar de eso, la realidad era es que estaba a kilómetros o quizá millas de lograrlo, demasiado lejos para atreverse siquiera a imaginarlo.

Era nostálgico.

Apreciar su sonrisa de pronto parecía ser un recuerdo en blanco y negro, una imagen estropeada por la erosión del tiempo, sobre la cual Katsuki no podía hacer nada. Pues esa fotografía que de alguna manera se desenterró de lo más inhóspito de su memoria, ya no era suya. La sonrisa brillante debajo de ojos ilusionados color verde jamás volvería a ser para él.

Y ese pensamiento de que algo podía estar tan lejos de sus manos le generaba impotencia, y actualmente le estaba carcomiendo la capacidad de tomar atención a lo que decía el maestro.

Pero, eso no era lo peor. Lo peor, lo anormal, era que estuviera preocupándose por cosas como esas, y que además lo hacía estando totalmente consciente de ello. Lo enojaba, y también lo enojaba Deku.

A penas sonó el timbre, guardó rápidamente todas sus cosas y se levantó importándole un comino todo el resto. 

Corrió a los baños para mojarse la cara y así calmarse un poco, como si ya no lo hubiera intentado durante el almuerzo, realmente no funcionaba, no le quitaría esa empalagosa emoción de su cuerpo. Era como sentirse ahogado, sin aire y sofocado en un sitio diminuto y cerrado, donde no podía mover ni los brazos.

Mala suerte para aquel que decidió entrar al baño justo cuando Bakugou se encontraba en su peor humor. Muy mala suerte para el mismo chico con quien tenía un asunto que arreglar y que cuya melena violeta hoy se encontraba despeinada hacia abajo, queriendo hacer menos notable quizá el vendaje de su mejilla y la pequeña herida en su labio inferior.

—Hey, tú, tú, tú... —el recién llegado fue detenido de frente, suspiró agobiado cuando aquel solitario rubio de mirada sádica se dirigió obviamente hacia él—. Tú eres Shinsou, ¿no?

—Ehh... ¿si? —trató de parecer indiferente, pero el miedo en sus ojos era algo que no podía ocultar tan fácilmente estando de frente al supuesto cabecilla del grupo de bravucones que precisamente conoció ayer y de la peor forma posible.

—¿Por qué demonios aceptaste hacer esa estupidez con Deku? —Bakugou sentía su cuerpo arder junto a cada paso que daba hacia delante. Su tono fue lo bastante tosco como para provocar que el contrario retire la mirada hacia otro sitio, no solo por la intimidación sino también por la vergüenza de que otra persona sepa sobre el maldito video.

Sonreír por ti (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora