10. Mejora.

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Bakugou: los quiero ver en mi casa a las 5. Avisale a Kirishima.

Kaminari: claro ^^ a q t reirás mucho con el video n serio.


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—¿Izuku? Ya llegué.

Abrió los ojos con pesadez. La dulce voz de su madre y el cerrar de la puerta delantera lo despertaron con bastante facilidad considerando su sueño liviano. Miró el reloj que tenía al lado notando que ya eran cerca de las ocho de la noche.

"Dormí toda la tarde", pensó antes de hacer un esfuerzo por levantarse, pero a penas lo hizo, sintió como si todo el aire se le escapara de un sopetón. El costado de su cuerpo aun dolía cuando hacía ese tipo de movimientos como al estirarse o desperezarse.

Trató de calmar su tensión recostándose en su lecho una vez más. Mala idea, pues su mente trajo como un balde de agua fría cayéndole encima el recuerdo de todo lo que había pasado esa mañana. Y ahora, aparte del dolor, sentía como si el mundo lo estuviera clavando a esa cama, dejándolo sin fuerzas suficientes ni para volverse a levantar.

—¿Izuku?

Tampoco es que quería preocupar a su madre, a pesar de que su estómago no pidiera en absoluto ningún alimento, o que su cerebro no estuviera realmente en la tierra para conversar ni sus ojos lo suficientemente despiertos como para recibir la luz de su propio hogar.

A pesar de todo eso, fue moviéndose con lentitud y mucho cuidado, alentado por la voz de su madre que no tardaría en entrar en su oscuro espacio si continuaba demorándose en contestar. 

Se puso de pie. Se acercó al espejo de su armario viéndose los ojos rojos e hinchados por haberse dormido llorando, debía lavarse la cara para disimularlo aunque sea un poco. Levantó su camisa con cuidado con cierta inseguridad. Desde que recibió la alta del hospital no le había preocupado lo mal que se veía la marca que le dejó la contusión pero ahora...

En verdad, se veía horrible. 

—¡Izuku!

—¡En seguida! —se acomodó la ropa y voló al baño para quitarse algo de la cara llorosa que tenía, y luego se apresuró a ir con su madre.

—Izuku, me asustaste, pensé que no estabas —dijo algo molesta asomándose por el marco de la cocina.

—Perdón, me quedé dormido.

—¿Tomaste tus medicamentos? —su cabeza pareció chispear al escucharla. Y es que con la larga siesta que se había tomado sin quererlo lo había olvidado.

—S-Si...

Y mintió.

—Bien, prepararé la cena —a penas le dio la espalda, Izuku regresó a su habitación para tomar todo lo que debía en ese momento.

No era la hora la hora prescrita, todo el drama de la mañana hizo que lo olvidara. Necesitaba anotar los horarios a partir de hoy. Como sea, ahora que se había tomado todo de golpe esperó algunos minutos más hasta percibir que el dolor disminuía muy lentamente, pero lo hacía.

Levantó su camisa para revisar una vez más el colorado hematoma que pintaba su pálida piel junto a otros más nuevos.

Ya se perderá. Se dio ánimos para luego regresar a ayudar a su madre en la cocina, rogando porque el corte de su labio superior no fuese notable para ella, ni tampoco su preocupación por los deberes que, para ser honesto, después de todo no quería hacer.



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En otro sitio de la ciudad, un muchacho regresaba a su hogar luego de pasarse casi el día completo en la calle. Para su suerte, sus padres se habían esfumado de su vida por una o dos semanas. Se sentía bien sin ellos, no lo negaba. Como cualquier adolescentes sentía la emocionante pero fría brisa de la libertad en la punta de sus dedos.

Sonreír por ti (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora