2017 - 2

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—Nada se mueve en este lugar, no hay vida, no hay oxígeno. Si un humano vive en este cuarto es considerado un mutante. Así que, ¿cómo te sientes al ser famoso por tener el cuarto más sucio del mundo? —le pregunto a Takemichi mientras acerco mi mano a su boca como si se tratara de un micrófono imaginario, e intento aguantar la risa.

—No está tan sucio —contesta, dando un corto vistazo a su alrededor —. Solo falta darle una barrida —dice, y mete su mano a la bolsa de papitas mientras observa atento la tv desde su cama.

Rio por lo bajo, ladeando la cabeza. Me escabullo por el suelo en busca de cosas perdidas.

—¿Qué haces? —me pregunta él, aun viendo la tv.

—En busca del armario que me llevará a Narnia. ¡Quién sabe, hasta podría encontrar un duende! Y así le robaría su oro —respondo sin verlo. Algo capta mi atención, algo que se mueve entre las bolsas. Me acerco y quito una bolsa para averiguarlo. Abro los ojos con curiosidad—. Pensé que no tenías mascotas.

—No las tengo.

Fruncí el ceño. Me volví a levantar, quedando sobre mis rodillas, y le vi. Él estaba más concentrado en la tv, comiendo sus papitas. Yo volví a agacharme para estar segura que no imaginé cosas.

—Vi una cola. No sé de qué animal, pero si era una cola. Y una muy larga.. —digo por lo bajo, desconcertada. Parpadeo y lo ignoro. Haré que no vi nada. No vi, no pasó.

Mis ojos se iluminan cuando veo una cucaracha meterse debajo de la cama. Me agacho más para poder atraparla. Desde niña he atrapado cucarachas con la mano. Puede a la mayoría les asuste, pero a mí me divierte.

Mientras la buscaba, el volumen de la tv subió. Que Takemichi alcé el volumen debe ser para algo importante, ya que la vieja malhumorada viene a quejarse cada vez que eso sucede. Ganas de tirarla por un balcón no me faltan. Me quedo echada boca abajo sobre el sucio y frío suelo para escuchar lo que el reportero dice, sin embargo, me golpeo la cabeza con la cama cuando veo que mi mano estaba sobre la ropa interior de Takemichi. La que para nada debe de estar limpia.

La alejo de mí, aguantando las ganas de no vomitar. Takemichi podrá ser mi primer amigo y el mejor, pero tiene que hacer algo con este lugar y con ese olor que..

Mis ojos se abren como platos al ver una bolsa con algún líquido desconocido y lleno de gusanos. Suelto un grito muy agudo, me arrastro rápidamente para salir, y al estar fuera de la cama, me toco el pecho. Demonios. Eso estuvo potente.

La expresión de Takemichi ahora es diferente, mucho. Como si lo que había visto en la tv lo dejó en blanco. Ni siquiera me dejó verla, porque la apagó ni bien me puse de pie.

—¿Sucede algo? —le pregunto, sentándome en la orilla de la cama. Él mira a otro lado para que yo no le vea directamente al rostro.

—No, nada.

—Entonces sí sucede algo —entrecierro los ojos. Lo tomo de los brazos en un rápido movimiento para que éste quede boca abajo sobre la cama, y me siento sobre su espalda—. Si no me lo cuentas, te hinco una nalga.

—No es nada. ¡En serio! —apenas le oí, ya que su rostro estaba pegado a las sábanas. Lo solté y me hice a un lado. Él hizo lo mismo y me miró con el ceño ligeramente fruncido—. ¿Cómo hiciste eso?

—Pues haciéndolo, duh —me alcé de hombros.

Puso los ojos en blanco: —Pero cómo. No pensé que tuvieras esa fuerza —parpadeó, rascándose la cabeza.

—Takemichi, le hablas a alguien que tuvo profesores de: aikido, jiu jitsu y judo. Todos buenos amigos de mi abuela.

Él se alejó un poco de mí, riendo nerviosamente, luego tomó una de sus almohadas y la usó de escudo. Antes de decirle que era inútil que hiciera eso porque yo nunca le iba a hacer nada, en la puerta se escuchó unos fuertes golpes.

TOKYO REVENGERS ||Ambos Por Todos||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora