Capítulo 7

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—Eres igual de inservible que tu padre, pero ven conmigo, tal vez convirtiéndote en demonio puedas llegar a mejorar, jeje.
—Ni loco pienso volverme demonio, voy acabar contigo, lo juro.
—¿En esas condiciones? No lo creo niño, oh, casi me olvidaba de tu padre, tal vez ya esté muerto.—Se dirigió al lugar donde estaba papá—
—Hijo... perdóname por meterte en esto, pero tú eres nuestra última esperanza... confío en ti y dejo el resto en tus manos, Daiki Mochizuki, te amo. Después de terminar de hablar, me dió una sonrisa, esa sonrisa que tanto extrañaba de el, pero después de ello, cayó al suelo, muriendo enfrente de mis ojos.
Empecé a llorar, me puse mi mano en el pecho, apretándome y sintiendo un dolor inmenso dentro de mi
—Papá... perdóname, no te vayas, ¡por favor quédate!—No quería creer lo que estuviera pasando, pero recordé algo—¡Mamá!—Me costaba demasiado pararme y respirar, pero aún así, fui corriendo lo más rápido que pude al salón donde se encontraba mi madre, pero de pronto Douma apareció frente a mi.
—¿A donde piensas que vas, niño?—Esa mirada fría, esa sonrisa tan macabra, un aura inmensamente aterradora desprendía de él—
—Quítate, por favor.
—Solo porque amo a las mujeres, dejaré que veas a tu madre una ves más, pero date prisa, tengo hambre.—Dijo con un tono burlón—
Entre a la casa, me dirigí hacia donde se encontraba mamá y estaba con los ojos cerrados, entré en pánico y corrí hacia ella dejándome caer de rodillas.
—¡Mamá! Tranquila, ya estoy aquí, quédate conmigo por favor.—Se podía escuchar el cómo mi voz estaba totalmente quebrada—
—¿Y tu padre, hijo?
—Murió, mamá... lo siento, no pude hacer nada.
—Nosotros... deberíamos de pedirte disculpas... hijo...—Se notaba que mi madre apenas podía hablar, estaba totalmente agotada—
—¿Por qué? Yo fui quien no pudo hacer nada, no serví para nada.
—Era el deber de tu padre enseñarte todo lo que él sabía de la danza del dios de fuego, pero... nunca tuvo el valor... temía por la vida de su hijo, porque le arrebataran lo más preciado para él... por eso nunca te habló de ello... hasta hoy que eres todo un hombre... por eso yo no dejaba que te entrenara. Vivíamos con el miedo de perderte en un futuro, no pudimos con la verdad y tratamos de ocultárnosla por años, hasta el día de ayer... que tu padre me dijo que ya era hora...
—O sea que...
—No hay nada más importante y nada que valga más para nosotros dos, que tú... mi niño. No podré vivir lo suficiente para verte crecer y convertirte en un excelente cazador de demonios... pero estoy segura que lo serás.
—Mamá, yo...
—Tu padre más que nada pensaba eso, él te ama, yo... te amo, Daiki Mochizuki... y eres mi más grande orgullo.
Mamá solo me sonrió y cerró sus ojos, convirtiéndose esa la última vez en la que vería su sonrisa.

¿Y ahora qué hago?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora