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En verdad detestaba hablar con sus padres, en especial con su madre, era un Alfa muy apegada a la vieja escuela. Su abuelo, el padre de su madre, era un Alfa aún más controlador que ella, se habia hecho millonario creando sistemas de seguridad de primer nivel, y en cuanto falleció, el heredero la empresa a su madre, la cual la habia mantenido en números verdes, pero ya no con la gran bonificación de su abuelo, y en cuanto a su padre, lo veía una vez al mes, desde que era pequeño. Sus abuelos maternos habían casado a su madre con un Omega de la alta burguesía de Boston, y en cuanto este le dio un hijo, un Alfa de tomo y lomo, mantuvieron las apariencias de un matrimonio funcional para el mundo exterior, pero jamás fueron pareja; es más, cada uno tenía sus propias parejas por ahí. Habia alcanzando a conocer al nuevo Alfa de su padre hace algunos años, un buen hombre, que incluso engendro un hijo con su padre, un joven llamado James.

Steve le tenía estima al pequeño, lo consideraba su hermano, pero su madre no lo reconocía, después de todo, ante la ley, ella era la Alfa de su padre, aun cuando jamás lo marco y la nueva pareja de su padre aceptaba las condiciones de la relación, con tal de poder estar con el padre de Steve; la verdad, era una situación sumamente complicada y entrelazada. Lo único que importaba, es que ante los demás, Sarah Rogers era una Alfa impoluta; pero ahora, justo en ese preciso momento, estaba siendo el ser más despiadado con su hijo.

- ¿Qué? – fue lo único que salió de la boca de Steve

- No me hagas repetirlo – respondió con su voz firme característica – solo doy las ordenes una sola vez, tienes diez minutos – hizo el ademan de cortar, pero Steve hablo rápido

- Antes muerto – contesto con cero dudas

- ¿Perdón? – pregunto algo molesta

- No me hagas repetirlo – comento – solo digo las cosas una sola vez – la voz de Steve ni siquiera temblaba

- ¿Te volviste loco? – su voz comenzaba a aumentar de sonoridad

- La loca eres tú – el Capitán se sorprendió de sí mismo al pronunciar esas palabras.

Jamás le habia hablado a su madre así, la razón era simple, aun siendo el un Alfa y con la norma de jamás dejarse intimidar, menos por otros Alfas, le tenía terror a su madre, por tanto, jamás la contradecía, le respondía, ponía en duda sus órdenes o siquiera, la miraba a los ojos cuando estaba daba una orden; siempre con la mirada baja. Agradeció de cierta forma, tenerla por teléfono, la duda de si lo hubiera podido hacer estando frente a frente, lo acomplejo.

-Steven – prosiguió. Siempre lo llamaba por su nombre de pila; nunca la escucho decirle Steve – te quedan ocho minutos

- Pues en ese caso, supongo que perderás ese tiempo – su voz se endureció. Ya se estaba cansando

- Si no lo haces tú, lo hare yo – firme

El soldado sintio cierto miedo al escuchar esa amenaza, pero no podía titubear ahora – hazlo si quieres, pero eso no cambiará mi decisión – escuchaba la respiración colérica que crecía en ella – amo a Anthony Stark, y nada... y escúchame bien, porque no lo repetiré, me hará cambiar de decisión

- ¡No permitiré que te cases con un Omega mancillado! – grito tan fuerte, que el solado tuvo que alejar un poco el teléfono

- Tu no estas condiciones de exigirme nada, y no tengo porque pedirte autorización para nada, y mucho menos para las decisiones que corresponden a mi vida – el miedo lo habia abandonado – así que, lárgate con tus amenazas a otro lado... y déjame en paz

- ¡No puedes hacer esto! ¡Tú eres un Alfa! ¡Eres un Rogers! – grito furiosa - ¡¿Qué hay de la tradición familiar?!

- Por culpa de esa tradición imbécil, casi pierdo a Tony y mi felicidad – irgue la espalda de manera segura – no permitiré que eso vuelva a pasar

Nuestra Marca [STONY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora