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Louis tenía 25 años y habitaba el relegado y viejo paraje de Lost Springs desde que tenía memoria. No tenía empleo pero a veces los empleadores locales le dejaban trabajar pequeñas jornadas haciendo aseos de vitrinas o acomodando productos en los anaqueles a cambio de un pequeño salario o porciones de comida para la semana, por lo que tenía bastante tiempo libre para llenar su cabeza de pensamientos no tan buenos. La vida no era la mejor que alguien podría desear pero no se quejaba, tenía un techo, comida y las sabias señoras eran buena compañía para pasar la tarde. Además preparaban un muy buen té.

Eran las 9 de la mañana de un frío día lunes y Louis hacía su ritual matutino de todos los días, sentarse a esperar el tren con la esperanza de poder abordarlo e irse lejos para hacer sus sueños realidad. En verdad Louis no tenía idea cuales eran esos supuesto sueños que tanto anhelaba cumplir, inclusive no recuerda la última vez que siquiera soñó mientras dormía porque le era difícil poder conciliar una buena y reparadora noche de sueño.

Su psicóloga siempre le explico que según la ciencia las personas que presentan cuadros depresivos siempre tienden a pasar mas tiempo durmiendo como mecanismo para evitar malos pensamientos al momento de estar despierto y lucido, pero eso solo le confirmaba aun mas a Louis que el solo era un cero a la izquierda, una oveja negra, un descarriado, el gris entre el blanco y negro.

Estaba solo sentado en la la oxidada banca de metal de la estación de tren absorto en sus pensamientos con un horrible dolor de cabeza martillándole en la cien cuando alguien rompe su burbuja de abatimiento:

—Hola.

—Hmm—dijo Louis a modo de saludo con una pequeña mueca mostrando una minúscula sonrisa con un deje de amabilidad hacia aquel joven.

—Me llamo Harry.

—Louis.

—Esta helado, ¿ha de tener hambre cierto?—dijo el muchacho con una sonrisa un poco torcida arreglando sus enmarañados cabellos detrás de su oreja de manera estrambótica.

Louis creyó que aquel alto joven era algo extraño.

—No entiendo la correlación pero si, tengo hambre.

—Mi madre —Harry se quedó en silencio mirando al cielo por unos segundos sonriendo como desquiciado y siguió su frase —mi madre siempre trae consigo galletas de limón, digo no entiendo como un limón puede transformarse en una galleta, no tiene sentido pero solo se que son muy deliciosas.

Sacó una galleta de limón de su calcetín y se la comió en un santiamén.

Louis lo miraba disimuladamente con asombro, nunca había visto un ser tan, tan, ni siquiera sabia como comenzar a describirlo pero para el era un joven no miserable, no como el resto de los condenados que el destino los dejó a su suerte en estas tierras que te aseguraban una miserable vida.

—¿Quiere galletas? mi madre siempre trae galletas de limón pero no entiendo como un limón puede transformarse en...

Louis lo cortó en seco.

—No gracias, no apetezco.

—Creí que dijo que tenía hambre.

—Si pero por esta vez paso, es usted muy amable —Louis sentía una sensación rara en su cuerpo, algo que nunca antes había sentido, o al menos no en mucho tiempo.

—No me trate de usted señor, me veré mayor por mi altura pero usted ha de tener al menos la edad de un dinosaurio—enunció Harry con tanta fuerza y vehemencia que Louis quedó estupefacto y totalmente avergonzado.

silencio absoluto.

—¿Y tú que edad crees que tengo niñito?

—Yo, yo creo que veintitrés, no recuerdo bien ¿y usted?

Remember me || Larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora