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Siete de la mañana. Siete de la mañana apenas y ya comenzó el día con el pie izquierdo, una gotera que caía en su mejilla derecha lo despertó obligándolo a levantarse. Se dirigió al baño para tomar una larga ducha pero ya no quedaba agua caliente, la ducha podría esperar.

Tomó desayuno y se perfumó un poco para disimular el hedor a sudor del día de ayer y pensó en el rostro desconocido del chico por el que esperaría en el parque de diversiones hoy en la tarde. Le aterraba la idea de no reconocerlo o jamás volver a recordarlo. Las horas avanzaban tortuosamente lentas, no creía poder aguantar siquiera hasta el almuerzo, por lo que decidió ver si estaban sus nonas sentadas afuera en el jardín tomando el té para tener un poco de compañía.

Dobló la esquina y se encontró con su nona Nora y Stella tomando el sol junto a sus gatos mientras tejían unos chales rosas con celeste.

—Hola mi sol, ¿Cómo haz estado?

—Hola amor, perdón por no haber venido en un tiempo, he estado algo ocupado— dijo apenado mientras miraba como sus pies revolvían la tierra del suelo.

—Oh cielo no te preocupes, Rose nos ha contado que le hablaste de un muchacho el otro día ¿Cuál es su nombre?

Louis quería que la tierra lo tragase, estaba enamorado de alguien que no recordaba ni su nombre ni su rostro y le dolía en el alma no poder hablar de el con sus seres amados.

—Creo que en otro momento les contaré de él, solo se que tengo el recuerdo de que me hace sentir muy especial y querido—tomó asiento junto a su nona Stella y tomo sus manos para acariciarlas—pero me preocupa perder la cordura nona.

—Mi pequeño, cuando el amor carece de locura no es amor. Lo importante es que siempre recuerdes donde perteneces ¿Dónde perteneces tu, mi Louis?

—Pertenezco a él, pertenezco a cada uno de los respiros que le permiten vivir, a cada latido de corazón que se sobresalta por nuestro amor, pertenezco a cada lunar estelar que cubre su cuerpo, pertenezco a su sonrisa, a sus alegrías y tristezas, a sus días soleados y sus días lluviosos, mi lugar es donde el halle la fuente de su felicidad, provengo de sus inicios y perduraré hasta la eternidad por que el siempre vivirá en mí. Soy tan de él como él de mi. Siempre serán sus brazos el lugar donde volveré para sentirme en mi hogar.

Louis recordó las palabras de su otro yo "vuelve a ti antes que a él" y se puso de pie.

—Nonas, debo hacer algo muy importante prometo volver y explicarles todo—dijo mientras se ponía de pie y se dirigía a la puerta pero su nona Nora le agarró la mano.

—No creo que haya tiempo para explicaciones mi pequeño, quiero que recuerdes que tu eres nuestra fuente de felicidad, siempre te encontraremos en un susurro en el viento o en las cálidas chispas que suelta la leña de la antigua chimenea. Realmente te extrañamos mucho mi pequeño y siempre serás y vivirás en nuestros corazones. Ahora ve por ese chico.

—¿Cómo supiste que era por el?

—Tesoro, no por nada tengo los años que tengo, las abuelas siempre sabemos todo—le dio un beso en la mejilla al castaño y un gran abrazo de esos que curan cualquier mal.

Louis volvió a su casa y buscó entre las cosas de su madre. Su madre había fallecido cuando el tenía nueve años y desde ese día no había vuelto a revisar sus cosas, siempre habían sido solo ellos dos contra el mundo por lo que con su partida de su vida también se fueron los colores y la felicidad. Fue un gran trauma para un niño de nueve años y por eso nunca habló de ello con nadie hasta la actualidad, no por incomodidad sino por que jamás logró hallar las palabras correctas o algo que lo motivase para abrirse con alguien.

Remember me || Larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora