Capítulo 14

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Ver a Raquel de nuevo en clase ha sido toda una sorpresa para muchos, en especial para nosotras, sus amigas, puesto que no nos había comentado absolutamente nada.

Todo iba bien, al menos hasta que hemos ido a desayunar a la cafetería. Creo que se ha agobiado un poco con tanta gente. Además, la mayoría no dejaban de cuchichear mientras la miraban como si fuese un bicho raro.

—Eres la comidilla del día —espeta Laura sin tacto alguno.

—Lleva siendo la comidilla dos semanas, o más, ya ni me acuerdo.

Fulmino a Laura y a Marta con la mirada. ¿Cómo pueden tener tan poco tacto? ¡Alucino!

—No seáis exageradas, tampoco se ha hablado tanto del tema. Había exámenes, y trabajos que entregar, te aseguro que la gente estaba más pendiente de eso.

La pobre Raquel no sabe dónde meterse, se nota a leguas lo incómoda que está.

En cuanto acabamos de desayunar, salimos a que nos dé el aire antes de volver a meternos en clase. Por suerte no hay prácticamente nadie en los alrededores, cosa que tranquiliza a Raquel y le devuelve la sonrisa. Nos sentamos en el césped, a la sombra de un árbol, y comentamos las notas del último trabajo que entregamos.

—¡Menudo tostón! —la voz de Laura se ha debido escuchar a cinco kilómetros a la redonda—. Y encima el profesor ha puntuado muy bajo...

—Pues yo espero que sea compasivo y me deje entregarlo fuera de fecha —confiesa Raquel.

—Seguro que sí, ni te preocupes por eso —la animo—. Y si no, siempre puedes recuperarlo con una notaza en el examen final.

Escuchamos el timbre sonar, y todas nos quejamos por la inminente vuelta a las aulas. Nos levantamos con pereza y sacudimos la hierba que se ha quedado pegada en nuestros pantalones.

—Estarás contenta —Killian, un amigo de Toni, nos bloquea el paso—. Por tu culpa han expulsado a Toni.

—¿Por su culpa? ¿Tu eres tonto o te entrenas? —lo encaro—. El idiota de tu amigo la ha maltratado durante meses. ¿Cómo puedes decir que es su culpa?

Killian me mira de arriba abajo con el ceño fruncido, luego vuelve la vista a Raquel y suelta:

—No me creo nada de lo que dices, solo quieres llamar la atención.

—Que seas incapaz de aceptar que tu amigo es un maltratador, no es culpa nuestra.

Vuelve a mirarme con rabia durante una milésima de segundo antes de resoplar y darse media vuelta.

Killian ya se ha ido, pero Raquel no está bien, de hecho, está peor que antes.

—No le hagas ni caso —Laura le pasa un brazo por el hombro y la obliga a caminar de vuelta al edificio—. Todas sabemos que Killian solo tiene una neurona, su cerebro no da para más.

—Seguro que no es el único que piensa que me lo invento —la voz de Raquel tiembla.

Todas nos miramos entre nosotras sin saber muy bien qué decir. Sabemos muy bien que lo que dice Raquel es cierto, hemos escuchado todo tipo de rumores y cuchicheos estas últimas semanas.

—Que piensen lo que quieran —le resta importancia Marta—. Aquí lo único que cuenta es que por fin te has librado de él. Olvídate de este asunto y pasa página cuanto antes, no puedes estar así eternamente.

Raquel mira a Marta durante un segundo, luego se le llenan los ojos de lágrimas y susurra:

—Por culpa del maltrato soy un desastre emocional y mentalmente, estoy rota por dentro, y eso va a perseguirme mucho tiempo.

Secuelas de tu ausenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora