Capitulo 2

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Aquello no podía ser cierto, tenía que estar soñando, aquel crío no podía tener orejas de perro. Buscó alguna evidencia de que aquello fuera un disfraz pero no encontró. Tragó saliva, había llevado un monstruo a su casa. 

No.

Observó el relajado y tierno rostro durmiente, su forma de abrazar el cojín, y respirar fuerte y constante. DongHae era raro pero no era un monstruo. 

El castaño gimió al despertarse, lo miró con los ojos entrecerrados y Hyuk se quedó paralizado con el gorro escondido tras la espalda.

-¿Qué haces, Hyukkie? -Sus orejas se movieron junto a su cabeza, realmente era un cachorrito confuso.

-Estaba asegurándome de que no fingías dormir para robarme. -Titubeó un poco, pero no era mentira, eso era lo que había salido a hacer al principio.

-Yo jamás haría eso. -Hizo un tierno puchero. El rubio frunció el ceño, no entendía nada, es decir, DongHae no era humano...era...era...

Un perro.

Pasó saliva de nuevo. ¿Qué más cosas escondería el castaño? Ya no sabía que hacer, por una parte no podía soportar abandonar un cachorrito, pero por la otra ¡Era un chico! Uno irritante. Y él no tenía paciencia. 

-¿En qué piensas? -Preguntó inocentemente. El rubio no podía quitar su mirada de las peludas orejas. Joder, joder, tenía un gran problema. 

Por suerte su teléfono sonó y corrió a responder, andando hacia atrás, pues no sabía como reaccionaría DongHae al enterarse de donde estaba su gorro.

-Buenas noches, Hyukkie. -Fue lo último que escuchó antes de entrar en su habitación.

Suspiró. Cogió el móvil y contestó.- ¿Si?

-Señor Lee, hay un problema.

-¿Qué?

-Uno de sus socios ha...ha...

-Cho, suéltalo de una vez.

-Muerto.

-¿Quién? -Se dejó caer en la cama. Pasó una mano por su rostro, en realidad le daba igual. No le había importado la muerte de sus padres ¿Por qué le iba a importar la muerte de alguien al que no conocía? Tenía muchos socios, simplemente le disgustó el tener menos dinero, pero ya se las apañaría.

-El señor Lee. 

-¿Cuál de todos? 

-Solo hay un Lee a parte de usted.

-Oh. -KyuHyun bufó, sabía como era su jefe.

-Lee SooMan. 

En ese instante los ojos de HyukJae parecieron platos, sus labios se secaron y su corazón se paró del susto. No podía ser, no, imposible.

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