Capitulo 8

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HyukJae entró en casa, con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha. Miró a su alrededor y vio toda la casa a oscuras, de pronto, el pitido de los mensajes del teléfono fijo llegó a sus oídos, y tras este, un mensaje de KyuHyun donde le decía que "Hae pasará la noche conmigo. Espero que no le importe, hace mucho que no nos vemos." Cogió aire, y cuando tuvo que soltarlo, lo hizo lentamente, entre sollozos contenidos. Cerró la puerta y dejó que su espalda se deslizara por esta, hasta quedar sentado en el suelo, con las piernas pegadas al pecho, los codos en las rodillas, y las manos en su cabello, con la cabeza agachada.

Se sentía extraño, ni él mismo sabía como explicar aquella inquietud que inundaba su estómago, pero simplemente era extraño. Era alegría, porque el FBI había aceptado el caso. Era preocupación, si, habían tenido que decírselo todo a los agentes, y por suerte, habían aceptado tenerlo como confidencial, en secreto, nadie sabría lo que era DongHae. Eso estaba bien ¡Genial! ¿No? Se suponía que la sonrisa tendría que estar quebrándole la cara, y más cuando el castaño lo recordaba todo, y ahora, estaba con un ser querido a su lado. Pero lo que menos le apetecía era sonreír. También era tristeza, y no solo por si mismo. Sino porque, recordaba cuando el hombre uniformado, le había contado los dos años que pasaron buscando al pequeño, primero por Mokpo, después por Seúl, y por toda Corea del Sur. Recordaba cuando éste le contó, que la madre de DongHae murió, hacía cuatro años, dominada por la depresión y las drogas, por haber perdido a su hijo, un año después de que su marido muriera enfermo. 

Se tiró del pelo, sintiendo una punzada de dolor, frustrado completamente, no era normal en él estar tan confuso. Y se quedó dormido en esa posición, después de que su cabeza se llenara de pensamientos, de imágenes, de recuerdos, de un HyukJae solo en la oscuridad, de un DongHae lejos de él, o peor, en peligro, porque nadie sabía que podría pasar si SeungHo lo encontraba.

Y cuando la puerta se abrió, y Heechul entró en la casa, junto al castaño, ambos se sorprendieron, aunque el pelirrojo menos, él sabía lo que le pasaba a HyukJae, él sabía que el rubio tenía un nudo en su cabeza, y otro en el pecho. 

-Hyukkie...-Murmuró, preguntándose porque éste estaba tirado en el suelo, frotándose la cabeza.

-¿No sabes llamar? -Medio gritó, medio bostezó.- Estaba ahí dormido, me has arrollado. 

-La culpa es tuya por dormir en la puerta. Que yo sepa, el perro aquí es Hae. 

El nombrado frunció el ceño ¡Él no era un perro! Y menos ahora, que ya recordaba toda su vida...absolutamente...todo. Se agachó al lado de su Hyukkie, y con una sonrisa, se le tiró encima.- Gracias por dejarme pasar la noche con Kyu.

Su cuerpo se tensó, la espalda chocó con el suelo, y una lágrima rebelde se escapó ¿Por qué? De nuevo, ni él mismo se entendía, pero tenía claro que no quería al castaño lejos de él.

-¿Por qué lloras? Lo...lo siento...yo no quería...

Y HyukJae lo atrapó entre sus brazos, atrayéndolo a su cuerpo, dejando un beso en su mejilla, mientras sentía su corazón acelerado golpear en su pecho, al compás del de DongHae, aunque tal vez solo era su imaginación.- Abrázame, Hae.

Heechul sonrió, triste, acongojado. Contuvo una lágrima.- Hyuk, te lo dejo a ti. 

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