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La tormenta de nieve parecía más y más fuerte a medida que pasaba el tiempo

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La tormenta de nieve parecía más y más fuerte a medida que pasaba el tiempo. El impetuoso viento traía nieve que chocaba alrededor de las paredes de las pequeñas casas de maderas de manera implacable.

La noche llegó y con ella, el principio de la calma antes de la tormenta. Elena presentía que había una amenaza siniestra vibrando en el cielo sombrío que ella miraba desde la ventana. A su lado, Solange lanzó un fuerte suspiro con su móvil y eso captó la atención de la teóloga, quien la miró esperando que la joven hablara, pero no lo hizo.

—¿Qué te preocupa? —interrogó Elena luego de lo que parecieron minutos.

—¿Qué te preocupa a ti? —replicó Solange sin dejar de mirar algún punto fijo fuera del refugio.

—Quizás lo mismo que a ti.

Entonces, Solange apartó la vista de la ventana para posarla sobre el perfil de la teóloga. Analizaba cada detalle de su semblante, buscando las diferencias con el rostro plasmado en aquel cuadro gigante, en el espacio mental en sí misma que le pertenecía a su huésped endemoniado.

—Elena, tú... —vaciló por un momento, pero la profunda mirada de Elena sobre ella la hizo continuar—. ¿Tú y Yecum tienen un pasado en común?

Un pequeño movimiento en la boca de Elena simuló una leve sonrisa. O quizás, la capitana se lo había imaginado.

—¿De dónde sacas eso?

—En la habitación de mi mente, que pertenece a Yecum, hay un cuadro enorme con tu rostro —soltó Solange tratando de leer algún rastro de emociones en la otra mujer—. ¿No te sorprende eso?

—Lo qué me sorprende es que hayas podido ingresar a esa habitación...

Al decir aquello, Elena se ganó una mirada llena de confusión por parte de Solange. Debía reconocerlo, le gustaba molestar a Solange, le resultaba divertido ver sus reacciones emocionales.

—Siendo honesta, Solecito, estoy segura de que eso es lo que menos te preocupa. En realidad, lo que quieres saber es si soy un buen aliado o un gran enemigo.

—Tú sabías quien era cuando me conociste, pero no sentí energía demoníaca saliendo de ti. Sin embargo, sé que Katherin y mi maestra sabían quién eras desde un principio y también... —Antes de seguir, volteó su rostro para ver hacia donde Shelma estaba sentada con Alexa, jugando cartas—. Ella no lo sabe ¿Verdad? No eres realmente su familiar de sangre.

—¡Oh, ella lo sabe!

—¿Cómo...? —La confusión evidente en el rostro de Solange casi hizo reír a Elena.

—Ambas fuimos adoptadas por dos matrimonios cuando ella era bebé —dijo la teóloga y se encogió de hombros—. Así que sabe que no soy su familiar de sangre.

Al ver la sonrisa de satisfacción en Elena, Solange se abofeteó mentalmente. Por supuesto que Shelma no sabía la identidad de Elena, su esposa era ajena al mundo demoníaco, aunque sí era consciente de su existencia. El volver su atención a Shelma, el mal presentimiento, que intentó ignorar, la hizo estremecerse. En esos momentos deseaba que ellas estuvieran lejos como Josephine, a pesar de que ella era otra de sus preocupaciones, ya que no había podido comunicarse con la joven en todos esos días.

BLOOD DUST© [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora