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El vuelo no sufrió ningún retraso, ya que todos obedecieron las órdenes de Katherin para partir puntuales esa mañana en el avión privado rumbo al Aeropuerto de Yakutsk, en la ciudad con mismo nombre

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El vuelo no sufrió ningún retraso, ya que todos obedecieron las órdenes de Katherin para partir puntuales esa mañana en el avión privado rumbo al Aeropuerto de Yakutsk, en la ciudad con mismo nombre. De ahí partirían vía terrestre hacia el complejo oculto al norte de Siberia, perteneciente a la Legión.

Milah leía un libro sobre la magia y el espíritu y su sobrina dormía plácidamente a su lado. Katherin básicamente obligó a Josephine a ir en ese viaje, por eso ella escuchaba música sentada en medio de Cecile y Angélique Cousteau, la doctora personal de la familia y prima hermana de las hermanas Cousteau. Ella fue la encargada de realizar todos los estudios médicos a Josephine y se los entregó a Katherin de manera confidencial. También fue la encargada de las autopsias a los cuerpos de Sylvia y Daniel para corroborar que no estuvieran bajo ningún efecto de alguna sustancia o, en su defecto, siendo controlado por un demonio.

Katherin viajaba sin nadie a su lado, teniendo a John delante de ella para su cuidado personal y Kayn, atrás. No es que le molestara ser cuidada, pero consideraba que no quería compañía en esos momentos. Tenía mucho que pensar, y evitaba que su mente viajara a ese beso compartido con Elena. Se regañó mentalmente por ese impulso de besarla y luego, haberla corrido de su habitación sin mediar palabra alguna. Seguramente Elena creía que ella había enloquecido. Daba igual, podría culpar al estrés por todo lo ocurrido.

Daniella jugaba videojuegos con un asiento de por medio de Milah. La comandante se sorprendía de la tranquilidad con la que la ella se tomaba la situación. Tal vez estaba en la etapa de negación de todo lo ocurrido y eso no hizo más que aumentar la preocupación en Angélique, quién le sugeriría a Katherin que habría que someter a Daniella a intervención psicológica para evitar el daño traumático.

Piper dormía tranquilamente cerca de Lyana, que mantenía sus ojos cerrados, pero no dormía, solamente estaba relajando su cuerpo.

Al último de todo, Ingrid era quien estaba meditando con el obsequio en mano que Marcela le había entregado la última vez que se vieron, antes que ella partiera a su fatídica misión. No quería el puesto de capitana y no había podido hablar con Katherin, sin embargo, sabía que no podía abandonarla en medio de lo que se avecinaba. Confiaba en que Solange estuviera sana, rezaba por ello. Aunque su mejor amiga se negara, era la más adecuada para ese puesto, eso estaba en su sangre. Ese «polvo de sangre» de que tanto renegaba.

—Diez monedas de oro por tus pensamientos —le dijo Elena con una sonrisa seductora, sentándose a su lado— ¿Quizás un trago de ron?

—No bebo en servicio.

Una respuesta cortante, pero no tan filosa como el arma que estaba sosteniendo en su mano juguetonamente. En realidad, le encantaría poder ser mordaz y venenosa con Elena, pero por alguna razón, no podía. No iba a negar que esa mujer tenía un magnetismo capaz de seducir a quien estuviera cerca. Era atractiva y su labia, su manera de expresarse, hacía que una persona cayera hipnotizada. Es por eso que tampoco podía culpar a su comandante por aquel beso que presenció, del cual no dijo nada porque se fue del lugar sin hacer ruido momentos después.

BLOOD DUST© [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora