❶ THE LAST VERSE [JEREMIAH VALESKA] ✔️

*ೃ༄ 𝟭𝟰. 𝖬𝖸 𝖧𝖮𝖬𝖤

[ 14. my home ]

✧:･ una lágrima que dar

Rachel podía sentir el atardecer calando en sus huesos.

Mientras corría por la comisaría, llevando a Oswald con la ayuda de Edward, observando a los agentes con los ojos entrecerrados, dejó que el cielo, un océano de brillantes llamas satsuma, la envolviera y descongelara la pegajosa escarcha azul que se había congelado dentro de sus venas. El hielo oscuro y amargo, como la sombra solificada, había rezumado a través de su anatomía durante meses, dándose un festín con sus pensamientos, moldeándose dentro de sus huesos hasta que no eran más que aceite húmedo y apestoso.

Los gusanos del miedo masticaban su corazón, los dragones de la ira resoplaban humo blanco y caliente a través de sus arterias, ampollando su piel, ardiendo, congelando y supurando todo a la vez.

Rachel no era la misma mujer que había reído con Jerome bajo las luces del circo.

Algo en su interior había mutado, llamas negras como la noche ardiendo bajo su piel, víboras retorciéndose en lugar de sus venas de agua, enroscándose y gruñendo en su garganta. Lo había visto en los ojos de Edward antes de la matanza, el destello de algo salvaje y aterrador, una llamarada caliente de venganza antes de que Rachel disparara a cinco personas que se habían interpuesto en su camino. Le había perturbado, la forma en que se había entregado a su rabia una vez más, cegada por el humo escarlata, una infección que se deslizaba y bullía por su columna vertebral. Se sentía angustiada por su propia voluntad de asesinar a alguien. Sólo los monstruos mataban sin pensar.

—Arriba, Oswald —suplicó Edward, deteniéndose brevemente—. Se nos acaba el tiempo.

—Sí. —El pelinegro asintió a través de dolor que le generaba su ojo lastimado—. Sólo dame un minuto.

—Lo lamento —se disculó repentinamente el castaño—. Vi la granada y me paralicé.

—Está bien, tenías que elegir a Rachel —susurró Oswald y se apretó su herida con fuerza—. Ella tiene que salir de aquí con vida. Estamos a mano —declaró. —Pero dime... —El ojiazul se descubrió su herida—. ¿Se ve mal?