Todo pasó tan rápido, la universidad, mi graduación, mi primera entrevista de trabajo, y cuando menos lo esperé... BOOM! estás contratada.
Maldita sea... ni siquiera estoy segura de cómo conseguí el trabajo, en realidad, lo único que sabía era que no estaba preparada para hacerlo bien, pero... estudié 5 años para esto ¿no? ¿Qué tan difícil podía ser enseñar?
Mientras el autobús avanza, hago un repaso mental de mi horario y me hago mil preguntas a la vez, ninguna con relación a la otra, ¿sí traigo todos mis libros? ¿Apagué el gas antes de salir? No recuerdo cuál iba a ser mi sueldo... ¿La platica de inducción era a las 8 o a las 8.30? Dios mío si sigo así pronto me aparecerá de nuevo el salpullido por ansiedad...Estaba tan ocupada en estar nerviosa que casi pierdo la parada, me levanté un poco histérica tocando el timbre y gritando -"¡Ésta es mi parada! ¡aquí bajo!"-, al chófer no le hizo mucha gracia, se detuvo una esquina más adelante, aun así podía llegar a tiempo.
Los nervios empezaban a traicionarme como si no lo hubieran hecho ya, mi maletín se volvía cada vez más pesado con cada paso que daba a la entrada del colegio y la correa de cuero se me pegaba como hierro caliente al hombro, llevaba un par de rollos de cartulina como material para el salón de clases, y ahora que estaba a punto de entrar al instituto me parecían ridículos, ¿y si todos se reían de mi?
La caminata más larga de mi vida, ¿por qué decidí usar tacones? No soy una chica de tacones... ni de labial, ni de faldas ajustadas, sentía que estaba usando un disfraz, pero ya me acostumbraría... eso creo.Como pude empujé la pesada puerta de metal y cristales y topé de frente con un pasillo vacío, ¿era demasiado temprano?... ¡¿CUANTAS PREGUNTAS ME HE HECHO HASTA ESTE PUNTO?! Por dios santo *T/N* cálmate, cálmate y solo haz lo que tienes que hacer.
Caminé con menos prisa por el amplio pasillo, encogida de hombros, mirando furtiva en todas direcciones como si un Leon hambriento estuviera a punto de echarseme encima, me abracé a mis cartulinas como si se tratase del peluche que calmaba mis pesadillas a los ocho años, no había nadie, nada me acompañaba más que el ruido de mis zapatos con cada paso que daba, lockers a ambos costados, y un gran muro con un letrero de "prohibido correr en los pasillos" que dividía el camino en dos direcciones a unos cuantos metros lejos de mi.
Seguí avanzando...
Las aulas estaban vacías, empezaba a asustarme, tal vez me había equivocado de día o de hora.
Salir de ahí y jamás volver comenzaba a ser una opción hasta que vi al conserje aparecer doblando el pasillo izquierdo, empujaba las pequeñas ruedas de goma de un cubo de agua ayudándose del palo del trapeador dentro de él, con pasos presurosos me le acerqué, y con una voz suave, le pregunté:- "Disculpe, señor, ¿me puede decir dónde se ubica la sala de reuniones?"
El hombre me miró, y con una expresión neutra en el rostro utilizó su dedo pulgar para señalar algún punto detrás de él por encima de su hombro, dirigí mi mirada hacia allá y efectivamente, un letrero más sobre una puerta color rojo obscuro indicaba: "sala de reuniones".
-"¡Gracias!"- Dije, y apresuré el paso hacia esa habitación, murmurando en voz alta todo tipo de maldiciones a mi ineptitud.
Como pude llegué y abrí, ni siquiera pude darme cuenta de que estaba usando demasiada fuerza para abrir la gastada puerta de madera, tal vez quedó en mi subconsciente el duro y pesado metal de la puerta de entrada, y estaba tan absorta en mis propios pensamientos que en automático deduje, si la puerta de entrada era pesada, ésta también debía serlo.
Pero no, no era pesada, como dije antes era una débil, común y corriente puerta de madera la cual empujé con una fuerza tal que hizo un estrepitoso ruido al chocar con el muro al interior de la habitación, me quedé petrificada cuando noté a los profesores mirándome fijo, asustados por el repentino estruendo y que, al igual que yo, habían llegado temprano a la reunión.
Bueno, algo positivo: solo eran como 3, sin contar al director Wallace, que estaba al frente de todos, hojeando unos papeles en el patíbulo.
Quedé tiesa, haciendo contacto visual con la única persona que conocía del lugar: el director.
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Líneas y versos (Tom Hiddleston×T/N)
Roman d'amourun maestro de Literatura ordinario, con un encanto extraordinario.