Capìtulo 9.

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Nuestro tercer dìa en Mesopotamia.

Todo estaba tan tranquilo, tan normal, casi podría decir que me sentía más en casa en esa época que en la que en verdad pertenezco.
Thomas no había tenido problema en adaptarse al estilo de vida del lugar, era admirado por los hombres, y adorado por las mujeres. Desde nuestra llegada, la casa de nuestras cuidadoras se convirtió en un ir y venir de personas que traían regalos a las hermanas, pero era más que claro que lo hacían para estar cerca de Thomas. Ellas estaban más que felices, la casa no cabía de semillas, fruta, telas, vasijas de vino, e incluso animales de granja llevados a ellas por vecinos y gente de alrededor que las ofrecían con tal de compartir unos minutos con el encantador forastero, Thomas.
Mientras él estaba ocupado atendiendo a los visitantes junto con Tamat, Tasmetu y yo íbamos a recoger agua del arrollo que corría detrás del pueblo, aunque eran viajes muy callados porque, a pesar de que se suponía que yo era una Diosa en mis orígenes, me era imposible hablar o entender el antiguo dialecto del lugar.
Tasmetu decía algunas palabras y apuntaba a mi vasija mientras ella comenzaba a llenar la suya de agua con el arrollo, posicionadolo contracorriente para que el flujo natural del agua llenara el recipiente de barro hasta el tope, supuse que quería que hiciera lo mismo que ella y, torpemente la imite, mis manos sintieron el frío del agua, y sonreí.
Con un movimiento ágil y sagaz, Tasmetu levantó la vasija del cauce del río y la colocó encima de su hombro, me miró, esperando que yo hiciera lo mismo, no sabía si podría hacerlo, la vasija se sentía muy pesada, y el agua la hacía un poco resbalosa, miré a la mujer con un gesto de angustia y meneé la cabeza diciendo que no, ella dijo algunas palabras mientras hacía unos movimientos en el aire con una mano y con la otra sujetaba bien la vasija llena de agua sobre su hombro, supuse que estaba insistiendo en que lo hiciera, dejé salir un firme suspiro y me armé de valor, levanté mi vasija del cauce del río y la llevé a mi hombro...
Oh no... demasiada fuerza, la vasija no era tan pesada como pensé, y ésta aterrizó más atrás de lo que debía, se deslizó por detrás de mi hombro, mis manos mojadas no pudieron sujetarla por enfrente y simplemente se estrelló contra el suelo, pude sentir los pedazos de barro tocando mis tobillos y el agua mojando mi espalda, mis piernas y mis pies. Cubrí mi boca con ambas manos y miré a Tasmetu con los ojos abiertos, llenos de vergüenza y sorpresa, Tasmetu empezó a soltar unas carcajadas ruidosas, con toda su boca abierta, sus mejillas ruborizadas se abultaban debajo de sus ojos cerrados, tuvo que poner su vasija en el suelo para que no terminara como la mía, era una risa tan enérgica que acabó contagiandome.
Ella y yo, riéndo a las orillas del río mientras la tarde comenzaba a teñir el cielo de colores pastel, creo que eso... eso fue lo más cercano a una familia que he tenido.
Llegamos a casa, Thomas vió que solo traíamos una vasija de agua y yo ni siquiera tuve que decir nada, Tasmetu empezó a contarlo todo en su raro dialecto en cuanto puso un pie dentro de la habitación, Tamat y Thomas comenzaron a reír mientras Tasmetu contaba la desafortunada aventura que nos dejó sin una hermosa vasija de barro.

-"Me hubiera gustado estar ahí..."

Me dijo Tom, mientras se acercaba a mí, dejándo a Tamat y a Tasmetu riéndo detrás de él.

-"Hubieras sido de mucha ayuda... necesitaba de un hombre fuerte para cargar esa pesada vasija..."

Le respondí, mientras miraba y acariciaba sus musculosos brazos, su torso expuesto, su hermoso pecho adornado con collares de cuentas color esmeralda.

-"Me gusta mucho como te vistes desde que llegamos aquí..."

-"Tengo que encajar..."

-"Claro, encajar... es obvio que no lo haces para presumir tu figura de Dios Griego... y, honestamente, aunque así fuera, no me molesta en absoluto."

Mis manos fueron subiendo desde sus brazos, se detuvieron un momento sobre sus pectorales, acariciaron esos fríos collares y se posaron a los costados de su cuello, no pude evitarlo y lo acerqué a mí, nos fundimos en un tierno beso, sentí como su torso se pegaba al mío  sus manos tocando las telas mojadas de mi espalda, acariciando mis caderas, mi cabello. Me encantaba besarlo, besarlo y sentir que tenía conmigo el mundo entero.
Fuimos interrumpido por las risillas burlonas de Tasmetu y Tamat, Tom volteó su cabeza, las miró rápidamente y volvió sus ojos a mí esbozando una amplia sonrisa.

Líneas y versos (Tom Hiddleston×T/N)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora