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Había llegado dos días antes de las prácticas, Zak quería asegurarse de tener a todo su equipo listo, ya que cada uno venía de su país natal. Por su parte viajó solo, en su auto personal, dado que se había quedado en Inglaterra para continuar trabajando. Al llegar a destino, decidió averiguar si sus pilotos ya estaban en camino. Una vez finalizó su llamada con su asistente, estuvo al tanto de que Daniel ya había tomado su vuelo desde Australia y Lando estaba esperando el jet privado de McLaren en Londres, en un vuelo de último minuto, para llegar con el algunos mecánicos y su ingeniero.
Decidió hacer el check-in en el hotel y esperar al menor de sus corredores en la sala de reuniones, ya que no tendría más de una hora de demora.

Mientras tanto el anteriormente mencionado, se encontraba muy aburrido en una de las salas, se había cansado de jugar con los filtros de Instagram y parecía que el avión no llegaría nunca.
Desde su lugar vió aterrizar a otro, uno que tenía un nombre en español. Dado que no tenía nada para hacer se dispuso a observar como una vez detenida la aeronave, las personas bajaban como hormigas. Pero su espectáculo no duró mucho, pues ya se habían ido todos.
Esperó otro poco, hasta que sin previo aviso una presencia lo asustó.
—¡Caíste!— rió —sos muy blando Lando— dijo el recién llegado.
—Y tu eres un boludo, Martín— se quejó con una pésima pronunciación del la palabra.
—¿Un qué?— estalló aún más en carcajadas, mismas que no tardaron en contagiar al joven piloto.
—No sé, esa palabra que siempre usas— se excusó.
—No se la digas a Zak si no querés que te echen— continuó riendo el argentino.
Se sacaron una foto que el menor compartió en sus historias de mejores amigos en Instagram.
"Silverstone, ahí vamos!"
escribió.

El jet ya había llegado, ambos subieron acompañados de otros mecánicos que llegaron a la sala de embarque después, los mismos estaban algo sorprendidos de que ellos también fueran enviados en avión privado, pero no se quejaron.
Martín por su parte disfrutó a pleno la experiencia, dado que no sabría si se volvería a repetir. A pesar de tener casi 16 horas de vuelo desde que salió de Argentina, parecía ser el que tenía más energía de todo el grupo, y eso que era difícil superar al piloto.
Estaba viendo unas fotos, cuando el mencionado se sentó a su lado.
—Max contestó mi historia, dice que nos va a aplastar— dijo mostrando su teléfono.
—No con nuestra estrategia— sonrió orgulloso —estoy seguro de que vamos a hacer podio— respondió con confianza.
—Prometo dar lo mejor de mí— acotó el inglés. Iba a irse, cuando vió una foto en el smartphone de su ingeniero —¿adoptaste otro gato?— preguntó.
—¿Qué?— se mostró algo confundido hasta que vió que había cambiado de foto sin querer —ah, no— aclaró —es de mi vecina, se llama Edgar—.
—¿Es solo una vecina?— dijo Lando levantando la cejas.
—¿Podés dejar de ser un adolescente por al menos cinco minutos?— bromeó —es muy joven, tiene tu edad— deslizó su dedo por la pantalla para mostrarle una foto que se había sacado con Victoria una vez que ella fue a su departamento a cenar.
—Es bonita— expresó —¿tiene Instagram?—.
—En Argentina no existe Instagram— le jugó una broma Martín.
—Ah, que lástima— contestó realmente apenado.
El contrario contenía su risa, no podía creer que el menor cayera.
Luego de llegar y haber hablado con el director del equipo, el mayor tomó rumbo hacia su habitación junto con otros ingenieros y mecánicos, mientras que el piloto tomaba sus cosas para ir a la suya. Ya era de noche, por lo que había arreglado con Daniel que desayunarían juntos cuando llegara para hablar sobre el circuito.

Para el día siguiente, eran las cinco de la tarde y el equipo estaba reunido en el lobby para ir a algún lugar y compartir un tiempo antes de las prácticas.
Decidieron ir a Caramelized Coffee, un lugar un poco apartado de las multitudes, que sin duda era una buena opción para pasar desapercibido. Cuando llegaron, la dupla ingeniero-piloto se sentó junta, permitiendo que ambos rieran mucho ante las historias de los demás contando que hicieron durante sus días libres. Mientras ese buen ambiente estaba instalado, Lando se percató de unos ojos que no dejaban de mirar hacia su mesa. Cuando se armó de valor, pudo ver que se trataba de una chica, la cual estaba expectante de su compañero.
Dado que lucía simpática, decidió avisarle discretamente. En cuanto el mayor miró a la mujer con una sonrisa, ésta solo rehuyó con sus ojos y agachó su cabeza, dejándolo un poco confundido.
Pasaron unos minutos y la chica se fue del lugar, haciendo que los otros miembros del equipo, quienes ya se habían percatado de la situación, le hicieran bromas a Martín sobre que había sido un raro al sonreírle.
—Solo quería ser amable, era linda— se excusó.
—Tendrías que haberle pedido su número— acotó Daniel.
—¿Por qué no se lo pedís vos?— respondió.
—Si la vuelvo a ver lo voy a hacer— dijo seguro el piloto.
Siguieron conversando por un rato y luego se fueron hacia el hotel. Martín, Daniel y Lando verían junto con Zak y Tom, otro mecánico, un partido de fútbol que se jugaba esa noche, por lo que habían acordado juntarse en la habitación del director a las ocho.

El menor había ido a su habitación para prepararse. Luego de un rato, estaba por marcar en el ascensor el nivel a donde tenía que ir, cuando se dió cuenta de que le faltaba su brazalete.
—Mierda— alcanzó a decir, para luego cambiar de piso hacia el lobby. Lo más probable es que lo hubiera perdido en la cafetería.
Salió del Hilton y se dirigió a un taxi para emprender su camino, ¿cómo había podido ser tan estúpido? ese accesorio era un regalo de su familia, y lo hacía recordarlos cuando estaba fuera de casa por mucho tiempo.
Una vez llegó, le pidió al taxista que lo esperara, y luego ingresó al establecimiento que ya estaba cerrando. Una señora le entregó el objeto perdido con amabilidad, y le regaló un muffin a cambio de un autógrafo.
Durante el camino de vuelta, ya estaba tranquilo, incluso feliz, pues ese postre de chocolate estaba muy bueno, tanto que lo terminó antes de llegar al hotel.
Pagó y bajó del auto, adentrándose al lobby para ir al ascensor. Vió que una chica ya se había metido, por lo que se apuró a poner su mano y así no tener que esperar a que la caja metálica volviese.

Desde el primer momento algo se sintió mal, pues su acompañante reciente lucía como si en cualquier momento fuera a desmayarse. Dada la situación, preguntó si se encontraba bien, a lo que la misma le comentó que sí de una forma un poco dudosa.
No pasaron más de diez segundos para que la joven cayera, haciendo que Lando se alarme. Se agachó para ayudarla y a la vez indagar en si estaba teniendo un ataque de pánico o si solo era un bajón de presión, pero al ver que se encontraba en la primera opción, puso en marcha sus conocimientos de asistencia. Intentó mirar el rostro de la contraria, o por lo menos lo que dejaba ver ya que tenía sus manos cubriéndolo, pero no tuvo éxito.
El ascensor llegó a su piso y ella pareció desesperarse al ver que las puertas se cerraban para llevarlos al piso de Zak, por lo que el inglés atinó a poner su pie para impedirlo. Lograron salir del compartimento, donde su acompañante pudo estabilizar su respiración.

Al llegar a la puerta de la habitación pudo verla mejor una vez quitó el pelo de su cara, le resultaba familiar, aunque no podía descifrar de donde. Iba a hablar, pero del cuarto contiguo salió otra mujer.
—¿Vicky, todo bie...— habló, confundiéndolo un poco. Pero la misma le dedicó una mirada de desconcierto cuando se percató de su presencia.
La situación le pareció una gran coincidencia al chico en su interior, pero no dijo más que una despedida y luego se retiró.

Tendría que contarle a Martín sobre la chica de la cafetería.

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¡Por fin tenemos un capítulo con Landito!? 👀
Tengo otro anuncio que darles, o mejor dicho necesito la opinión de ustedes. ¿Les gustaría que los capítulos tuvieran fotos de portada de más personajes?


Sin más que decir, espero que les haya gustado, no se olviden de comentar y votar, me ayudan mucho.

Con amor, Vicky💕

It's raining outside | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora