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Esa noche Paola acompañó a Victoria hasta que se quedara dormida. Ni en los pensamientos más remotos de la misma habría imaginado que la editora haría algo así, pero sin embargo ahí estuvo sentada durante tres horas en el sofá de la habitación de la joven, tratando de hablar lo más suave posible y sintiendo una gran culpa por haber rechazado su invitación a comer.

Y es que la mayor no era de piedra, y debía admitir que se había portado como una idiota descargando en Victoria su frustración del día, sobre todo considerando que ella era su única compañía en ese viaje.
Fue así como al cerciorarse de que su contraria estaba profundamente en los brazos de Morfeo, abandonó la habitación para dirigirse a la suya, y una vez que se encontraba en su cama, lloró. Desahogó mucha tristeza, rabia, incluso celos. Lo admitía, le daba un poco de molestia ver que a Victoria sí le habían publicado su libro, que ella sí gozaba del amor de los lectores, y compartía sus obras con orgullo, mientras que a ella le arrebataban la poca dignidad que le quedaba en un puesto de trabajo denigrante, donde era señalada como la autora estafada.
Fue así como terminó su día, liberando de una vez lo que se guardaba hace años, mismos que calló con los ojos secos y un gran peso en la espalda.

Al día siguiente, fue sorprendida por la menor, quien le había traído el desayuno a su cuarto, entrando en el mismo como si fuera el suyo una vez le abrió la puerta.
—Es día de prácticas, así que pensé que sería buena idea arrancar el día juntas— dijo con una sonrisa dulce y comprensiva —sé que tuviste una noche difícil.
Paola estaba sorprendida, era Victoria quien la había pasado mal, y sin embargo estaba ahí parada, atenta a ella como si su ataque de pánico no hubiera sido nada.
—Victoria— dijo titubeando —yo... no se como agradecerte— se rindió al final, regalando una pequeña sonrisa.
—Podés llamarme Vicky, aunque sea por lo que resta del viaje— guiñó un ojo y empezó a repartir los platos que contenían aperitivos y dulces, como mermelada y jalea.
—Lo voy a pensar— respondió la editora —aunque quiero mantener mi imagen de superiora exigente en la empresa— bromeó.
—Hasta la jefa más exigente es humana, Paola— intervino la joven —no te preocupes, tu "humanidad" va a ser nuestro secreto— continuó el juego haciendo comillas con sus dedos.

Las argentinas empezaron a desayunar y posteriormente se prepararon para ir al circuito. Dado que estaba anunciada una tormenta y el predio tenía algunas dificultades para acceder a pie, ambas decidieron que lo mejor sería rentar un auto.
Luego de un par de trámites, el dúo ya estaba camino a lugar mencionado manejando un Chevrolet Prisma, el trayecto iba en silencio, por lo que Victoria conectó su celular al estéreo del vehículo por Bluetooth y puso algunas canciones.
—El tema perfecto para abrir esta aventura— dijo la menor sonriendo para luego reproducir Welcome to New York de Taylor Swift.
—Pero estamos en Inglaterra, no en Nueva York— rió la ejecutiva conteniendo las apariencias.
—Bueno usa la imaginación— respondió su copiloto de buen humor.
Conversaron de trivialidades un poco más hasta llegar al circuito, una vez allí mostraron sus pases en la entrada al estacionamiento y bajaron del auto una vez ubicado. Unos acomodadores las llevaron a sus asientos en las gradas, donde podían observar una parte de la pista, a unos metros de la zona de largada.
Pasó una hora y los autos comenzaban a salir para las vueltas de reconocimiento. Victoria estaba extasiada viendo el espectáculo, ojalá hubiera acompañado a su padre en alguno de sus viajes anteriores, se había perdido de mucho. Por el contrario, Paola estaba un poco confundida.
—No entiendo mucho a que equipo pertenece cada auto— comentó cerca de la autora para que no la escuchara nadie más.
—Hubo muchos cambios, pero no te preocupes, después te explico— respondió sonriente su contraria.
La emoción crecía en ambas mujeres, hasta que todos los expectantes en las tribunas se llevaron un gran susto. Uno de los autos se desviaba de la curva que estaba haciendo, para luego chocar de lleno contra el bordes de la pista donde estaba el público-
—Ay no, es un Ferrari— dijo Paola, reconociendo al único equipo que recordaba.
—Es Charles Leclerc— agregó Victoria apenada.
Se podía ver salir del monoplaza a un conductor ileso pero muy frustrado, pues el vehículo había quedado dañado. Por el momento no se llegaba a ver si sería reparable o si directamente quedaría fuera de la clasificación y la carrera.
—Espero que no tenga que bajarse tan rápido— la editora tenía mucha adrenalina, e recordaba a los momentos que pasaba con su familia viendo los campeonatos.
—Todavía queda Carlos Sainz, así que no se van a quedar sin piloto.

Una vez despejada la pista al restirar el auto estrellado. Los otros corredores continuaron con sus pruebas. Iban 70 minutos de evento, cuando unas gotas rebeldes asomaban en el cielo.
—¿Cuánto dura esto?— preguntó algo preocupada Paola por el aguacero.
—Noventa minutos— expresó la autora mirando el cielo nublado.
No pasó más de unos diez segundos que la lluvia comenzó, despertando más euforia en los fans, quienes encontraban las carreras más interesantes con agua de por medio.
Victoria estaba un poco estresada, lo admitía, demasiada gente a su alrededor y un clima incómodo para estar al intemperie, pero el precio de algo tan espectacular como lo era estar en ese viaje, viendo ese apasionante deporte, definitivamente era justo y valía la pena para su ansiedad.
Las pruebas terminaron con una tormenta bastante pesada, las argentina, estaban empapadas yendo hasta su auto para llegar al hotel y evitar enfermarse. Todo iba bien, incluso la joven escritora rió con una caída que tuvo Paola al corren en tacones en el suelo resbaloso, el ambiente era de diversión y buen humor, algo nuevo para la relación de ambas.
Finalmente subieron al transporte y la ejecutiva encendió el motor, saliendo del predio del circuito.

—No te rías— decía la mayor intentando ser seria -tengo mucha más experiencia corriendo con tacones de la que creés-.
—Se nota— Victoria seguía tentándose con su propia risa.
Dado que había mucho tráfico, el GPS las había guiado por otras calles menos concurridas, pero que al parecer no estaban tan bien mantenidas.
La mayor paró en seco al enfrentarse a una inundación. Estaba bastante tensa, ¿cómo harían para volver?, ¿y si se rompían el auto?, la agencia les cobraría una fortuna si eso pasaba. Intentó ver si había forma de hacer reversa y buscar otra salida, pero en el mapa que le mostraba el aparato, solo ese pasaje era viable.
—Ay mierda— dijo la más joven.
—¿Qué hacemos ahora?— la editora estaba ahora más estresada —las otras entrecalles están peor.
—Intentemos pasar aunque haya agua— sugirió.
—¿Vos decís?
—Estoy igual de asustada que vos— replicó la autora.
—Bueno, lo intento.
Indecisa, la conductora comenzó la marcha, el auto parecía avanzar sin secuelas, dado el alto nivel del agua, Victoria advirtió que se acercaban demasiado a un cordón de calle.
—Andá más para ahí- el nerviosismo la traicionó y señaló al lado incorrecto, incitando a que su acompañante siga doblando en dirección a la vereda.
—¿Ahí para dónde?— dijo desconcertada y aún más nerviosa la mayor.
—Ahí derecho, derecho— se corrigió, un poco intimidada —vas bien.
Su suerte las abandonó cuando el motor perdió potencia y comenzaban a estancarse, al parecer la calle tenía una depresión y el vehículo estaba entrando en ella.
—Ay no— exclamó nerviosa —Victoria se me está quedando el auto— respiró en busca de calma, pero no la encontró —Dale, por dios— dijo —te pido Dios que nos ayudes.
La cara de su acompañante era un poema.
—Dios, nos ayudes— agregó con una desesperación creciente —Dios te pido por favor llegar al hotel.
—Mierda, mierda, mierda— ahora la joven tenía miedo, estaba encerrada con una lunática con delirios místicos en medio de una inundación.
Como si estuviera esperando una respuesta, dijo más fuerte —Dios te pido, ¡Victoria, rezá!— miró a su acompañante con los ojos muy abiertos, su expresión daba miedo.
—¡No sé rezar!— dijo con miedo a que Paola la matara.
—¡PEDILE A DIOS!— gritó la ejecutiva.
—¡DIOS LA PUTA MADRE POR FAVOR!— exclamó Victoria con un intento de oración católica.

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No sé por qué la voz de esa mujer del video me suena tanto a Paola 😂 Pero en fin, esa situación describe perfectamente la desesperación de estas chicas.

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Besos, Vicky💕

It's raining outside | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora