Capítulo 38: "Fuego cruzado"

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Nueve meses antes de los sucesos presentes, el semidemonio de las garras de sangre se encontraba frente a una máquina despachadora de comida, haciéndolo recordar momentos felices que tuvo con su familia antes de toda esta locura.

Su madre le contó que, mientras él estaba a un mes de nacer y fue a un último chequeo, Misaki le empezó a pedir más dulces de la máquina a su padre. Con miedo de que el bebé se quedara con todos los bocadillos.

Con todo esto en su cabeza, el joven se levantó y caminó hacia el pasillo a afueras de la sala de cirugías. Esperaba que todo saliera bien, pues ya lo había decidido, esa niña no merecía pagar por los actos de su padre, y no iba a seguir arrebatando vidas porque Osamu le arrebató una.

–No sé cómo... convencerme de que soy más que un demonio. Tengo más sangres que lágrimas en mis manos... –pensó cabizbajo, y viendo desde la ventana a una persona ser llevada y atendida por paramédicos.

Fue entonces que salió a tomar aire fresco. El médico, quien no había preguntado su nombre, no había salido y era su única esperanza; lo mejor era calmarse lo suficiente mientras esté alejado de las personas.

Al estar en las afueras del hospital, se apoyó en la pared en busca de resolver sus conflictos mentales, y alzando la vista para evadir las miradas imprevistas de la gente.

El cielo carecía de estrellas por culpa de las luces de la ciudad. Tokio seguía siendo una ciudad hermosa a pesar de sus tinieblas, pensó vagamente.

–Hiro Katsuki... –una voz lejana lo llamó de repente. No la típica voz de su cabeza, sino, una que ya había oído en un lugar familiar pero hostil. 

Desde la oscuridad de un callejón a una cuadra de él fue que pareció ocultarse alguien de inmediato. Le quedó seguirlo para ver que no se tratara de una amenaza, si iba a pelear, iba a ser en un sitio alejado de gente como la típica callejuela.

Sin embargo, tras pasar al sitio, toda su seguridad se fue y su hakouga se activó sin las órdenes de Hiro, como si todas las células de su cuerpo se hubieran sincronizado por haber detectado una amenaza.


Hiro, actualmente, iba a paso acelerado por los callejones oscuros de Shinjuku como de costumbre, donde los agentes no iban a ser lo suficientemente rápidos para alcanzarlo, pues era terreno con experiencia. El chico veía lo que quedó del refugio a unas cuantas cuadras, y reflexionó:

–Si estuvo aquí, no pudo ir muy lejos desde que me fui... Alguien debió haberla visto.

Fue entonces que se percató de la presencia de agentes por todo el sitio, la Asociación anti-demonios parecía haber tomado todo el distrito, por lo que se vio obligado a usar su plan de respaldo.

Al principio pensó en saltar hacia el tejado de la casa a su costado, empero, el ruido que se produciría iba a ser suficiente para alertar a los uniformados.

Por ello, su nuevo plan era subirse al bote de basura, al muro enladrillado del callejón y, finalmente, aferrarse al borde del tejado para comenzar a saltar de hogar a hogar con el máximo sigilo.

Al llegar al final del camino, en donde yacían las ruinas carbonizadas, divisó a un grupo de agentes, quienes parecían rodear lo que terminó siendo un cadáver. Esto sorprendió a Katsuki, quien trató de moverse para reconocer el cuerpo rodeado de policías; empero, se le complicaba mucho hacerlo sin estampar su sombra con la luz lunar:

–Mierda. Si los agentes ya están aquí... solo significa que no soy el único que la busca.


Bloody Claw 2: Ciudad de tinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora