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"Barbie bruja"
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27 de diciembre del 2013 (Sioux Falls, Dakota del Sur, Estados Unidos)
⠀⠀⠀⠀Las manos de Dean resbalaban por el volante, estaba jodidamente nervioso por lo que estaba a punto de ocurrir y no entendía por qué su cuerpo decidió comportarse como la primera vez que se acostó con una chica... hombre, eso fue hace una millonada de años. Era estúpido de su parte y lo sabía, pero ¡Demonios! Era imposible controlarlo. Observaba a su acompañante con curiosidad, la miraba de reojo intentando adivinar lo que sucedía en su mente. Ella jugaba con su cabello manteniendo la cabeza gacha y a veces la alzaba para mirarlo y darle una tímida sonrisa. ¿Qué significaba eso? Tenía miedo de meterse en un callejón sin salida, arruinar su relación con Maggie por algo tan simple como el sexo, pero, se podría ir al infierno por las veces que había soñado con este momento. Desde que la besó había nacido un sentimiento que aún no estaba seguro de como llamar, mas no contaba con las agallas de eliminarlo.
⠀⠀⠀⠀—Aquí está bien —dijo Maggie entrando a un lugar bastante discreto—Entonces... umm...
⠀⠀⠀⠀El impala se arrimó en la sombra de un camino desierto, oculto por grandes árboles y terrenos con los cimientos de una futura construcción. El ambiente instaurado en el impala se respiraba denso y acalorado para ambos. Maggie no podía siquiera formular bien una oración, se sentía como una niña a la que le estaban quitando las ruedas de entrenamiento. Pensar en lo que estaba por pasar aceleraba los latidos de su corazón. ¡Dios santo! Había fantaseado con ese momento durante varias noches, en el limbo entre la conciencia y el profundo sueño. Admitir que pensaba en Dean era algo que la sobrepasaba, la hacía sentirse como una mujer distinta, como cuando soñaba con escaparse con James. Era una adolescente llena de esperanza, con la visión de una realidad de cuentos de hadas. Dean la volvió a observar y ella pensó que ya tenía suficiente de sus ojos esmeraldas. A Maggie no le gustaba, le recordaba lo inexperta que era en el sexo, y lo experto que él era. ¿Con cuantas mujeres había estado? ¿Cuántas de ellas eran mucho mejor y lo habrán hecho sentirse en el cielo? Probablemente todas. ¿Qué le podía ofrecer más allá de sus torpes manos?
