Capítulo X Porque yo estoy aquí

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Izuku Midoriya llegó al trabajo, tenía un poco de polvo en su uniforme y algunas magulladuras por los golpes pero no le dio importancia, era algo normal.

-Buenos días Uraraka- saludo Izuku con lo que a oídos de la castaña era su alegría habitual.

-Buenos días, pronto tardes Izuku- devolvió el saludo.

-Nos vemos en el almuerzo- dijo el peliverde mientras se dirigía al ascensor.

Seleccionó su piso, escucho la canción en el ascensor, salió de este y entró directo a su oficina, dejo su mochila en el sofá, suspiro y se dirigió a la oficina frente a la suya, tocó la puerta y espero.

-Adelante- se escuchó la voz de su jefe.

Izuku ingresó a la oficina.

-Buen día Shoto- saludo el menor con una pequeña reverencia.

-Buen día Izuku- devolvió el saludo el de cabellos bicolores.

El menor dirigió su mirada a Shoto dispuesto a hablar sobre lo que estaba agendado para ese día o lo que quedaba, su jefe siempre ajustaba por si mismo su horario mañanero, uno en el que no tenía ningún encuentro con otras personas, se limitaba a papeleo, tanto papeleo, por la gracia de su maldito padre quien insistía en que debía administrar varias de las empresas para acostumbrarse a ello.

El de cabellos bicolores noto algo en Izuku.

Ese algo que Inko Midoriya veía todos los días durante años, sintiéndose impotente al no poder ayudar a su hijo pues sus intentos siempre fallaban empeorando las cosas.

Ese algo que los profesores ignoraban.

Ese algo de lo que sus compañeros de clase se burlaban.

Ese algo que Uraraka no pudo notar en su joven amigo.

Ese algo que la sociedad ignoraba.

Ese algo a lo que Izuku Midoriya se había acostumbrado.

¿Qué era?

La tristeza, el dolor, ira y resentimiento que aquellos ojos verdes ocultaban, los rastros de lágrimas que apenas eran notorias, la falsa sonrisa que daba al mundo.

Shoto se dejó llevar, actuó acorde a sus instintos, se levantó bruscamente, se encaminó hacía el menor y le abrazó, rodeó con sus fuertes brazos los hombros del menor, los colocó en la espalda de este apretándolo en su pecho, dejando su cabeza sobre el hombro de Izuku.

-Está bien Izuku, aquí estoy- susurro Shoto en el oído del peliverde.

Entonces Izuku volvió a llorar ese día, saladas lágrimas caían cual cascada por sus mejillas mientras abrazaba con fuerza al de cabellos bicolores, sintiéndose seguro, en ese momento, el peliverde pensó que había encontrado un héroe, un héroe sin capa.

...

Minutos después, Izuku había parado de llorar y se sentía un tanto nervioso por su situación actual.

-Shoto, estoy bien- dijo Izuku en un susurro.

El de cabellos bicolores se separó del abrazo, tomo su mano y lo guió al sillón negro que estaba en la oficina, le dejó sentarse y tomo lugar a su lado, sin soltar su mano, le vio directo a los ojos.

Romance de oficina [TodoDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora