Pasta con pollo frito

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Bajo la sombra de sus alas
Capitulo 4.
Pasta con pollo frito.

Daniel Morphoe  se encontraba descargando algunas cajas pesadas de comida para la cocina del correccional, Greta, su madre adoptiva, le había pedido encarecidamente que le ayudara con unas cuantas, hace algunas noches atrás había sufrido de dolores  en la espalda por las pesadas cajas que algunas veces tenía que cargar ella sola, para limpiar el hatico y que no comenzaran a salir roedores intrusos y hambrientos que se comieran los quesos y algunos paquetes de verduras frescas que descansaban en tablas de madera fuera de la heladera.

Greta conocía lo latoso que era luchar contra una manada de ratones,  mucho más cuando sufrías con ellos por verlos morir de manera tan despiadada. Por eso, buscaba la forma de hacerle una trampa para luego liberarlos alrededor del bosque, pero no sabía cómo los condenados se las empañaban para encontrar el camino de vuelta.

La solución era simple, hacerle limpiezas al hatico de manera constante y tapar todas las ratoneras y huecos que se encontraban entre las maderas viejas.

Para su provecho, Daniel nunca se rehusó en ayudarla, pero al verlo como se sentaba en unos de los taburetes de la cocina y limpiaba su sudor, supo que había terminado más exhausto de lo que había pensado.

—Gracias por ayudarme cariño.

—No tienes por qué agradecerme.

Daniel se secó el sudor y paso la punta de su lengua por los labios, su garganta se encontraba seca, las cajas eran más pesadas de lo que había imaginado.

—¿Quieres jugo? Puedo hacerte jugo de fresa.

Greta miro a su hijo, los ojos verdes de Daniel se iluminaron por completo.

—Estaría encantando.

Greta sonrió y luego desapareció por detrás de una pared hacia una puerta, donde se encontraban guardadas las frutas frescas.

Daniel la vio alejarse. Ya podía disgustar el sabor de la fresa en su paladar, pero entonces, algo más llamo su atención, la voz de su mejor amiga había resonado desde la puerta principal. Daniel se le quedo mirando unos segundos, como si tal vez su cerebro estuviera atribuyéndole una vil jugada con el recuerdo de la castaña, pero ella giro la mirada.

—¿Suri?

Su amiga tenía unos ojos marrones muy luminosos, casi llegando al color ámbar, su mirada era profunda, aunque a la vez era muy sutil y dulce, igual que su tono de voz.

Él no podía apartar los ojos de ella, y se encontraba preguntándose a si mismo si verdaderamente era Suri quien se encontraba pasmada en la puerta principal.

Al parecer ambos estaban completamente sorprendidos.

«¿Es ella? ¿Es Suri?»

—Daniel, hijo. ¿Quieres un poco de mermelada con pan? Tal vez mañana amanezca en mal estado, sería un gran desperdicio si… ¡Ay madre mía, Suri! —Greta sintió su corazón rebosar de alegría al ver a la chica parada en la puerta, rápido dejo el pote de mermelada que tenía en las manos en la mesa donde se encontraba Daniel sentado, se limpió las manos en el delantal y corrió como pudo hacia Suri para abrazarla. —¡Padre Celestial! ¡Gracias por esta maravillosa sorpresa! —Greta hablo con los ojos cerrados y apretó con fuerza el cuerpo de la castaña, luego se alejó, dejando sus regordetas manos en los hombros de Suri, sus ojos la estudiaron de pie a cabeza. —¡Pero mira lo hermosa que estas cariño! ¡Cómo has crecido! Solo te he podido ver en las fotos que publicas en redes gracias a Daniel, no puedo creer que estés aquí, mira tu cabello ¿Lo has dejado crecer verdad? La última vez recuerdo que lo tenías por los hombros ¡ahora casi te llega a la cintura! ¡También tienes más curvas! ¡Dios, Augusto debe estar precavido a cada chico que quiera acercarse a ti! ¿Ya tienes novio cariño? Seguro que sí. ¿Verdad? ¿Cómo te va en la universidad?

Bajo la Sombra de sus AlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora