Chico bonito

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Manejé durante unos minutos, siguiendo mi intuición y los cálculos aproximados que había hecho anteriormente.

Estaba buscando la zona exacta donde, según mis estimaciones, había caído el meteorito.

Aunque no estaba completamente seguro, tenía la fuerte impresión de que debía estar por esa área.

La expectativa y la emoción crecían mientras me acercaba al lugar.

Decidí frenar en una de las esquinas de la calle. Estábamos en medio de la nada, por lo que no había problema en estacionarme fuera de lugar. 

A estas horas de la noche, dudo que pasara algún otro auto por aquí. 

Dejé las luces del coche encendidas porque la luz era prácticamente inexistente en este lugar apartado.

La oscuridad era absoluta, solo interrumpida por la tenue iluminación que proyectaban los faros de mi vehículo. 

La calle parecía desierta y silenciosa, sumergida en un ambiente casi fantasmal. Observé a mi alrededor, sintiendo una mezcla de intriga y cierta inquietud por la soledad del lugar.

Me sentí algo inquieto, como si estuviera adentrándome en un territorio desconocido y misterioso.

Sin embargo, estaba decidido a seguir adelante con mi propósito, aunque eso significara explorar este lugar en completa oscuridad.

Tomé un momento para ajustar mi posición y verificar mi ubicación en el mapa.

Aunque no estaba del todo seguro de haber llegado al sitio exacto, confiaba en mis cálculos y en la dirección que había seguido hasta aquí.

Aunque no estaba del todo seguro de haber llegado al sitio exacto, confiaba en mis cálculos y en la dirección que había seguido hasta aquí

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La escasa iluminación provenía únicamente de los tenues rayos de luna que lograban filtrarse entre las gruesas capas de nubes.

Estas nubes, cargadas y oscuras, parecían suspenderse amenazadoramente sobre el paisaje nocturno, arrojando sombras profundas y misteriosas sobre todo a su paso. 

Debo de ser el único loco que se aventura en búsqueda de algo tan incierto, sin tener claro ni siquiera qué es exactamente lo que estoy persiguiendo. 

Colocando las llaves en uno de los bolsillos de mi pantalón, bajé del asiento del conductor con determinación. 

Antes de adentrarme en esta misión personal, decidí tomar un paraguas para protegerme de la persistente llovizna que continuaba cayendo sobre el entorno.

La atmósfera estaba cargada de un aire fresco y húmedo, mientras los leves destellos de luz de la luna intentaban atravesar las nubes densas que cubrían el cielo nocturno.

Al bajar del vehículo, la fría brisa nocturna envolvió mi cuerpo, haciéndome temblar y sacudir hasta que finalmente me acostumbré a la nueva temperatura. 

Un escalofrío recorrió mi espalda mientras me arrepentía momentáneamente de haber dejado el confort relativo del automóvil.

Sin embargo, la determinación por seguir adelante con mi propósito me impulsó a continuar, ajustando el paraguas para protegerme mejor de la persistente llovizna que caía sobre el paisaje oscuro y silencioso que me rodeaba.

Angel CaidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora