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Paulina tomó asiento junto a Isabel en la sala de conferencias del colegio. Todos a sus alrededores hablaban entre sí mientras que la chica jugaba en una aplicación que había descargado aquella mañana en busca de algún entretenimiento de entre clase.

— Oye, nada tonta la rarita.— Isabel llamó su asientos señalando con su cabeza a los asientos de atrás. La mirada de Paulina fue en esa misma dirección encontrándose con Javier, que ya tenía los ojos puestos sobre ella.

—¿Crees que alguien como el se fijara en ella?— Natalia pregunto junto a Paulina.— ¿Tu que opinas, Pau?.

— No se.— La castaña alzó los hombros.

— Obvio que no.— Isabel respondió la pregunta de su amiga.

— Estas siendo grosera.— Paulina regañó a su mejor amiga.

— Igual sería bonito que ligara.— Maria se unió a la conversación.

— Gracias. — Paulina concordó.

— Maria, por favor.— Paulina y Natalia hablaron al mismo tiempo compartiendo sus dos diferentes puntos de vista.

— ¿En serio?— Isabel le pregunto a su amiga de la infancia. Paulina rodó los ojos regresando su atención a la pantalla de su teléfono.

Segundos después Pablo se sentó junto a su novia y en ese mismo instante comenzaron a besarse frente a todos. Paulina trato de ignorar aquel acto y presto su atención al momento que las luces del lugar se apagaran y el director comenzó a hablar

— Alumnos de quinto año, gracias por estar aquí.— Quintanilla comenzó a hablar.— Hace unas épocas, a lo mejor no tan lejanas... ¡Luis! ¡Luis!— El llamó el nombre del alumno que apenas se adentraba al aula.— Pásale, por favor. Mira.— Todas las miradas giraron hasta el incluyendo la de Paulina.— Aquí adelante hay un asiento vacío.— Hasta adelante.— Las risas y silbidos no tardaron en escucharse.— Muy bien, como les decía, quizá no me lo crean, pero hace algunas épocas no muy lejanas los seres humanos podíamos vivir sin esto.

Su mano fue hasta el bolsillo de su camisa y de este saco su teléfono celular mostrándolo a todos los alumnos.

— Quizá vivíamos mejor, quizás vivíamos peor, no lo sé, lo que si es cierto es que no éramos esclavos de estas cosas.— Quintanilla lanzó su teléfono al suelo creando un incómodo silencio.— Es falso.— Quintanilla rio al ver la reacción de una de las profesoras. — El caso es, que es necesario. Si,
pero no es indispensable. Hay que usarlo moderadamente. Por esto, los compañeros de multimedia nos ayudaron con un video. Que se llama "uso responsable del teléfono celular". Les pido por favor su atención. Porque ayudar es parte del espíritu colegio nacional. Así que pongan mucha atención, Y, Bruno... ¡Bruno!— Quintanilla llamo al chico que parecía prestarle más atención a su teléfono que a su única tarea en aquella asamblea.— ¿Puedes ponerle play, por favor? Gracias.

Todos colocaron sus miradas en la gran pantalla proyectada frente a ellos. Un video que leía las palabras "QUIEN ES ISABELA DE LA FUENTE".

Imágenes editadas de Isabela comenzaron a aparecer en la pantalla. Los gritos y chiflidos de sus compañeros no tardaron en escucharse al verlas.

— ¡Bruno, quita eso!— Quintanilla subió al escenario tratando de detener todo lo que estaba pasando.

Las imágenes de su amiga comenzaron a intercalarse con las fotos de un niño en su fiesta de su cumpleaños.

ISMAEL DE LA FUENTE

Eran las palabras que se remarcaban en el acta de nacimiento frente a ellos.

Generó: MASCULINO

— ¡Es un cabrón!— Paulina escuchó el grito de uno de sus compañeros.

— ¡Sácate un huevo para cotorrear!.

Su amiga salió corriendo de el aula siendo seguida por Paulina.

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Las cuatro mujeres se encontraban en el baño, ninguna parecía tener el valor para decir o hacer algo.

— ¿Por que no nos dijiste?— Natalia rompió aquel silencio.

— Güey.— Paulina trató de callarla. Ella acercó su mano a la mejilla de su amiga y limpió la lágrima que bajaba de esta.

— Yo iba a contar todo.— Ella habló mirando a su mejor amiga. — Porque no siento vergüenza, en serio. Pero no quería que fuera así. Ahora todos me ven como un monstruo.

Paulina sabía el secreto de su amiga, era obvio. Sus padres se conocían y ellas crecieron juntas la mayor parte de su vida.

Sus brazos rodearon la cintura de Isabela dejando que la chica llorara en su hombro como todos los años anteriores. Natalia observó a las dos mujeres y rápidamente su vista fue hasta el suelo, se quedó pensando por varios minutos hasta que las cuatro salieron de aquellos baños.

— ¿por que me hiciste esto?— La voz de Paulo inundó sus oídos al momento que ellas pusieron un pie fuera.

— No entiendo.— Isabela hablo confundida.

— Lo qué pasa es que no sabíamos que tenías pene.— Gerry rio.

— Cállate, pendejo.— Paulina se acercó a su primo y jalo del su ojera alejándolo de su amiga y aquel apretado problema.

— ¿Que te pasa, güey?— Gerry tomó su oreja con dolor al momento que la mano de su prima se alejó de él.

— Deja a Isabela en paz.

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