VIII. La verdadera reina

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<<Y heme aquí, al fin en el trono de Asgaard. No era mi idea, pero tampoco me quejaré>>


El silencio de la habitación.

Mis suspiros melancólicos.

Ahí estaba yo, bebiendo en soledad. ¿Qué tan triste era eso? Ah, vaya: sí he pasado otras etapas de la vida en añoranza, pero hoy...Hoy sentía todo tan abrumador. Mi mente tenía que desconectarse, dejar mis sentidos fuera y quitarme estos fantasmas de encima.

Mi disyuntiva era más que solo una elección. Era entenderme, entender esto. Entender que estaba haciendo Thor. ¡Conmigo, con ella!

Sentía mi cuerpo ligero, debía ser el alcohol. Me encontraba sentado al pie de la cama, miraba el techo solamente.

Había una oscuridad abrumadora, casi siempre en estos casos, hacía un poco de magia para iluminar el lugar con ese brillo verde que me encanta. Pero...estaba atrapado. Así era bastante patético, me sentía tan mortal. Observé lo que podía de mi mano. No había forma de invocar magia, y eso me daba tanta nostalgia.

Y luego pensé en las palabras de mi madre -que constantemente me venían a la cabeza-. Si somos complementos, tendríamos que estar juntos. Es cierto, el vínculo que tenemos es fuerte...nos lo hemos demostrado muchas veces. ¿Y si por eso no me dejaría? Nos seguiriamos encontrando, como sea. Antes de todo esto, yo estaba al otro lado del universo, y nos volvimos a ver...

Ya habían pasado algunas horas desde que me fuí, y mi hilo de pensamiento me estaba agobiando. Entonces, me armé de valor, aprovechando la deshinibición del licor y salí a ver cómo iba todo. Con suerte, todo el mundo estaría mas o menos como yo, quizás atragantándose toda la comida posible.

Había un silencio sospechoso.

Entré al salón del Trono y...no había nadie. Bueno, claro que se veía que hubo una celebración ahí, pero...nadie.

Me acerqué y me quedé mirando el trono. Ese por que peleé sin cesar, por el que hice de todo. Ahí, imponente, brillante y pretencioso. Una de las metas de mi vida era dirigir a toda una nación desde allí, y todas las veces me patearon al suelo. ¿Por qué? Porque Thor, el hijo primero, lo merecía. Tch.

"Todo el mundo está cenando.", una voz masculina salió detrás de mi. Pero claro, me erizó la piel, no podía ser nadie más.

Miré sobre mi hombro. Pero lo que vi, fue digno de darme la vuelta.

Thor y su apariencia nueva como rey de Asgaard. Claro que le dieron su corona ridícula con incrustaciones de zafiros, y la banda bordada en oro que va sobre los hombros.

"Te fuiste.", me reclamó un tanto disgustado. Traía una copa de vino en la mano.

"Agh, pensé que vomitaría con ese beso largo y soso.", dije aún molesto por haberlo visto.

"¿Piensas que mis besos son sosos?", estaba muy confiado hablandome así en este lugar.

"No dije eso.", contesté en un tono más bajo de lo habitual.

"Tranquilo.", le salió media risita, burlandose de nuevo. "Nadie puede oírnos. De hecho, justo iba a buscarte."

"Mmm no, gracias. Paso de todo este circo. Solo eché un vistazo.", me encojí de hombros.

Se me acercó bastante, lo suficiente para que su aroma me golpeara la cara, me sonrojé un poco.

"Quiero que te quedes."

Slave. [Thorki lemon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora