LO QUE YACE EN LAS SOMBRAS

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Túnez, octubre de 1996

 
Lisa giró la cabeza hacia un lado, se bajó las gafas de sol y miró a Michael, sintiéndose segura e invisible. No le estaba prestando atención. Estaba sentado en una tumbona a la sombra, bajo un enorme toldo retráctil al otro lado de la piscina infinita, leyendo un libro. Parecía completamente concentrado en lo que estaba haciendo. Eso no fue una sorpresa: era el tipo de hombre que pondría todo su compromiso en cualquier tarea que decidiera que valía la pena. Y la lectura definitivamente pertenecía a la lista.

Dejando vagar su mente, Lisa pensó en cómo su pasión por los libros, el arte, la educación y la cultura, en general, había sido una de las cosas que no solo había encontrado inmediatamente atractiva en él, sino también sorprendente. Todavía recordaba haber conocido a la superestrella que hizo desmayar a tantas mujeres, a finales de los años ochenta. La propia Lisa, durante su adolescencia, estaba un poco enamorada del apuesto joven que actuaba en el video de Thriller. Y, sin embargo, el hombre que había conocido de nuevo en la boda de John Branca no era el tipo más grande que la vida con cuero y hebillas, ni el dulce chico de 16 años que había visto por primera vez en Las Vegas con su padre, tantos años antes. , cuando ella no era más que una niña.

Michael, el hombre, era completamente diferente de Michael Jackson, el animador. Era dulce, pero su naturaleza amable no era infantil en absoluto. En todo caso, era un niño de la manera más hermosa, como un niño juguetón y capaz de asombro y asombro, incluso cuando se trataba de cosas pequeñas y triviales a las que mucha gente nunca prestó atención. Él le había enseñado a soñar en grande.

Por otro lado, Michael también era un hombre en muchos sentidos, como Lisa había descubierto cuando empezaron, ¿qué? ¿Tener una cita? ¿Perder el tiempo? La primera noche que había pasado con él había sido alucinante, la había dejado boquiabierta. Los que lo habían seguido habían sido incluso mejores. Y sin embargo, incluso ahora, después de tantos años, no sabía cómo definir el comienzo de su relación. Fue complicado. Ella estaba casada y él estaba en la cima del mundo y volaba aún más alto. Sus encuentros fueron secretos, fugaces y tórridos.

Sin embargo, enamorarse fue probablemente la mejor descripción de lo que había sucedido en ese entonces. Había sido tan fácil. Y muy rápido también. En un momento había pensado en él como un amigo y luego, casi sin darse cuenta, se había encontrado perdidamente enamorada de este chico. No el animador, no el artista, no el bailarín y cantante talentoso de otro mundo… solo el hombre. El bibliófilo voraz. El bromista práctico. El tipo nerd que entrecerraba los ojos porque necesitaba gafas para leer. El tipo gracioso, capaz de hacerla reír tanto que le salían lágrimas de los ojos. El caballero encantador. El amante del arte sofisticado y bien educado. El poeta y visionario generoso que creía que un mundo mejor era posible. El hombre sexy que, en la cama, la haría volar más alto de lo que jamás había imaginado posible. El macho alfa posesivo que siempre la marcaría como suya. Sí, enamorarse de Michael había sido realmente muy, muy fácil.

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