Capítulo 11

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—Esos.... Infelices, blasfemos—dice Hernán mientras se recarga en un árbol, el sudor recorre su rostro después de ser perseguidos por un largo rato. Su gente comienza a revisar sus heridas, además de su estabilidad mental al observar algo tan impactante.

—Señor, retiremonos, por lo que mas quiera—dice uno de sus hombres con terror en su voz.

—No nos vamos a ir, no podemos....—dice Hernán jadeando, mientras en su mente, pasan las escenas de cuando destrozaron sus naves.

—¡Usted vio lo que fueron capaces! Ellos son reales, por más que recemos a Dios, nunca se hizo presente en nuestra ayuda, pero ellos están aquí, presentes—contesta otro hombre del séquito.

—¡Cierra la puta boca!—grita Hernán con furia mientras limpia el sudor con su brazo.

—Ellos son falsos, lo sé en el fondo de mi ser, hicimos un largo viaje, no me digan que será por nada—dice Hernán con un desgarre en su voz.

—Se-señor—dice malinalli aún con el corazón en un pulso rápido.

—¡¿Qué?!—contesta Hernán con enojo.

—Si ellos son reales, déjeme contarle la historia de quien nos derrotó, Huitzilopochtli. Hace mucho tiempo, una pequeña bola de plumas cayó cerca se una mujer, quien curiosa, guardo las plumas en su seno, para posteriormente quedar embarazada. Su hermana la luna y sus hermanos las estrellas, tacharon a la madre de deshonor y traición al ser preñada por alguien, a lo cual, conspiraron para matar al niño y a la madre. Antes del nacimiento de Huitzilopochtli, la madre fue en busca de un refugio, pero fueron encontrados por sus hermanos, a lo cual Huitzilopochtli nació en forma adulta, portando a la xiuhcoatl, la serpiente de fuego. El dios que acabó con cinco de sus soldados, acabó con 400 de sus hermanos, para decapitar a su hermana y lanzar su cabeza al cielo para ser la luna. Vimos que todo fue real, vimos como salió fuego de sus manos, vimos como acabó con los soldados con solo tocarlos, no me puede negar que fue real—narra Malinalli con un notorio nerviosismo en su voz, al mismo tiempo que su cuerpo tiembla. Los soldados de Hernán sienten el miedo al escuchar esa historia.

—Me niego a creer esas patrañas, ellos son sólo farsantes—dice Hernán, pero el miedo también lo llena en todo su ser. Aquí es donde un pequeño grupo se divide en creencias, quienes están del lado de Hernán y quienes se retiran de su grupo por miedo.

—Señor, esto es real, ¡real!—dice uno de sus hombres con terror.

—Las personas que ya no quieren seguir, pueden irse—Hernán se recuesta en el tronco del árbol mientras aún recupera el alimento.

—Perdóneme, pero nosotros nos retiramos—un grupo de 4 personas se separa del séquito, a lo cual le dan la espalda literalmente a Hernán para retirarse.

—Matenlos—ordena Hernán con frialdad, los encargados que portan las armas apuntan y disparan contra sus ex compañeros, pero la armadura de ellos fue capaz de protegerlos, pero no de salvarlos. Los cuatro traidores a ojos de Hernán yacen tendidos en el suelo agonizantes.

—Son hombres de poca Fe, traidores a la causa y con miedo en su ser, yo mismo los haré llegar con Dios para que sean que él es el único y verdadero ser todo poderoso—dice Hernán y saca un puñal de su funda. Nadie lo supo hasta este momento, pero aquel hombre que en la historia original sería normal, ahora es corrompido mental y espiritualmente, dejándolo caer en una locura mayor. Su mente acaba de colapsar, las dudas de la verdadera existencia de Dios ah sido revelada para su punto de vista, si Dios no existe, no existe el infierno o algún paraíso, eso quiere decir que los pecados son sólo una invención escrita por alguien. Ah nacido la variante más cruel y déspota de todas las líneas del tiempo a las que pudo haber existido.

—Dios los guarde en su gloria—Hernán levanta en alto el puñal, para degollar el cuello de sus cuatro compañeros, procede a jadear fuertemente mientras ve sus manos manchadas en sangre, el shock mental ahoga sus sentidos, quiere una cosa, algo que sólo lo hará llenar de felicidad y tranquilidad, y es ver muertos a nuestros protagonistas, tomar sus tierras y ser alguien grande, sin importar el costo. Su gente lo ve a lo lejos con terror, como su líder a enloquecido, pero con miedo y sed de victoria, seguirán su camino, porque ya no tienen otra opción.

—Tenemos que reunir gente, esa ciudad será nuestra, y aquellos que se crean mejor que Dios, serán cunsumidos en su propio fuego—dice Hernán, para caminar hacia un grupo enemigo de los mexicas, la alianza de Hernán con los pueblos sometidos fluye originalmente, como en la línea del tiempo.

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⏰ Última actualización: Aug 20, 2021 ⏰

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