Capítulo 1

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Mi cuerpo está muy cansado, como la primera vez que entre a trabajar, algo húmedo golpea mi mano derecha, me cuesta mucho abrir los ojos y alzar la mirada, pero una cantidad enorme de agua golpea mi cara.

—¿Cómo? ¿Qué? ¿dó-dónde estoy?—pregunto en voz baja despues de toser el agua, estoy en la orilla, de lo que me parece ser una playa o algo parecido, mi ropa está mojada y sucia por tierra o arena, no puedo distinguirlo bien.

—No, no, no, no—comienzo a angustiarme al no poder ver ninguna ciudad o algún rastro de civilización. No me explico el como llegué aquí.

—Oye, oye, ¡despierta!—le digo a Juan que está a poco metros de mi, Boca abajo en el suelo.

—¿Qu-qué? ¿Don-donde?—levanta la mirada y en un segundo se levanta sorprendido, comienza a saltar de felicidad y a gritar de emoción.

—¡Lo logramos! ¡Hicimos lo imposible!—grita con emoción, suelta carcajadas y me abraza por la emoción.

—Sueltame, esto no está bien, estamos perdidos ¿entiendes? ¡Perdidos!—digo frustrado y alejo a Juan de mi.

—¡Alex logramos lo imposible! ¡Viajamos en el jodido tiempo!—grita con emoción.

—¡¿Cómo estas tan seguro de eso?!—digo resignado.

—Mira detrás de ti—dice y señala. Al voltear mis ojos se iluminaron al ver un bello paisaje, estamos en la orilla de un lago enorme, las plantas y el aire limpio es simplemente hermoso. Pero en medio del lago hay una ciudad flotante, puedo ver como puentes conectan con algunas partes de las orillas de la laguna.

—¡Llegamos a Tenochtitlan!—grita aún con euforia.

—Te-tenoch ¿que? ¿Qué año es?—pregunto confundido.

—Estamos en 1519—dice y me da una pequeña palmada en la espalda.

—¡¿1500 qué?!—pregunto exaltado. La mayor angustia llegó a mi cuerpo, dejando mi rostro pálido y una preocupación enorme por mi hermano.

—Tranquilo, solo tenemos que encontrar una fuente de energía, eso será fácil, tenemos todo lo necesario con nosotros—dice y observa la máquina, en la tierra están varias herramientas dispersas, metal, cables, mas cajitas, etc.

—Rápido, que sea rápido ¡ya!—digo muy exaltado.

—tranquilo, al regresar a nuestra época solo habrá pasado menos de un segundo, descuida, todo saldrá bien—dice Juan. Cuando él se voltea, la punta afilada de una lanza apunta a su barbilla.

—¿ikniutli?—dice un joven de aproximadamente 16 años, tiene el torso desnudo y en sus manos una lanza mediana. En otras palabras, un pequeño adolescente indígena. Al parecer esta solo, pero se puede ver el nerviosismo en su cuerpo.

—¿Qué dijo?—Juan y yo levantamos las manos involuntariamente, somos más grandes que él, pero no quiero golpear a un niño de 16 años.

—No lo sé, tendría que revisar algunas notas en mi cuaderno en la caja para saber que quiere decirnos—susurra Juan. El joven no para de mirarnos asustado.

—Hazlo y dile que no le vamos a hacer nada—digo aun con las manos levantadas.

—No quiero esa lanza en mi cuerpo—dice Juan enojado.

—Somos más grandes y fuertes, pero no quiero golpearlo—contesto.

—Trata de que no me ataque—dice y se inclina por la caja. El joven retrosede un poco por el movimiento tan espontáneo.

—¿Qué quería decirnos?—pregunto mientras Juan busca un cuaderno en donde tiene anotado palabras y significados.

—Dejame ver—dice Juan mientras pasa las hojas. El joven toma un poco de valor y se acerca con la lanza.

Préstame tu máquina del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora