Doncella, ¿por qué te afliges a causa del embaucador ateniense?Abandona su recuerdo. Tienes como amante a Dioniso, un marido eterno en vez de otro que se marchitará.
Las Dionisíacas,NONO DE PANÓPOLISKatniss llevaba toda la mañana pensando en el placer que le produjo coincidir con Peeta en el pasillo unos minutos antes de que se marchara. Cierto era que tenía una gran familia, tres hermanas que la adoraban y nobles importantes que la protegerían de cualquier amenaza. Los quería, a su manera, y lo expresaba... también a su manera. No sentía la imperiosa necesidad de abrazarlos, y aunque sin duda agradecía las sonrisas que le dedicaban, no le suponían ninguna impresión abismal. En resumen, Katniss no sentía que existiera una conexión importante entre sus allegados y ella. Ni siquiera pensó que la complicidad fuera real hasta que Peeta pasó por su lado justo cuando bajaba a desayunar, y con solo una mirada y una ligera sonrisa, sembró una semilla de esperanza que la tendría en vilo el resto del día. Podía no comprender del todo lo que pasaba en su cuerpo al estar él presente,pero se hacía cada vez más obvio que no remitiría el sufrimiento lujurioso con el que la había hechizado. Ese hombre, con sus groserías y su crueldad, con sus manías paranoicas y sus heridas, sobre todo invisibles, tenía un lugar extremadamente importante en su vida. No serviría de nada negarlo, y aunque lo intentase, sus acciones pasadas destaparían la verdad. Lo deseaba, y lo deseaba tanto que se mareaba de pensar en el momento en que volvería a casa. Pensaba en ello como una aventura. ¿Qué le diría esa vez? Estaba segura de que había gastado todos los piropos e insinuaciones existentes...
Lo estuvo, antes de que se reinventase para ponerla a temblar. Peeta no le regalaba poemas, no sabia bailar en condiciones, y sus halagos dejaban mucho que desear, pero cuando le hablaba con esa apasionada firmeza, admitiendo que tenía poder sobre él, ella sentía el peso de la realidad sobre sus hombros. Nada había más cierto que eso. Y por ser tan cierto, imaginaba que no la abandonaría.
—Señora Mellark. Katniss se volvió para atender a Graham, que apareció con una pequeña bandeja en la mano derecha. Se detuvo delante de ella y destapó el contenido,ofreciéndole el interior con un elegante floreo. Aquel gesto captó la atención de la joven, que si bien no era curiosa, respondió a un impulso preguntando:—Señor Graham... —empezó. Alargó la mano y tomó la notita que allí reposaba, atendiendo, en su lugar, al mayordomo—. ¿De dónde es usted? —De uno de los barrios periféricos, mi señora. Camden Town. Katniss asintió.—¿Es cierto que todos los miembros del servicio son de origen humilde? —El mayordomo asintió sin vergüenza—. Nunca lo habría notado. Creo que la elegancia no depende tanto de la educación como de lo que corre por las venas de uno, pero sin duda influye el entorno..., y usted, señor Graham, es uno de los hombres más distinguidos que conozco. A pesar de no haberlo pronunciado con especial entonación, sino con su acostumbrada neutralidad, el criado se ruborizó de regocijo.
—Nunca me he visto de ese modo, mi señora, pero si esa es su opinión,empezaré a tenerlo presente. Si le interesara saber de dónde viene cada uno de nosotros, no dude en preguntar. En esta casa nadie se avergüenza de su cuna, ni de lo que tuvo que hacer para sobrevivir. La mayoría son del barrio hugonote,del viejo Covent Garden y de Southwack.
—¿Fueron amigos de la infancia del señor Mellark? —El señor Mellark no tuvo amigos durante su infancia, mi señora. Hasta los diez años vivió de burdel en burdel y durmiendo en cofres de marineros allá en los muelles; su madre tenía una vida nómada, pero por lo menos se encargó de el y lo cuidó a su manera. Tras su muerte...
—torció la boca— sobrevivió a base de peleas de barrio. No fue hasta que madame d'Orleans lo acogió que empezó a relacionarse, en parte porque mi señora rescató a varios niños más aparte del señor. Entre ellos a Elsie, la ayudante de cocina, las doncellas Chastity y Laurie,y el ayuda de cámara, Arnold. Todos se conocieron allí. —¿Y cómo le conoció a usted? —Oh...
—Carraspeó—. Yo soy un empleado reciente. El señor Mellark tenía unos negocios en Camden Town. Según entendí, quería estudiar los canales para ampliar el rango de mercado de sus barcos, e invertir también en las barcazas del Regent's Canal. Yo estaba allí trabajando para un hombre. Al señor Mellark no legustó el trato que me daba. —¿Le maltrataba? Graham desvió la vista un segundo.—No me gustaría difamar el buen nombre de mi antiguo patrón, pero esverdad que el señor Mellark siempre me ha tratado con mayor dignidad. Hasta entonces, yo era estibador. No aspiraba a nada más. Recuerdo que el señor se sentó en una de las cajas y estuvo observándome trabajar durante horas, hasta que se levantó con decisión y se acercó para decirme que sería su mayordomo. Según percibió, era ágil, tenía porte de hombre de la nobleza y aprendía rápido.Estuve tres meses siendo adiestrado como tal, para caminar, pronunciar y servir como era esperado, y aquí estoy. —Hizo una pausa—. Con su permiso, y espero que me perdone por el atrevimiento... Diré que el señor Mellark es un hombre bueno y generoso. Nunca he comprendido esa fama que se le ha dado. Katniss asintió, dándole involuntariamente la razón. Ella sí comprendía el origen de las habladurías: poco tenía que ver con los motivos que el mismo Peeta señalaba, sino con la envidia, el deseo de superioridad que a veces nublaba la moral del individuo. Solo había dos maneras de sobresalir. Una era por sí mismo, por las buenas acciones, y otra, enterrando a los que lo hacían para que no hubiese desnivel. Todo el mundo se había unido para darle pésima reputación a Peeta, además de que él no estaba interesado a desmentir las locuras que se decían. El mayordomo se retiró, y Katniss se quedó a solas con el mensaje en la mano. Permaneció sentada, con los ojos clavados en un punto perdido de la habitación, hasta que recordó que había recibido una misiva. Desdobló el papel y, nada más ver el remitente, alzó las cejas. Tal y como me pediste, he aquí la dirección de Gale. Ha sido coser y cantar. Tenía numerosos conocidos pululando por las afueras de Inglaterra, y según me han contado, era un embaucador; he pasado por cuatro jóvenes embarazadas del semental, y por supuesto abandonadas, antes de llegar a él... Quien tras sus años de estafador ha decidido sentar cabeza. Hace siete meses que desposó a la hija de un empresario galés y goza de la vida retirada en el campo. En el reverso encontrarás exactamente dónde, aunque dudo que quieras ir a saludarlo. Por lo que me han contado mis fuentes sobre él, se ha redimido como pecador y espera un hijo. No volverá a molestar a tu encantadora esposa. MARIETTE
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Ángel o Demonio.
RomanceA pesar de reinventarse como cada año durante su gloriosa temporada, esta vez el protagonismo de las fiestas en el Londres victoriano ha recaído enteramente en una joven de leyenda. Toda Inglaterra se muere por el beso de la debutante Katniss Everde...