El señor y la señora Doyle dormían a pierna suelta cuando el crujido de unas botas pisando el entarimado alertó a Katniss. La joven se incorporó de golpe,aún aferrada a las cartas como su posesión más valiosa, y echó un vistazo a su alrededor. Retiró la brumosa somnolencia de sus ojos con un par de parpadeos. Iba a levantarse a investigar, en verdad agradecida por la interrupción de sus pesadillas, cuando se percató de una presencia en la penumbra. Katniss inspiró, y un inconfundible perfume a olíbano invadió sus fosas nasales; una esencia caliente que ocultaba parcialmente el distribuido aroma a sándalo, fresco y encantadoramente sensual. La base sobre tierra de la colonia corporal del hombre le hizo reconocerlo en el acto. No fueron sospechas, sino a cierto, cuando él se dejó ver avanzando unos pasos. Por extraño que pudiera parecer, Peeta Mellark era el único hombre sobre la tierra con el que no le hubiera desagradado encontrarse en ese instante. A fin de cuentas, lo primero que tenía pensado hacer a la mañana siguiente era reunirse con él para aceptar su propuesta. Pese a todo, imaginaba que se había dejado la decencia en casa y debía ofenderse, incluso echarlo. Afortunadamente para lo que quiera que se propusiese, Katniss estaba aún adormilada. Se levantó de la cama y se acercó a él con el ceño fruncido. La oscuridad nublaba solo parcialmente su rostro, que ella supo asociar gracias a la cicatriz que rellenabande color las lamparillas.
—Señor Mellark, ¿a quién ha sobornado para llegar hasta aquí? —preguntó en voz baja y pastosa. Enseguida reparó en que ese debía ser el menor de sus problemas. Había un hombre en su habitación a altas horas de la noche; un hombre que, si bien mantenía una relación que iba más allá de los negocios con Thomas, a quien sin duda respetaba y en quien confiaba ciegamente, seguía teniendo la reputación de un pirata. Katniss tragó saliva y se llevó una mano al corazón, que amenazaba con salir corriendo.
—¿Sabe? —susurró casi melancólico—. De todas las preguntas que pensé que me haría al plantarme en su alcoba, esta es la última que esperaba... De hecho, nila contemplé como opción. En hora buena, señorita Everdeen, ha sorprendido al diablo.—Imagino que no habrá venido a ser sorprendido —musitó ella, aun impresiónada. Su robusto cuerpo emitía ondas de calor que la empujaba ninstintivamente a retroceder.
—Como buen cristiano, me gusta más sorprender que ser sorprendido —respondió con una nota de risa en la voz. Katniss frunció el ceño; ¿qué le causaría simpatía en toda aquella situación?—. Contestando la pregunta... No tengo que sobornar a nadie para entrar en esta casa. Soy invitado habitual. Pero,de todos modos, soy un gran amante de la física, y sentía curiosidad por saber si,por casualidad, el árbol que hay junto a su ventana resistiría mi peso. Como cualquier otra mujer en esa tesitura, Katniss se encontraba intensamente mortificada, mas no lograba convencerse de sentir miedo. El señor Mellark, además de ser un buen amigo de la familia, exudaba buen humor, igual que cuando se presentó oficialmente. Igual que el resto de las ocasiones en las que lo había escuchado hablar con terceros. Vivía bromeando, así que no podrían ser tan malos sus motivos. Pese a todo, Katniss decidió retroceder otro paso. —¿Y qué hace aquí?Le pareció que sonreía.
—He venido a deshonrarte, Katniss. Ella perdió el aliento.—¿Va a hacerme daño? —fue todo lo que preguntó.
—Voy a hacerte mi esposa —corrigió—; creí que ya lo sabrías después de haberlo repetido tantas veces.
—Eso no es deshonroso.
—El matrimonio puede que no. El matrimonio conmigo, por otro lado... —hizo una pausa teatral— podría serlo totalmente. Pero no podía permitir que escaparas de mí. Doyle ha decidido aceptar por ti la propuesta del duque, Katniss —anunció—, y no se me ocurrió otra manera de impedirlo que llevandote conmigo esta noche, antes del anuncio, para comprometerte. Katniss abrió los ojos como platos. ¿Sería posible que hubieran elegido por ella...? ¿Cómo habían podido? Si tan solo la hubiesen prometido con el señor Mellark... Con él, tenía la certeza de que la situación de sus hermanas mejoraría, y también que mantendría su pureza intacta. Con el duque, en cambio... Era evidente que mantenían una relación en buenos términos, pero era aún mas obvio que Winchester la adoraba, y le parecía una completa injusticia casarse con un caballero al que no podría corresponder, sin importar cuántos años pasaran. No, no podría vivir con él, y menos por imposición de terceros.
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Ángel o Demonio.
RomantizmA pesar de reinventarse como cada año durante su gloriosa temporada, esta vez el protagonismo de las fiestas en el Londres victoriano ha recaído enteramente en una joven de leyenda. Toda Inglaterra se muere por el beso de la debutante Katniss Everde...