Capítulo Cuatro

238 38 0
                                    

Estuvieron de acuerdo en que cada una prepararía un bolso y se encontrarían otra vez en la granja de Sara en media hora. Ava se fue a toda prisa a su casa flotante, empacó rápida pero cuidadosamente, era muy probable que la noche siguiente tuviera una reunión con su reina y tendría que ir apropiadamente vestida. Luego llamó a Tommy para asegurarse que él alimentaría a sus periquitos y limpiaría la jaula mientras ella no estaba. Finalmente, regresó rápidamente a casa de Sara... y derrapó mientras frenaba en el camino de acceso de grava, asombrada. Sara había puesto una nueva cúpula en la parte trasera de su camioneta roja y estaba terminando de pintar con aerosol negro las ventanillas. Ava rodeó la camioneta, cuidadosamente para no mancharse los dedos con la pintura todavía húmeda, bajó la ventanilla. Había un colchón de aire completamente inflado que ocupaba toda la longitud de la parte trasera de la camioneta, formando una confortable cama, cubierta con almohadas y colchas. Oyó a Sara dar la vuelta a la camioneta y girar justo cuando la alcanzaba. Saltó al verla... la mayoría de la gente se sorprendía de la buena audición que tenía... y dijo:

-Por si necesitáramos movernos durante el día. Yo puedo conducir y tú puedes dormir.

Meditó sobre eso un minuto, y finalmente dijo: -Pareces bien preparada.

-Bueno -dijo Sara tímidamente-, siempre esperé poder llevarte a algún lado en alguna ocasión. Simplemente quise estar preparada.

Extrañamente, se le veía más alegre de lo que nunca la había visto. ¿Todo porque conduciría en la oscuridad con una desconocida... con ella? Arrugó la frente mientras intentaba de entenderlo, y Sara se rió.

-Estoy confundida -admitió.

-Ah, pues te aseguro que estás preciosa cuando tratas de descifrar alguna cosa. -Lanzó la lata de pintura ahora vacía a la basura, luego caminó hacía la puerta-. Vámonos, Ava. Puedes contarme que vamos a hacer mientras conduzco.

-¿Y si no te digo nada? -contraatacó, escaló al asiento del pasajero... - ¿Y si me lo guardo como un profundo y oscuro secreto?

Sara se encogió de hombros y arrancó la camioneta

-Entonces disfrutaremos de un bonito paseo en coche.

-Touché -masculló ella.

***

-Así que... sabes que soy un vampiro.

-Sip.

-Siempre lo has sabido.

-Mm... hmm.

-Tú y todos los demás.- Sara la miró con una mueca.

-Bueno, no puedo garantizar lo que todo el mundo sabe o no sabe. Recuerdo a mi padre diciéndome que eras buena con los animales y que nosotros debíamos ser amables contigo para que no te marcharas. Eso fue cuando era pequeña. -Se rió ahogadamente-. Dios, eras la cosa más bonita que había visto nunca. -Ava se sonrojó. Lo intento, de cualquier manera. La sangre ya no corría por ninguna parte de su cuerpo.

-Eso es muy dulce.

-La cuestión es, que nadie nunca fue y dijo, "La Dr. Ava es un vampiro". Pero tampoco nadie ha sacado una cruz y una estaca.

-¡Menos mal! -Se dio la vuelta, colocando el brazo a través del respaldo del asiento, era mejor para mirar su perfil-. ¿No tienes miedo?

-¡Demonios, no! -Parecía asombrada-. Solo miedo de que te marcharas. Sabíamos que... quiero decir, que no eres de Embarrass. O de Minnesota. O siquiera de América. Temíamos que regresaras. A donde sea, de donde vinieras, ya sabes ¿Hace... cuántos años? En todo este tiempo, nunca, ni siquiera una vez te quejaste de lo tarde que era o de las visitas a domicilio. No te importó trabajar días festivos. La verdad es que nos asustaba que te fueras.

-Eso es tan... dulce. -Así que les gustaba su ética de trabajo, ¿eh? ¿Bueno, qué esperaba?

-Un grupo de forasteros vino a construir una iglesia católica aquí -reflexionó Sara-. Por supuesto, el reverendo Reed los detuvo al instante. No sabíamos si te podrías quedar, si...

-¿Me estas diciendo, que en todo este pueblo entero, nadie, nadie en absoluto, tienen ningún problema con que la veterinaria local sea un vampiro? - ¡Demasiado bueno para ser cierto! ¿Tenía que haber un... cuál era la expresión coloquial? ¿Una trampa? No. Un truco.

-Bueno, claro. -La recorrió con la mirada, y después regresó a la carretera-. Los que tenían un problema, se mudaron.

-¡Oh!. -Se recostó en el asiento, sintiéndose tonta.

Por supuesto, varias familias se habían mudado en los últimos cuarenta años. Pero nadie había ido a su casa flotante con una tetera llena de agua bendita así que no le había prestado atención. Y su estimado amigo Stein siempre había mantenido la oreja pegada al suelo. Él la habría advertido si el estado de ánimo del pueblo se hubiera puesto feo

- Sí, ya veo.

-Entonces, ahí tienes -dijo Sara cómodamente.

-Ahí tengo -la imitó-. ¿Sabes adónde vamos?

-Espero que vayamos a Tyler Falls.- Parpadeó.

-Sí. Correcto. Tengo que saberlo. ¿Cómo sabías...?

-Esa historia de las noticias, la que hizo que metieras tus pantis en un bolso. La chica que se suicidó era de Tyler Falls.

-No se están suicidando -contestó ella bruscamente.

-Está bien, no te sulfures. ¿Qué, supones que otro vampiro está haciéndolo?

-¿Sara, te ha dicho alguien alguna vez que eres sumamente astuta? - ella se encogió de hombros. -Bueno, estás en lo cierto. No son las chicas. Creo que es un vampiro, las hace enamorarse, rompe con ellas de algún modo brutal, y después disfruta de su tormento y finalmente de su muerte, se ha hecho antes. ¿Te acuerdas de que el padre de la chica dijo en las noticias que ella tenía un nuevo novio? Estoy dispuesta a apostar a que todas tenían novios nuevos. El muy bastardo -añadió en un murmullo.

-Entonces, se suicidan.

-Pero no lo harían, de no ser por él. El muy bastardo -dijo otra vez.

-Entonces, lo encontramos. Y detendremos su reloj.

-Una cosa a la vez. Primero vamos a hablar con los padres de las chicas. Tengo sospechas, pero me gustaría hablar al menos con uno de los miembros de sus familias. Después informaremos a la reina de lo qué sabemos.

-Vale. Espera. ¿La reina?

-Oh, tú no estarás allí -la tranquilizo- Simplemente puedes dejarme cuando llegamos a Minneapolis.

-Al infierno con eso, -dijo ella.

-Sara...

-Nop.

No replicó, pero se figuró que ya se ocuparían de eso cuando llegara el momento.

Mordiendo a Simple VistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora