Capítulo Once

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-¿Qué pasa? -le preguntó Kara. Mientras ajustaba el espejo retrovisor-. ¿Han tenido una gran pelea, o qué?

-Algo parecido.

-Sé lo que es eso.

-Mmm -contestó Sara, dudando que tuviera la más remota idea. Kara era una chica bastante agradable, y superbonita, pero una persona común como ella no tenía mucho en común con la reina de los vampiros-. Vale.

-Chica, en serio. Se supone que soy la consorte de una mujer que es totalmente arrogante y engañosa y tiene, como, ochenta agendas ocultas.

-¿Se supone que lo eres?

-Ni siquiera empieces. Es una historia muy larga, y me pone realmente enferma. ¡Pero así es Lena! Sea como sea...

-Tienes algo -interrumpió señalando a su cuello, donde tres mosquitos estaban dándose un festín. Suponía... ¿que hacían los mosquitos molestando a los vampiros?

-¿Qué? -Ella se pasó la mano por el lugar equivocado, como hace siempre la gente cuando se les dice que tienen algo-. ¿Qué? ¿Me lo he quitado?

-Aquí, yo...-Le pasó la mano por el cuello, y se sobresaltó cuando su anillo se enredo en algo-. ¡Agh, mierda!, ahora me he enganchado con algo. -Echó la mano hacía atrás, sorprendida al encontrar una cadena de oro atascada en el anillo, y más sorprendida aún al ver una cruz colgando de la cadena.

-¡Ah, mierda! ¡La cadena se rompió!

-Puedo arreglarla -le dijo, ya que parecía bastante alterada.

-Es sólo que Lena me la regaló. Yo no quería nada... es bonita, ¿verdad?

-Claro. -La miró asombrada... ella era un vampiro, ¿verdad?- Déjame tomarla, y la arreglaré cuando paremos a pasar la noche... El día, lo que sea.

-Gracias. Pertenecía a su hermana, supongo que es una reliquia familiar. No querría que le pasara nada, eso es todo. Por cierto, ¿por dónde iba?

-Lo siento -dijo Sara- Pero simplemente tengo que saber algo. ¿Eres un vampiro, verdad? ¿La reina de ellos? ¿Por qué llevas una cruz? ¿Y si Lena te la dio...? Supongo que es solo un cuento de viejas, ¿huh?

-¡Oh, no!, ¡no! -le aseguró, apretando el embrague y pasando a tercera-. Lo siento, no quería hacerme la misteriosa Bela Lugosi. Hace poco que soy vampiro... sólo algunos meses.

-¿Por eso las cruces no funcionan contigo?

-No, no. Nada funciona conmigo. Las cruces normalmente queman como la mierda a un vampiro, pero supongo que yo soy especial -dijo sombría, como si no fuera una cosa buena-. Las cruces no me queman, y el agua bendita me hace estornudar, y las estacas en el pecho no sirven, pero te seguro que destrozan mi ropa.

-Es una lástima -dijo Sara, porque tenía que decir algo-. Lo de tu ropa, quiero decir.

-Dímelo a mí, a mi tintorero le da un ataque cuando me paso por ahí en estos días. De cualquier manera, las cruces quemarían a Lena, pero ella la obtuvo cuando su hermana murió, antes de convertirse en vampiro.

-Oh.

-¿Vale? ¿Todo aclarado?

-Uh, claro -dijo, fingiendo que oía cosas así todo el tiempo.

Mordiendo a Simple VistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora