Siete

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Alfonso la tomó en volandas y la llevó arriba sin dejar de besarla, y entró con ella en el dormitorio de la joven, depositándola amorosamente sobre la cama. Después, esbozó una sonrisa lobuna y se unió a ella.

-No había estado en tu habitación desde los años de universidad -murmuró inclinando la cabeza y empezando a imprimir ligeros besos en su garganta-. Creo recordar que tenías un camisón de algodón con un dibujo de un oso en la parte de delante. Era endiabladamente sexy.

-¡Dios! -se rió Anahí-. ¿Aquel camisón te parecía sexy?

-Cualquier cosa que tú llevaras puesta me parecía sexy -farfulló Alfonso entre beso y beso.

Anahí gimió suavemente.

-¿Ya entonces te parecía sexy? -inquirió sorprendida.

-Puente, no tienes ni idea de lo que le hacías a mi libido cuando tenía veinte años -murmuró él, haciéndole cosquillas con el aliento.

Anahí sonrió al recordar la conversación que había tenido con Kate, y enredó los dedos en el cabello de Alfonso, echándole la cabeza hacia atrás para poder mirarlo a los ojos.

-¿Ah, sí? ¿Y ahora?

-Ahora -contestó él sonriendo con picardía-, puedo decirte como amante que eres la mujer más sexy que he conocido, y que te deseo.

Las palabras de Alfonso dieron alas a la joven, que se apoderó de sus labios en un beso húmedo, mientras le revolvía el oscuro cabello con los dedos, para descender después hacia los hombros. Le tiró desesperada de la camiseta y gimió:

-Mmmm... esto... fuera...

Alfonso obedeció su orden al instante, sacándosela por la cabeza, descendiendo otra vez sobre sus labios, piel contra piel. Y la piel de Anahí era tan suave... toda ella era tan suave... Su mano se deslizó a lo largo de la base de uno de los senos de la joven, arrancando una risita de su garganta.

-Hum... Tenemos cosquillas, ¿eh? -dijo Alfonso , apoyando la punta de su nariz en la de ella-. Siempre has tenido muchas cosquillas.

Alfonso le aplicó de nuevo aquella tortura deliciosa, y pronto tuvo a Anahí retorciéndose debajo de él, riendo sin parar.

-¡Para ya, alimaña!, ¡no es justo!

-¿Alimaña? -Alfonso chasqueó la lengua-. Creo que voy a tener que recordarte cuál es mi nombre -deslizó la mano por el costado de Anahí hasta alcanzar la cintura-. Veamos, ¿cuál es mi nombre? -y siguió acariciándola hasta obtener otro suave gemido de la joven.

-Mmm... Herrera...

-No, ese no es -murmuró divertido, besándola de nuevo con pasión-. ¿No crees que ahora que somos íntimos deberías dejar de llamarme por el apellido?

Anahí trató de contestar, pero los labios de Alfonso se posaron en el hueco de su cuello, succionando suavemente, para después mordisquearle el lóbulo de la oreja.

-Oh, Dios mío...

Alfonso alzó la cabeza y sonrió burlón.

-No, con «Alfonso» es bastante.

Anahí sonrió también y trazó el contorno de la sensual boca de Alfonso con el índice, mientras él enganchaba los pulgares en el elástico de su pantalón.

-¿Cómo fue aquello que dijiste antes? -murmuró divertido-. Ah, sí: «esto... fuera».
Anahí se rió y levantó las caderas para facilitarle la maniobra. Alfonso se deshizo de la prenda y la besó mientras le quitaba el resto de la ropa. Anahí le respondió con fervor, y pronto pudo notar que Alfonso estaba excitándose.

Amigos y Amantes | Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora