Una suave ventisca aterrizó en mi cara, dando a entender que no cerré la ventana anoche. Estaba segura que la había cerrado, pero eso decía lo contrario. Solo pude pensar que se me ha olvidado. Escuché un fuerte estruendo, sabía de que se trataba. Un chico azabache, venía a despertarme. Ethan, es mi mejor amigo desde que tengo memoria. Me acosté nuevamente sobre mi fina sábana blanca. Mientras que una gruesa tela me tapaba desde los pies, hasta la cabeza. Mis cabellos pelirrojos, se esparcían entre la almohada. Sentí un gran peso sobre mí.
- ¡Levanta ese culo, dormilona!- Me exigió Ethan. El peso de el, descansaba en mi cintura. Se encontraba sobre mí, en forma de montar un caballo. Sus manos descansaba en mi abdomen, y sin previo aviso comenzó a moverlas. Me daba masajes, de pronto se acabaron los masajes y sin querer, me adentré a una guerra de cosquillas con él.
- ¡No soy dormilona!- Me quejé. - Yo soy la bella durmiente, ¿te digo que eres tu?- El asintió. - UN GI-LI-PO-LLAS -Deletreé cada sílaba. Entramos así en una guerra de carcajadas, hasta que dio su fin.
- Ve a bañarte, bobita- Me besó la frente y se retiro de mi habitación. Sin duda, el ha sido un hermano para mí. Pase un largo rato en la tina, me salí y seque mi cuerpo, al igual que mi cabello. Deslice mis jeans roto, y desgastado por mis piernas. Luego me coloque una manga larga negra, mis mangas estaban subidas. Mi cabello lo mantenía en una cola de caballo, algo despeinada. Cabe destacar, que mis fieles vans negras me acompañaban. Salí de mi habitación, fui a la cocina. Al entrar al comedor, encontré un lindo desayuno. Se trataba, de unas tostadas, jalea, y un riquísimo jugo de naranja. Una rosa habitaba en la bandeja. El azabache siempre hacía cosas como esas, esta vez había sido diferente. Al terminar de lavar los platos y secarlos, Ethan apareció detrás de mí. Me sujetó de la cintura, y me besó la mejilla.
- ¿Qué te pareció el desayuno?- Me susurró al oído, con su voz ronca.
- Increíble. Muchas gracias- Respondí con una sonrisa, para luego apartarlo.
- Vámonos, bobita- Tocó mi nariz de forma cariñosa. Ethan sacó su moto color negro del aparcamiento, sus ojos azules me contemplaban. Sin duda el era conocido por todo el colegio, podía llegar a llamarse popular. Unos jeans, una camisa blanca, totalmente ajustada a su cuerpo, unas vans negras, y la chaqueta de cuero hacían su vestimenta.
« ¡Es un Dios Griego, el la Tierra! Cassie, es tu mejor amigo. No seas idiota».
Al subirme a la motocicleta me pusé nerviosa. Siempre me ha dado escalofríos subirme a ella, pero es esto o tomar al metro. Luego de unos diez minutos, llegamos a la gran escuela. Bajamos, y fuimos a la entrada principal de la escuela. El me abrazo y así entramos. Yo recibía miradas asesinas, el miradas de deseo. ¿Quién se fijaría en mí?, gorda, fea y enana. Él, un dios griego en la tierra. Una pancarta decoraba la gran entrada decía: ¡Bienvenidos estudiantes!
«Mierda, nuevos estudiantes. Alerta Cassie.»
Ethan se dirigió a su clase, Biología. Y yo a la mía, Psicología. Está era una de mis clases favoritas, me identificaba algunas veces. Al entrar había varios alumnos nuevos, me pasé por la mesa de Bonnie y Claire a saludarlas. El único puesto que había disponible, fue uno de atrás. Un chico, cabello castaño como el café, y ojos verdes. Su vestimenta se conformaba con una sudadera negra, unos jeans negros, y unas converse del mismo color. Lo miré, el me observó por el rabillo del ojo. Me senté, dejando mi mochila negra con estampillas, colgando de la silla. Al buscar mis cuadernos, encontré el de mis dibujos. Lo saqué rápidamente, y pusé el último dibujo que había hecho. Era algo muy raro, se podría decir que era una Z color negra, con la diferencia que tiene una raya en el medio, y era roja como la sangre. Otra característica es que está curvada. Descubrí que el chico que estaba al lado de mí, miraba el dibujo. Cuando lo vio completamente se tensó, y se pasó la mano por el cuello. Cerré el cuaderno del golpe, y saqué los cuadernos que me tocaban, junto con el bolígrafo
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Almas pérdidas.
VampireLas alucinaciones no se hicieron esperar en la mente de Cassandra Jonhson. Lo que ella no sabía es que dictaba el futuro. Visiones eran las que atormentaban a la chica. ¿Vampiros, lobos, brujas?, algo que científicamente no existe. Pero nada en la v...