Sobre las olas

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Se encontraban en el vasto campo de flores que se ubicaba a lado de la laguna Green Field, el cual estaba cubierto con una gran cantidad de florecillas blancas que se balanceaban de un lado a otro con la suave brisa primaveral.

—Mire, amo Niall, tiene que anudarlas de esta manera. — comentaba el rizado amarrando una florecilla a otra más formando así una corona de flores. — Listo, ya acabé la mía. —Anuncio Harry tomando la corona para después colocarla sobre la cabeza de Niall.

—Parece un príncipe. —susurro con una pequeña sonrisa que mostraba su adorable hoyuelo derecho. El menor se sonrojo hasta las orejas y esbozo una gran sonrisa.

— Yo no puedo hacerlo. — Dijo mientras trataba de amarrar una pequeña flor.

— Lo que pasa es que corta demasiado el tallo y no puede amarrarlo bien. —Comento con una pequeña sonrisa.

—Ya, me rindo, esto es lo mejor que pude hacer. —Dijo el pelinegro exasperado y colocando su mal hecha corona de flores sobre la cabeza de Harry, pero al momento de soltarla todas las flores se soltaron y cayeron esparcidas por la cara y hombros del rizado. Niall soltó una pequeña risa por la cara de sorpresa del mayor.

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— ¡Niall! — La repentina voz de su esposo lo saco de sus pensamientos. — ¡Vaya! haz sonreído, por un momento creí que te habías quedado dormido. —El conde siguió dando embestidas al cuerpo del rubio inmovilizado sobre la cama.

—mmnh Niall. — Gimió al llegar al límite terminado así dentro de él, Niall solo giro su cabeza a un lado queriendo que todo terminara rápido para así poder dormir, simplemente no tenía ánimos para corresponder al rubio.

—¿Por qué recordé eso en este momento? —. Pensó fugazmente. —¿Ya has terminado? ¿Podrías quitarte de encima por favor? pesas. —se quejó tratando de salir debajo del conde, el cual al ver la actitud del rubio decidió hacerse a un lado y tumbarse del otro lado de la cama.

— ¿Sabes Niall? hacerlo contigo es como hacerlo como una muñeca, realmente no es nada bueno. — Dijo el castaño sin mirar al menor apoyando la cabeza sobre la almohada.

— Siento defraudar tus expectativas. — respondió el pelinegro con sarcasmo mientras se levantaba de la cama y se colocaba una bata.

— Aparte de tu cara y tu cuerpo realmente no tenía ninguna expectativa. —

Niall no contestó. No quería alargar más esa absurda discusión, así que entro al baño y cerró la puerta tras de sí.

— Yo tampoco. — susurro para sí mismo con la mandíbula tensa.

Mientras la tina se llenaba con agua se quitó la bata la con la que había salido de la cama e introdujo dos dedos en su entrada para sacar lo que era una pequeña esponja con vinagre que servía como anticonceptivo, claro que eso era a escondidas del conde, ya que este le había exigido ya desde hace un tiempo un hijo.

Se introdujo lentamente dentro del agua y se dispuso a lavar su cuerpo, tomo la esponja llena de jabón y comenzó a frotar.

Me pregunto cómo se sentirían las manos de Harry si me tocaran. — penso el rubio.

Niall dejó la esponja a un lado y comenzó a tocar sus piernas imaginando las manos grandes y fuertes del rizado. Pronto su miembro comenzó a ponerse duro tan solo de imaginar aquella placentera sensación.

— Ah... Harry. — susurro apenas audible. Su mano llego lentamente hasta su falo y comenzó a tocarlo con movimientos suaves, mientras que su otra mano comenzó a tocar su pecho llegando a sus pezones, imaginando que Harry era el que los tomaba y los acariciaba.

El Jardín de los Secretos n.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora