Lo turbio del corazón

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-T-

Niall se encontraba sentado en medio del campo verde, el viento era ligero y fresco era un día perfecto. Harry se encontraba recostado en sus piernas con los ojos cerrados mientas el degustaba una deliciosa manzana.

—¿Cuándo es que volverá el conde?— pregunto el ojiverde de repente sin abrir los ojos.

Aquella mañana después de la falta que había cometido, el conde dejo una misiva dedicada a Niall avisándole que lo mejor era distanciarse un poco.

Después se enteró que se había marchado con Zayn de caza y de eso hacía ya un mes. Aquella situación le había dado la oportunidad de poder salir todos los días y pasar el tiempo junto con Harry. Ignoraba si la servidumbre sospechase algo de sus repentinas desapariciones, pero Gemma lo mantenía al tanto de los chismes y habladurías.

Lo peor que había escuchado decir a la castaña era que se decía que el rubio se estaba volviendo loco a causa de su matrimonio fallido por su incapacidad para concebir y que por esa razón salía deambular como alma en pena por el páramo, inclusive habían dicho que se había hecho amigo de las criaturas del bosque y que hacia rituales prohibidos.

Rumores absurdos.

Claro que también se le hacía raro que no sospecharan ni un poco de Harry, pero el rizado tenía tan buena reputación entre sus allegados que era imposible que sospecharan de él. Además de que Gemma lo excusaba comentando a los demás, que Harry se veía con una chica del pueblo y que inclusive estaban pensando en casarse.

—No sé, no ha regresado y no sabemos cuándo lo hará —contesto mordiendo una vez más la manzana. — Debo irme esta por atardecer — dijo mientras acariciaba los cabellos del mayor mientras este se removía en sus piernas y se levantaba lentamente.

Aunque no hubiera sospechas de parte de la servidumbre Niall no quería correr riesgos, así que siempre procuraba regresar antes del atardecer.

A pesar de que el lugar donde se despedían, el jardín de las rosas, estaba bastante alejado de Stonehouse, a Niall se le hacía demasiado corto el camino. Tener que separarse de Harry era como un trago amargo que por el momento era inevitable tomar.

—Niall ¿te preocupa algo?— Preguntó el mayor al momento de llegar al jardín.

—No. ¿Por qué? — preguntó Niall tratando de sonar lo más sincero posible.

—Últimamente te noto un poco tenso y pensativo — Dijo apartando un mechón negro de su frente para después dejar un pequeño beso ahí.

—No, no te preocupes. — Dijo el menor tomando la mano de Harry y entrelazando sus dedos.

Esta respuesta no dejo muy conforme al ojiverde, le sostuvo la mirada como si con esto pudiera leer el corazón del irlandés. Niall solamente acuno su mejilla con su mano libre y levantándose en la punta de sus pies le deposito un suave beso en sus labios, que a la vez sirvió como despedida.

Niall decidió ir por la entrada de la cocina, ya que era el camino menos transitado en esa hora del día y pensativo se dirigió a su habitación.

Si había algo que le preocupaba en gran medida y era el hecho de que aquella noche en que el conde tomo su cuerpo por la fuerza no había usado su habitual método anticonceptivo y lo mismo fue cuando estuvo con su Harry.

Rogaba y rogaba todas las noches porque no hubiera quedado encinta. La espera de 9 meses preguntándose de quien sería producto aquella criatura seria tortuosa. ¿Qué pasaría si él bebe llegara ser del conde? ¿Cómo reaccionaría Harry? ¿Lo aceptaría como hijo propio o lo rechazaría?

El Jardín de los Secretos n.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora