Capítulo 11

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La segunda manita se movía tan lentamente que Marie podía jurar que ni se estaba moviendo. Eran las 2:56 y en cuatro minutos más la escuela acabaría y se reuniría con su pastelito Doble D. O... podía reunirse con su amigo de las cartas Enano.

Era un dilema muy raro de tener. ¿No meterse en problemas por cuatro minutos y estar con su lindo, inteligente, pero un poco sofocante novio, o tener detención y jugar cartas con el Chaparro quien de hecho no era mal sujeto una vez que lo conoces?

El profesor se aclaró la garganta y golpeó su ensayo en su escritorio. Marie lo volteó e hizo una mueca. Un 67, D. Otra vez.

— ¿Tal vez debería empezar a gastar menos tiempo en cambios de imagen y más tiempo en estudiar, señorita Kanker? — sonrió el maestro presumido.

Toda la clase empezó a soltar risitas y Marie sintió su siempre presente temperamento ascendiendo.

— Y usted tal vez debería pasar más tiempo enseñando y menos tiempo peinando ese peluquín falso. — murmuró a lo bajo.

El profesor se detuvo y Marie mentalmente se abofeteó en la frente. El profesor rápidamente escribió una boleta de detención y la dejó en su escritorio. La clase se rio de nuevo y Marie se encogió en su asiento miserablemente.

— ¿Comportamiento irrespetuoso? — Doble D frunció el ceño cuando leyó la boleta de detención. — Marie, por favor dime que no te burlaste de su peluquín otra vez.

— ¡Oye! ¡Él me estaba faltando al respeto! — Marie frunció el ceño. — ¡Se burló de mi cambio de imagen después de darme esta D!

Doble D observó su ensayo y su entrecejo ceñudo se profundizó. — Marie, este ensayo es muy merecedor de esta calificación. ¿Por qué no me pediste asistencia?

Marie lo miró boquiabierta. — ¿Es enserio, Doble D? ¿No hay simpatía? ¿No hay un "lamento que tuvieras un mal día"?

— Mis disculpas si parezco frío, Marie, pero mis padres siempre me enseñaron que somos responsables de nuestras propias acciones. — Doble D sonrió y depositó una mano en su hombro. — Pero como tu novio, estaré feliz de empezar a darte clases particulares en lugar de nuestras citas usuales.

Marie miró su ansioso y sonriente rostro, y no sintió el aleteo usual. En vez de eso sintió nada más que irritación y cansancio. Quitó su mano de su hombro justo después de que la campana sonara.

— Como sea, Doble D, llegaré tarde a detención. — murmuró y se fue sin siquiera intentar darle un beso de despedida.

Hubo un hueco en su estómago mientras caminaba a la sala de detención. Estar en una relación de verdad no era como ella pensaba que sería. Revistas, televisión, y la película ocasional mostraban que los chicos dedicaban afecto y regalos a sus novias, mientras que las chicas soltarían risitas, batirían los ojos, y les servirían la cena.

Pero no ella y Doble D. Nope. Él solo la criticaba por su temperamento y su "pobre actitud escolar" y se rehusaba a darle el afecto que se merecía.

Entró a la sala de detención y dejó su boleto en el escritorio. La profesora le hizo un ademán con la mano y fue devuelta a leer su libro.

— Oye Marie. — Eddy la saludó. — ¡Ven aquí y así podré quitarte algo de vuelto!

— Sin apostar. — la profesora dijo, todavía leyendo su libro.

Marie la ignoró y se sintió a si misma sonreír mientras se acercaba a Eddy.

— ¿Estás seguro, Enano? — sonrió con suficiencia. — No estoy en modo caritativo.

Eddy rio. —Me engañas vestida así.

No Era Lo Que Ella Se Esperaba |ᵐᵃʳⁱᵉᵈᵈDonde viven las historias. Descúbrelo ahora