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Ahí estaban de vuelta, esas cuatro personas con batas largas y blancas usando cubrebocas

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Ahí estaban de vuelta, esas cuatro personas con batas largas y blancas usando cubrebocas. Pero esta vez no estaba atado, ni en las muñecas ni en los pies, y tampoco estaba frente a la puerta abierta. Ahora estaba en la habitación casi vacía, pero estaba más vacía que siempre. Podía sentir que faltaba alguien, ¿Quién faltaba? No podía recordarlo, ahora sólo podía sentir los fuertes golpes que iban directo a mi abdomen o a mi cara. Realmente no importaba ahora dónde me estuvieran golpeando, sólo podía sentir el dolor desgarrador, como si cada vez que recibiera un golpe algo se rompiera dentro de mí y no sólo eso, también un asqueroso gusto metálico en mi boca que ahora que lo notaba era sangre, mi sangre. Que de a poco con cada golpe salpicaba contra la pared dejando pequeñas gotas entre rojas y negras en la pared. Parecía que se divertían golpeándome así que no pude detenerlos, tampoco es que tuviese razón alguna para hacerlo. Después de todo, un loco es un loco, si está lastimado, si llora, si sangra, si sonríe, si se enoja, a nadie le importa. A nadie, y yo ya no tengo a nadie ahora. Pero estoy bien así, o al menos eso pensé.

—¡Blasty! ¡Blasty! tierra llamando a Bakugou. ¡Despierta!—

—¿Qué dices?—

—Te quedaste "dormido" mirando a la pared, a esas manchas. Parece que son de hace mucho tiempo ¿no?—

—Supongo que lo son.— No iba a decirle que esas "manchas" eran mi sangre. Aunque en algún lugar de mí, sabía que él probablemente ya lo había deducido.

Luego de un corto silencio dices —¿Me llevas en tu espalda ? ¡Por favor!— Preguntaste y no esperaste respuesta alguna, lo que ya era normal. Y te subiste a mi espalda.

—¿Tan divertido es subirse a mi espalda?—

—¿Tan divertido es ver las manchas en la pared?— Bromeaste y sonreíste nervioso por miedo a que me enojara. —Mentira, mentira, blasty. ¿Sabes por qué me gusta subirme a tu espalda?— Negué con la cabeza y continuaste hablando. —Porque estoy más cerca de las estrellas. Y tal vez, así puede alcanzar una con mis manos y regalártela. Para que siempre puedas recordarme cada vez que veas alguna brillando en el cielo.— Terminaste de de hablar y pasaste tus brazos por mi cuello de manera suave, como si tuvieras miedo de lastimarme con sólo tocar mi cuello.

—Que cursi.— Bromee, pero ya para esta altura me había acostumbrado a lo tierno y dulcemente infantil que podría llegar a ser este pequeño que llevo en mi espalda.

—Es que a veces hay que endulzarte, después de todo eres Bakugou. Eres mi blasty.— Sonreíste y te acomodaste un poco más en mi espalda.

—¿Tu blasty?— Pregunté y escondiste tu cabeza en mi cuello tratando de ocultar tu cara, pero de igual manera pude ver tus orejas rojas.

— Mi Blasty.— Susurraste cerca de mi oído.

You're crazy [Bakushima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora