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Todo cobraba sentido poco a poco, en algún momento, mi mente me jugó una mala pasada ¿no? ¿Estoy soñando con la realidad? o ¿la realidad es la que está soñando conmigo? Sólo quiero despertar de todo, de una vez

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Todo cobraba sentido poco a poco, en algún momento, mi mente me jugó una mala pasada ¿no? ¿Estoy soñando con la realidad? o ¿la realidad es la que está soñando conmigo? Sólo quiero despertar de todo, de una vez. Quiero ver al niño infantil que aparenta ser, pero no lo es, necesito despertar, y verlo. Ver su sonrisa, ver sus ojos brillantes, su cabello castaño desordenado, quiero escucharlo, escuchar su suave pero profunda voz.

Uno...

Dos...

Tres...

¿Qué estoy mirando ahora? La puerta que siempre esta cerrada, se encuentra abierta. El mismo escenario que ya vi dos veces, las cuatro personas con batas largas y blancas que usan cubrebocas, dicen cosas detrás mío pero no quiero escucharlas.

No puedo moverme, sólo puedo mirar como esa mujer sigue caminando hasta llegar al auto negro. Pero lo sé, esa señora es mi mamá. Esa persona me está abandonando en este lugar porque estoy loco, y los locos tienen que estar solos ¿no? Eso pensaba hasta que lo conocí a él.

Esas cuatro personas cerraron la puerta y esa fue la última vez que vi a esa persona a la que llamo mamá. Me agarraron a tirones y me llevaron atándome las muñeras y tobillos con una cadena de metal. Se concentraban en mirarme y hablaban como la otra vez en mi recuerdo, pero esta vez podía escuchar lo que decían.

—Pobre loco.— Decía uno de los cuatro.

—¿Estás seguro? Aunque su padre haya dicho que lo hagamos... ¿No es demasiado?—

—¿Prefieres que te golpeen a ti? o ¿Prefieres golpear al loco? Decide y rápido.—

No se escuchó nada más y me sacaron las cadenas de metal, hasta que me llevaron a la habitación casi vacía exactamente a un rincón de la habitación y comenzaron a golpearme, parecían disfrutarlo. Los golpes se hicieron moretones y la sangre se hizo presente, el gusto a metal me invadió y era asqueroso. Pequeñas gotas de sangre salpicaron a la pared, y después de unos minutos dejaron de hacerlo, al ver que ni si quiera ponía resistencia se fueron.

Los días pasaron y empezaba a acostumbrarme a la casi vacía habitación, a estar solo como un loco, a no hablar con nadie, a sólo escuchar mi propia respiración en la habitación, o al piso frío, todo empezaba a volverse monótono. Hasta que apareciste y cambiaste todo, la casi vacía habitación ya no se sentía tan vacía como antes, me acostumbre a mi pequeño, a su sonrisa, a su pelo azabache, sus ojos rojos, sus labios, su estatura, su tranquila respiración, todo lo que es él.

Uno...

Dos...

Tres...

—Ya te dije blasty, hoy es el último día.—

—Eso no me dice nada.—

—Te has dado cuenta de todo, lo recordaste. Yo... ahora tengo que desaparecer blasty.— Lo último se escuchó en un susurro y se perdió en la fría casi vacía habitación.

You're crazy [Bakushima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora